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Serrat en su despedida de los escenarios: “Me quedaría cantando hasta el amanecer”

El sábado en el autódromo municipal el cantautor catalán abrió en Rosario su gira nacional “El vicio de cantar”.  Frente a un público conmovido que ovacionó cada una de las 24 canciones elegidas para el concierto, El Nano se fue diciendo: “Respetable y querido público ha sido un gusto conocerles”

Son las 7 de la tarde del sábado y los autos comienzan a llegar a los alrededores del Autódromo Municipal de la ciudad de Rosario. Si uno observa los rostros de las personas que van acercándose lentamente al ingreso del predio nota al menos tres expresiones en simultáneo: emoción, melancolía y una sonrisa de oreja a oreja.

Es que la despedida de los escenarios de Joan Manuel Serrat moviliza profundamente a las miles de personas que buscan su lugar en enorme predio.  Son tres o cuatro generaciones distintas que se dieron cita en este día para corear con el catalán las canciones que formaron parte de la banda sonora de nuestras vidas: abuelos, padres, hijos y nietos atravesados por las mismas melodías.

A las 21 horas, la previa del show comenzó con el armonicista Franco Luciani y el guitarrista Leonardo Anderson que ofrecieron al público temas propios y “algunas cositas catalanas” a las que le pusieron un sabor argentino.

La gente seguía ingresando al predio con paso apurado cuando los teloneros terminaron su sesión y los aplausos se fusionaron para despedir al dúo y pedir el comienzo del show.

Cuando las luces se apagaron y solo quedó el escenario iluminado, los acordes de Dale que Dale, iniciaron el concierto y por el centro del escenario apareció la figura de un Serrat enérgico y sonriente que se dirigió a su público como “Damas, caballeros e imparciales” para darle las gracias por acompañarlo siempre.

Con la gracia de la que sabe uso para plantear juegos encantadores en el escenario, el Nano le dijo a su público que “aparten los atisbos, tentaciones de melancolía o nostalgia que puedan amenazarnos”, ya que no quería emocionarse tanto para “no dar ningún espectáculo aquí”. “Piensen que de ahora en adelante todo es futuro y no nos lo vamos a perder” y dio paso al segundo tema: “Mi niñez”.

Los personajes, esas ficciones necesarias

Serrat es un músico y letrista inigualable, pero es además un gran contador de historias. Sus canciones le dan espesor de realidad a personajes que a muchos de nosotros nos han acompañado desde la infancia. Por eso, cuando en esta parte del show Serrat saca a pasear a canciones como “El carrousel del furo”, “Señora” y “Lucía”, dice que los personajes que atraviesan estas canciones “no son ni de verdad, ni de mentira. Fantasías con gotas de realidad o realidad con mucho sabor de fantasía”.

Pero el personaje más querido que se dio una vuelta por el autódromo el sábado gracias a la magia de las cuerdas vocales de Serrat fue «Curro El palmo».  Un romance andaluz hecho con castañuelas y sin duda una de las canciones más sentidas y esperadas.

Es que al final de cuentas, estos personajes a través de los años se han ido haciendo parte de nuestro tesoro íntimo y personal, por eso es que a pesar de que sean una invención “todos, todas y todes estarán de acuerdo en que seríamos más pobres sin las canciones, sin las ficciones”.

Las canciones

También los amigos estuvieron presentes de la mano de las composiciones a dúo. Con “Hoy por ti, mañana por mí”, el tema compuesto a cuatro manos con Sabina, Serrat repuso en el escenario la dulzura de su guitarra y los versos de Benedetti.

Y en el medio del desconcierto que siente el personaje de “No hago otra cosa que pensar en ti» al buscar la inspiración, el Nano presentó a su banda, que sonó impecable y precisa durante toda la noche. La ovación también fue para su pianista y arreglador Ricardo Miralles.

Sin finalizar la canción contó una graciosa anécdota con Alexa, la asistente virtual de Amazon.  Este aparato demostró que sabía mucho de definiciones de la RAE pero poco de cuestiones humanas cuando respondió a la pregunta acerca de qué es una canción. Según el catalán no basta con la letra y la música como decía Alexa, sino que de esta pareja debe nacer una emoción, de esas que se meten en “entretela del alma, que están ahí y nos acompañan”. Momento que aprovechó para agradecer a todos aquellos con los que había trabajado y aquellos “que lograron contar estas historias que se nos meten en el alma”.

Para la libertad

Donde no es imparcial el Nano es en su posicionamiento político y humano. Desde sus inicios en Cataluña, en defensa de su idioma y su cultura, en una férrea oposición a la dictadura franquista y, luego, a lo largo de los años, a todas las dictaduras de América Latina, hasta el día de hoy, Serrat ha dejado bien claro de qué lado de la mecha se encuentra. Es por eso que en cuando sonaban los acordes de “Algo personal”, una versión de la canción que incluyó nuevas estrofas, las animaciones que se veían en las pantallas encerraban una dura crítica a organismos de créditos internacionales como el FMI. Sin duda, un gesto muy importante para el público argentino que viene lidiando nuevamente con este monstruo de mil cabezas.

En este mismo segmento, el cantante recordó a Miguel Hernández, pastor de cabras y poeta infinito “que amó la libertad y la vida y ambas se las quitaron” para dar paso a “Las nanas de la cebolla” y “Para la libertad” poemas del escritor musicalizados por Serrat.

Los amores

La ternura inundó los corazones de un público ya muy movilizado en un segmento dedicado a los amores, a todos ellos, los de la infancia, los reales, los imaginarios, y los azarosos.  El Nano trajo al presente la canción de cuna aragonesa con que su madre lo hacía dormir de la mano de “Canço de bressol”, indagó el amor que es producto de la imaginación y la locura con “De cartón piedra”, se refrescó en los paisajes de los amores tempranos con “Tu nombre me sabe a yerba”, y se sorprendió con la aparición de los amores que nacen de las casualidades con “Es caprichoso el azar”, versión que cantó con Ursula Amargós, la violinista de la banda. A modo de cierre, remató con “Hoy puede ser un gran día”.

El futuro

“Hace 50 años que escribí la canción que sigue y no pensaba en absoluto que la canción tendría actualidad, confiaba en la especie humana”, dijo el cantante antes de entonar “Pare”, una canción en catalán que apareció subtitulada en las pantallas para que todo el mundo entendiera que esto del cambio climático no es más que “un eufemismo, que parece que un día llueve y otro no”. “En realidad esto es un desastre, el planeta está más enfermo”, dijo el catalán e instó a tomar nota de la urgencia de la situación para que se tomen “decisiones más severas” en este sentido.

Los clásicos

Promediaba la hora y media de show cuando sonaron los acordes de la canción más elogiada de Serrat “Mediterráneo”. El público empezó a dimensionar que ese era el comienzo del fin y que quedaba muy poquito tiempo para disfrutar de la voz que los venía invadiendo con su dulce gravedad y su temblor particular. Los abrazos contuvieron las lágrimas que echaron a rodar en las mejillas cuando sonó “Aquellas pequeñas cosas” y el coro del público que hasta el momento se había conservado tenue invadió el autódromo con el estribillo de “Verso a verso” de “Cantares”.

El Final

Cuando parecía que eran los últimos acordes de esta despedida, el público pidió bis y aparecieron en escena “Aquellos locos bajitos” y “Penélope”.  Una camiseta de central voló al escenario, y el Nano pidió una de Ñubels para emparejar. Le dijo a su público: “No voy a liarme hablando de cosas que están sabidas. Yo personalmente estaría cantando hasta el amanecer, pero en algún momento haría un papelón y no quiero hacer papelones. Respetable y querido público ha sido un gusto conocerles”.

Frente a la insistencia de bises, el Nano le pidió a la gente que eligiera los temas con los que cerrarían este espectáculo y su paso por los escenarios rosarinos. Pero aclaró entre lágrimas: “Cuando me retire del escenario no voy a volver a entrar. No voy a jugar ese juego que hemos jugado durante tanto tiempo. Ha sido un concierto muy emotivo, muy especial para mí y muchas imágenes pasan por mi cabeza. No lo tomen como un desaire, me voy a despedir con estas canciones”.

El público eligió “Pueblo Blanco” que sonó en una de las mejores versiones que se han escuchado en todos estos años, y “Fiesta” que hizo que todo el mundo se levante de sus sillas y coree a viva a voz el himno que narra lo que estaba sucediendo allí mismo esa noche en la que “por un momento se olvidó que cada uno es cada cual”.

Las luces se encendieron, los pañuelos secaban lágrimas de emoción de las cuatro generaciones que se encontraban en el autódromo despidiendo al catalán. En la salida, la gente volvía a su compostura y empezaba a comentar que lo que acababa de vivir era único, no solo por la calidez y la calidad de un artista de las dimensiones estelares de Serrat, sino porque ya se ha vuelto irrepetible. Todos sabíamos para ese entonces que Serrat dice adiós a los encuentros en vivo, y con eso se entumece un pedacito del alma.

A pura fiesta y con lágrimas en los ojos Joan Manuel Serrat se despidió de los escenarios en Rosario

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