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Cobertura periodística de la violencia: la mayoría usa como fuente principal a la policía

Se desprende de una investigación realizada por académicos de varios lugares del país, entre ellos Rosario. Natalia Raimondo Anselmino de la UNR contó los resultados del libro "El delito televisado. Cómo se producen y consumen las noticias sobre inseguridad y violencia en la Argentina".

Una de las presentaciones destacadas del Congreso Nacional e Internacional sobre Democracia que tuvo lugar en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR fue el libro “El delito televisado. Cómo se producen y consumen las noticias sobre inseguridad y violencia en la Argentina”.

La investigación relevó el trabajo de ocho noticieros de Rosario, Buenos Aires y Mendoza entre 2016 y 2020. El equipo incluyó profesionales de la comunicación y la sociología. Durante el Congreso fue presentado por Martín Becerra y Natalia Aruguete de la Universidad Nacional de Quilmes y Natalia Raimondo Anselmino de la Universidad Nacional de Rosario.

Raimondo es investigadora del Conicet, doctora en Comunicación Social y docente. Habló con El Ciudadano sobre los resultados de la investigación donde abordaron la cobertura de las noticias de cuatro tipos de delitos: contra la propiedad, contra la persona, de violencia de género y de guante blanco (casos de corrupción). 

Entre los aspectos más destacados la investigadora resaltó que “la audiovisualización de las noticias” habilita modos que no son propios del discurso de la información el cual “desde sus orígenes requiere de un discurso impersonal que tiende, entre comillas, a la objetividad que sabemos que no existe, donde el sujeto está retirado de la enunciación”: “Hay una recurrencia de una narración espectacularizada que se observa en el empleo de registros, sonoros y visuales más propios de la ficción, por ejemplo, la música incidental que no es particular del discurso de información”.

Por lo tanto, explicó, en noticias sobre violencia y casos de inseguridad, el da objetividad periodística no aparece, más bien hay “un énfasis en contar ese acontecimiento personalizando la información, por ejemplo en la figura de los protagonistas centrales de este tipo de relatos que son las víctimas o los victimarios y configurarlos dicotómicamente ubicándolos del lado de bien o del mal”.

“Esto también está atravesado por ciertas variables de composición societaria como pueden ser la inscripción socioeconómica y el género  de las víctimas o de los victimarios, que muchas veces intervienen en el modo en que son configurados como víctimas o victimarios dependiendo si provienen de sectores marginados o de clase media”, desarrolló Raimondo.

Fuentes informativas

A partir de las entrevistas y las observaciones de cada canal, los investigadores concluyeron que la mayor fuente consultada y publicada es la proveniente de los partes policiales. «De modo secundario, las fuentes judiciales», agregó y también, aunque no prioritarias, las fuentes no oficiales como los testigos o familiares de las víctimas, «cuando vienen de sectores socioeconómicos bajos hay como una retirada, cuando aparecen las fuentes no oficiales se las cita en estilo directo, el medio toma distancia de esas expresiones, es decir no las reivindica como reivindica otras expresiones o les adjudica una condición de verdad más indiscutible cuando son fuentes oficiales».

Cruce de disciplinas

“Creo que lo más significativo del conocimiento que produjo nuestra investigación es justamente el poder articular resultados de diferentes aspectos del fenómeno. Si uno recorre los distintos capítulos del libro claramente puede ver cómo hay ciertos factores o aspectos del ámbito de la estructura que terminan vinculándose con las prácticas laborales que llevan a cabo los trabajadores con las representaciones, por ejemplo, respecto de  territorios seguros o inseguros, de víctimas y victimarios, etcétera. Otro ejemplo es el perfil editorial o empresarial del medio para el que trabajan que los trabajadores no desconocen y saben qué cosas puedan publicar y cuáles no y de qué manera”, desarrolló la académica.

Raimondo también nombra la flexibilización laboral que atraviesa las prácticas periodísticas en general y en particular en el medio que investigaron, la televisión. 

“A su vez, todos los medios también tienen ciertas hipótesis sobre su público y esas hipótesis intervienen en la producción del discurso informativo. Así que, en realidad no lo tenemos pensado linealmente desde la estructura al orden de la recepción, sino que lo tenemos pensado en términos de circuito, por eso hablamos de circuito productivo”, explicó.

Contó que por falta de financiamiento no podrán continuar la investigación y relató que el tipo de trabajo que realizaron no es habitual en el campo de las ciencias sociales, tanto por la envergadura (trabajar a nivel nacional en cuatro provincias distintas) y porque no fragmentaron el circuito productivo. “O se fragmenta el circuito productivo en partes o se estudia el discurso de los medios o el contenido informativo o la estructura de los medios o se estudia recepción. Lo que nosotros quisimos es superar esa compartimentación del fenómeno para abordarlo lo más completamente posible y entonces estudiamos el circuito productivo en su conjunto, eso requirió un financiamiento doble que nosotros tuvimos”. Fueron financiados tanto por una convocatoria de proyectos de investigación orientada de la Defensoría del Público como por la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica. 

Diferencias entre Buenos Aires y “el interior”

Por otro lado, Raimondo se hizo eco de los resultados distintos que encontraron en relación a la producción de noticias en una ciudad como CABA que triplica en habitantes a Rosario, Córdoba y Mendoza. En relación a la rutina informativa, los trabajadores que entrevistaron del interior del país “entienden que deben ser cuidadosos al tratar un tema local, porque probablemente tengan que regresar a un mismo barrio o espacio geográfico para trabajar sobre otros incidentes o hechos que se hayan desarrollado. En cambio, en los canales de Buenos Aires se registra un mayor distanciamiento espacial (por la dimensión del territorio) y una menor vinculación con los sujetos involucrados en los acontecimientos”.

Al mismo tiempo, destacó que en Buenos Aires la cantidad de empleados es mayor y que eso se traduce “en cierto grado de especialización funcional de tareas, en tanto que en Mendoza, Rosario y Córdoba se observa cierta polifuncionalidad, es decir que una trabajadora o un trabajador desempeña más de una tarea a la vez o tiene más de un cargo y es imposible que eso no repercuta en sus labores y los productos”.

 

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