Nacido en Barquisimeto en 1930, Cárdenas es más o menos contemporáneo de los escritores españoles de la generación del medio siglo. Se desempeñó como ensayista, traductor y recibió distinciones como el Premio Nacional de Literatura en su país en 1985 y el Internacional de Poesía Pérez Bonalde en 1992.
Con este nuevo galardón se convierte en el quinto poeta que entra en la premiación del Cervantes después de las uruguayas Ida Vitale y Cristina Peri Rossi, y de los españoles Joan Margarit y Francisco Brines.
Según las bases, el Premio Cervantes, dotado con 125 mil euros, se concede a la totalidad de la carrera literaria de un autor o autora que, con el conjunto de su obra, «haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico».
El jurado reconoció la obra de Cárdenas como «una de las más importantes y demuestra el poder transformador de la palabra cuando la lengua es llevada al límite de sus posibilidades creadoras», informó la Radio y Televisión Española (RTE).
El poeta venezolano «hace destilar de las palabras su esencia deslumbrante, colocándolas en el territorio dual del sueño y la vigilia y haciendo que sus poemas sean una honda expresión de la existencia misma y del universo, poniéndolas también en una dimensión que es a la vez mística y terrenal», agregó el jurado.
El autor de los libros Intemperie (1977), Gestiones (1992) y Falsas maniobras (1966) vive en Caracas, ciudad a la que regresó en 1958 luego de haber sido desterrado a la isla de Trinidad, en 1952, por su militancia comunista. «Humilde, silencioso y rebelde», se autorretrató en un poema.
A partir del exilio, Cárdenas se ha posicionado como una figura heroica durante las últimas dos décadas. En 2014, reapareció en la escena venezolana a partir de un recital en Caracas donde inauguró una jornada solidaria con los presos políticos del Régimen de Nicolás Maduro y en homenaje a los venezolanos que habían muerto en los disturbios de ese año.
«No suelo usar la palabra felicidad: la encuentro muy grande para mí», había dicho en una entrevista concedida al diario El País. «Quizás me sentí pleno durante los cuatro años (de 1952 a 1956) que pasé en Trinidad –agregó–, exiliado por la dictadura de entonces. Era colonia británica. Había mucha libertad, lo que me permitió vivir de veras, sin las zozobras posteriores».
En esa misma entrevista, Cardenas contó que entre sus influencias tuvo «a Rilke y a varios de los estudiosos de su pensamiento»; a Whitman, a quien definió como «un manantial que fortalece»; a Pessoa, «tan poeta que creó poetas» dijo, uno de ellos él. Y «el poema en prosa de Henri Michaux», que contribuyó a que «adoptara un lenguaje casi como el de quien conversa», describió.
«La generación española del 27 fue importante para mí –agregó en esa oportunidad–. Como me gusta la prosa tanto como la poesía, aprecio mucho lo de este grupo y también la de Machado y Unamuno. Leo bastante a Savater y fuera de España, a Reyes y a Borges».
El premio que recibió en las últimas horas el poeta fue otorgado por primera vez en 1976 a una de las máximas figuras de la Generación del 27, Jorge Guillén, y desde entonces hubo otros 41 premiados: 20 españoles y 21 hispanoamericanos. Únicamente en 1979 hubo dos ganadores, al concederse a Gerardo Diego y a Jorge Luis Borges.