Por Pablo Tallón- Noticias Argentinas
Uno de los asientos del vuelo que trajo de regreso a Juan Domingo Perón en 1972 estuvo ocupado por Nilda Garré, una histórica referente del peronismo que pudo cumplir el sueño de su padre y que aún conserva, además de los recuerdos, un particular souvenir de aquellos días.
Conocer que había un lugar reservado para ella en el vuelo de Alitalia que traería de regreso al General no fue ninguna sorpresa: «Yo había estado colaborando con el doctor Cámpora en la campaña del `Luche y vuelve´, yendo a distintas provincias. Yo iba en representación de la Rama Femenina».
«Había escepticismo de que se pudiera concretar el regreso de Perón, porque había intereses y dirigentes que se oponían a la vuelta, entre ellos (Rogelio) Coria, y buscaban una salida negociada, el Gran Acuerdo Nacional (GAN)», recordó la histórica dirigente del peronismo.
Y, en una entrevista con NA, continuó: «Una semana antes del vuelo, Cámpora me hizo llamar para ofrecerme viajar. Fue una alegría enorme, porque yo venía de un hogar peronista, donde la política era una cosa cotidiana».
Minutos después, se comunicó con su padre, el ex diputado bonaerense Raúl Garré. «Para él fue una alegría enorme que yo pudiera viajar. Él soñaba con el regreso de Perón desde el 55».
Garré subrayó que «la llegada de Perón significaba romper el GAN», con el que la dictadura de Lanusse y algunos sectores del PJ querían borrar al ex mandatario del escenario político. Pese a todos esos intereses, «la gente le fue absolutamente fiel a Perón esos 18 años de proscripción», destacó.
Una vez en el DC-8 de Alitalia, la ex ministra de Defensa tenía su asiento reservado entre dos mujeres: de un lado estaba la cantante Marilina Ross y del otro, la ex diputada nacional Nélida de Miguel, quien había sido secretaria privada de Evita.
«Yo no dormí nada en el viaje. Marilina sí, así que habrá tomado alguna pastillita para calmar sus nervios», contó, entre risas, la actual secretaria ejecutiva del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa «Manuel Belgrano» (CEEPADE).
Cuando el capitán de la aeronave comunicó que ya se había estaba sobrevolando sobre territorio argentino hubo aplausos, gritos y algarabía: «Menos mal que los aviones no se caen por saltar», bromeó Garré.
Al momento de llegar a las inmediaciones del Aeropuerto de Ezeiza el cielo estaba gris y no permitía ver demasiado lo que sucedía en tierra. Tras aterrizar, los pasajeros pudieron ver «una zona muy militarizada y no se llegaba a ver a la gente».
«Perón y los más cercanos bajaron, ahí se encontraron con Rucci y Abal Medina. El resto nos quedamos en el avión, que estaba rodeado por gente de las Fuerzas Armadas, apuntándolo», añadió.
La ex titular de la cartera castrense fue parte del grupo que se quedó en el Hotel Internacional de Ezeiza, al igual que el ex presidente: allí vivió durante la madrugada del 18 el momento en que Perón intentó salir hacia la casa de Gaspar Campos y fue abordado por un efectivo que le impidió el paso.
«Fue un momento de tensión, pero la gente estaba tranquila. Yo lo vi un poco desde lejos eso, porque había mucha gente», rememoró.
Tras esa situación, la actual funcionaria nacional se dirigió hacia su casa para descansar algunas horas y luego sí pudo ir hasta la vivienda de Vicente López.
Además de los recuerdos que atesora en su memoria, Nilda Garré conserva un particular souvenir de aquel histórico vuelo: «Tengo el librito del menú de Alitalia, que lo hice firmar por algunos de los pasajeros, como el padre (Carlos) Mugica, (el abogado Rodolfo) Ortega Peña, (la modelo Elba) Chunchuna (Villafañe), Nélida de Miguel, Marilina Ross».
A cinco décadas de aquel regreso, la ex embajadora subrayó que «los principios de Perón y Evita están grabados en el ADN de generaciones: todo eso está vivo, vigente».