El contexto de sequía que atraviesa toda la región desde hace tres años tuvo una nueva consecuencia: que la laguna de Melincué, al sur de Santa Fe, se transformara en un enorme salar. Especialistas explicaron el fenómeno que, tal como en épocas sin sequía, sigue atrayendo turistas de toda la zona.
El nombre científico es sulfato de magnesio. Son sales compuestas por azufre, oxígeno y magnesio. En la cuenta de Facebook del área de Turismo de la ciudad dijeron: «En apariencia es similar a la sal de mesa que se acostumbra utilizar para cocinar, sin embargo, no comparten sabores similares porque es amargo y bastante desagradable al gusto (los invitamos a probar la sal con el dedo).
“Este compuesto recibe la denominación de sal dada su composición química, pero no es un tipo de sal que tenga usos culinarios, como es el caso de la sal de mar. Es mejor conocida como sales de Epsom por el lugar donde se descubrieron, la ciudad de Epsom en Surrey, Inglaterra, región donde se pueden encontrar en manantiales naturales”, explicaron.
Al mismo tiempo señalaron que esta particularidad de la laguna ya tenía un registro histórico asentado por el «naturista e historiador y cugeógrafo español Félix de Azara» en su diario de viaje a fines del siglo XVIII.
Al mismo tiempo, desde la comuna explicaron el fenómeno así: «No se recuerda una sequía tan pronunciada como esta en los últimos años. Habría que remontarse a la década del setenta. Esto hizo que la laguna bajara su caudal de agua y que aparezcan los salares que centenares de turistas visitan a diario en el espejo de agua».
Antes de este nueva situación que transformó el paisaje de la ciudad del departamento de General López, la laguna y su cuenca constituía uno de los sistemas lénticos de mayor importancia de la provincia. Se trata de un humedal de relevancia, incluso, continental ya que es un ambiente para especies residentes y migratorias.