Este miércoles por la mañana, el equipo de prensa de la cantante brasileña Gal Costa confirmó la noticia de su fallecimiento, a los 77 años, aunque por el momento se desconocen los motivos del deceso. La reconocida artista, figura fundamental de la Música Popular Brasileña (MPB) y también símbolo de mujer potente capaz de desafiar con la belleza de su voz y su figura, había suspendido su presentación en el Primavera Sound de San Pablo días atrás por problemas de salud.
Nacida en Salvador de Bahía como Maria da Graça Costa Penna Burgos, Costa es la autora de un nutrido repertorio basado en el samba, la bossa nova, las canciones románticas y el balón de más de cinco décadas en las que compartió escenarios y grabaciones con los más destacados artistas brasileños como Caetano Veloso, Tom Zé, Tim Maia y María Bethania, entre más.
La artista fue una de las más grandes voces de la música popular brasileña y según había informado su propio equipo, Gal necesitaba recuperarse tras la extirpación de un bulto en su fosa nasal derecha y se esperaba que estuviera fuera de los escenarios hasta finales de noviembre, siguiendo las recomendaciones médicas.
Una vida de música
Parte de un Olimpo generacional y creativo de la canción que también integran Caetano Veloso, Gilberto Gil y María Bethania, entre las más relevantes presencias, con ese elenco, Gal Costa logró consolidar una obra novedosa y genial que de las partituras a los instrumentos estalló en sus voces y fue defendida con los cuerpos.
Se trató de un colectivo estético que puso en acto un cancionero propio y diverso que en principio se inscribió en el Tropicalismo (un movimiento que se expresó entre 1967 y 1969) y luego continuó regenerándose en contra, y muy a pesar, de las dictaduras militares que asolaban a Brasil y a gran parte del continente.
En ese abanico artístico capaz de abrevar en el samba y el bossa nova sin renunciar a otras expresiones, Gal fue una voz estupenda pero también un emblema de mujer capaz de exhibir las que en su tiempo se presentaron como «las piernas más bellas del mundo» no ya como atributo físico sino como un reto al poder instituido.
Desde ese cuerpo en acción, la artista bahiana nacida el 26 de septiembre de 1945, fue una intérprete que usó el escenario como hábitat, como bandera y como manifiesto para combatir con un solo gesto la censura y la pacatería, mientras algunos de sus colegas padecían el exilio.
«Hoy veo todo lo que hice en el pasado, exponiendo el cuerpo, las piernas, metiéndome con todo lo que estaba prohibido en las cabezas de la gente, por el gobierno. Lo hice con espontaneidad y cierta ingenuidad. Fui espontáneamente libre. Veo elegancia y pureza en estas imágenes mías», reflexionó un año y medio atrás durante un reportaje con el diario El País, de España.
Sin todavía datos precisos acerca las causas de su fallecimiento, medios locales especularon con la cirugía a la que se sometió tres semanas atrás para extirparse un bulto de la cavidad nasal como posible razón de la muerte, aunque de momento esa intervención si fue el motivo que la privó de ser una de las animadoras del desembarco en San Pablo del Festival Internacional Primavera Sound.
La invitación a ser parte de ese nutrido y diverso staff dio cuenta en tiempo actual de la vigencia de una artista que se lanzó profesionalmente a los tablados en 1965, contando para ello con el aval e impulso de su madre.
De joven conoció la obra de Joao Gilberto mientras trabajaba en una tienda de discos y poco después, a principios de la década de 1960, le presentaron a Caetano Veloso, con quien mantendría un vínculo personal y artístico que duraría toda la vida.
Su carrera, que se extendió durante 57 años, comenzó con la interpretación de temas inéditos de sus contemporáneos Caetano Veloso y Gilberto Gil. Todavía era Maria da Graça cuando lanzó «Eu vim da Bahia», el samba de Gil sobre los orígenes de la cantante y compositora.
Después, siendo aún muy joven, junto a Caetano, Gil y Bethania integró el mítico grupo Doces Bárbaros, responsable de un cancionero de música popular brasileña de la década de 1970.
Tenía poco más de 20 años cuando participó en el álbum Tropicália: ou Panis et Circensis, piedra fundamental del movimiento tropicalista que revolucionó aquella movilizada escena.
Desde entonces, su voz se volvió cada vez más popular con canciones como «Modinha para Gabriela», «Folhetim» de Chico Buarque y «Paula e Bebeto» de Milton Nascimento y Caetano.
Fue en esta etapa que su voz se incorporó más al mainstream. En 1981, con “Fantasía” alcanzó el éxito radial con el tema “Festa no Interior”, de Moraes Moreira y Abel Silva.
Durante las décadas del 80 y 90 siguió grabando discos, muchos de los cuales fueron éxitos comerciales como Baby Gal, Profana, Bem bom y Lua de mel Como o Diabo gosta, Plural y el Acústico MTV.
En 2011, con el álbum Recanto, compuesto y producido por Caetano, Gal se reinventó nuevamente con un repertorio con música electrónica y funk carioca. Y ese año, además, se hizo acreedora al Grammy latino por el conjunto de una obra que abrevó en las tradiciones y novedades sonoras de su país sin descuidar tampoco otros géneros planetarios como el jazz y el rock.
Después de la pandemia, estuvo de gira con el espectáculo Los diversos extremos de una estrella en el que revisaba el popular cancionero MPB. Además de la gira por Brasil, tenía programado un tour por Europa para este noviembre.