Daniel Scarímbolo / Télam
Ahora, tiempo de balance. El presidente Alberto Fernández emprendió el regreso hacia la Argentina desde Madrid, una escala tras su paso por Indonesia, donde participó de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G20 en la isla de Bali, y tras su paso por Francia, donde asistió al 5° Foro de París por la Paz. El vuelo AR1091 de Aerolíneas Argentinas salió desde el Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas a las 20.55 hora local (16.55 de la Argentina) y en la aeronave viajaban los miembros de la comitiva, integrada por la primera dama Fabiola Yañez –quien se reintegró a la delegación tras haber realizado actividades en Roma–, el canciller Santiago Cafiero, el ministro de Economía, Sergio Massa; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello: la secretaria de Comunicación y Prensa, Gabriela Cerruti, y el vicejefe de la Jefatura de Gabinete, Juan Manuel Olmos. Por su parte, el embajador argentino en Estados Unidos y sherpa del G20, Jorge Argüello, dejó la comitiva para dirigirse directamente a Washington. Así se pierde parte de la evaluación política y económica que continuará en el aire, pero en cuyos ejes participó: la gira del jefe del Estado por Francia e Indonesia dejó como principal saldo a favor la autorización de China a que la Argentina disponga de 5.000 millones de dólares como parte de mecanismo del swap pero “para cualquier tipo de uso comercial” y el apoyo de la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, sobre el rumbo económico y la disciplina fiscal del país, un respaldo que –a la par– plantea una hoja de ruta.
Fernández mantuvo una reunión bilateral con su par chino, Xi Jinping, en Bali, Indonesia, donde ambos mandatarios participaron de la 17° Cumbre de Líderes del G20.
Xi autorizó al gobierno chino a que la Argentina disponga libremente de 25.000 millones de yuanes, que equivalen a 5.000 millones de dólares. Lo llamativo fue que Xi le dijo a Fernández que esta medida es una excepción absoluta que hace China para con la Argentina, un tema en el cual el gobierno venía trabajando desde hace meses y finalmente obtuvo respuesta favorable el martes pasado.
Esos fondos irán a las reservas del Banco Central para el fortalecimiento de la moneda y aumenta la capacidad de acción en el mercado único libre de cambios, además de tener una herramienta más para garantizar las exportaciones de las pequeñas y medianas empresas que a veces no pueden acceder a los dólares.
El otro punto que trataron fue el reclamo argentino por una deuda de 276 millones de dólares que mantiene China por las represas «Kirchner» y «Cepernic». China admitió el retraso en los pagos y dio instrucciones al Consejo de Desarrollo para cubrir esa deuda.
En la actualidad, el país mantiene con China una balanza comercial negativa de unos 8.000 millones de dólares proyectados este año.
Por eso Argentina planteó la posibilidad de aumentar los volúmenes de exportaciones, sobre todo las de valor agregado, para reestablecer «un equilibrio», remarcan desde el gobierno.
Otro punto favorable en la gira del presidente fue la reunión bilateral que mantuvo el miércoles con Georgieva, quien le dijo que es muy importante que la Argentina mantenga el rumbo económicamente, “tal como lo hizo exitosamente” durante los últimos meses, y la necesidad de que siga trabajando en bajar la inflación.
Se habló sobre el impacto de la guerra en Ucrania y de la segunda revisión del Fondo, en la cual se destacó la disciplina fiscal llevada adelante por el Ministerio de Economía.
En el G20, los líderes de los países miembros solicitaron en la Declaración Final la revisión de la política de sobrecargos del FMI, en línea con el planteo del gobierno argentino desde la Cumbre del G20 en Roma, hace un año. Tuvo apoyo de Alemania, Francia, Sudáfrica, Brasil, España y México.
También está el compromiso por un monto de u$s81.600 millones, a través de la canalización voluntaria de Derechos Especiales de Giro (DEG) o contribuciones equivalentes, para “todos los países vulnerables”. Y buscar el compromiso de todos los países capaces de cumplir la ambición global total de u$s100.000 millones de contribuciones voluntarias para los que están en vías de desarrollo.
Otra posición argentina en la Cumbre fue la necesidad de “recuperar la paz” en la guerra en Ucrania, ya que “no hay más nada revolucionario” que contribuir a la “recuperación mundial” y apuntar a la seguridad alimentaria para “terminar con el hambre”, además de resaltar la importancia de la salud pública, tras lo que pasó con la pandemia de covid-19.
Sobre el primer punto, la guerra le costó a la Argentina casi 5.000 millones de dólares.
Para el segundo ítem, América latina y el Caribe enfrentaron en 2020 la peor contracción económica de su historia, con un retroceso de 27 años en los niveles de pobreza extrema.
El aporte argentino es la producción de millones de toneladas de soja, de trigo, de maíz y de aceite de girasol que, en su mayoría, está destinada al mercado externo, se remarcó en la Cumbre.
Y sobre el tercero, el desafío es la pospandemia, puntualmente en América Latina, que concentra el 8% de la población mundial, pero tuvo el 26% del total de muertes relacionadas con el coronavirus. Allí, la Argentina insistió, como en otras cumbres o encuentros, que los medicamentos, tratamientos y vacunas contra la covid-19 son bienes públicos globales.
La semana pasada, en París y como parte de la gira, Fernández y sus pares de Francia, Emmanuel Macron, y de Colombia, Gustavo Petro, pusieron en marcha los mecanismos del denominado «Grupo de Contacto», donde sentaron a la mesa de negociación al oficialismo y a la oposición de Venezuela, para que rijan en forma plena los derechos humanos y la democracia en ese país y sin intervencionismo, en el marco de un proceso que desembocará con las elecciones presidenciales de 2024.
Además, Fernández repasó en una reunión bilateral con Macron temas vinculados con el cambio climático, género, discriminación, la paz y derechos humanos, además de las inversiones del país europeo en la Argentina.
También analizaron la situación en el hemisferio sur tras las últimas elecciones, como por ejemplo el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, y de la guerra en Ucrania y sus efectos dañinos, con la preocupación además del eventual uso de armas nucleares y en un escenario donde la FAO está preanunciando una hambruna que va a alcanzar a 300 millones de habitantes en el mundo, la mayoría en el Hemisferio Sur.
Un párrafo negativo en la gira fue la gastritis erosiva con signos de sangrado que sufrió el Presidente en Bali el martes último, tras un inicial episodio de hipotensión y mareos previo al inicio de la Cumbre del G20.
Luego de la preocupación general en la comitiva, esa descompensación lo obligó a limitar sus actividades de Indonesia, como suspender bilaterales con la presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Giorgia Meloni; el canciller de Alemania, Olaf Scholz, y el príncipe de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, y trabajar bajo cuidados médicos.
Por ejemplo hoy, como cierre de la gira, mantuvo en Madrid un encuentro con Yolanda Díaz Pérez, vicepresidenta segunda de España.