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Furor en Bangladesh por la Scaloneta: de las atrocidades del imperio británico a la mano de dios

¿Por qué no se fanatizan por Países Bajos si Cruyff fue un jugador exquisito? ¿Por qué no de Brasil, si es pentacampeón y siempre candidato, con jugadores talentosos de sobra? ¿Por qué no de Francia, el último campeón, cuyo abanderado, Mbappé se cansa de hacer goles maravillosos? Hay una teoría

Por Christian Cirilli (analista internacional)

Muchos se preguntarán por qué en Bangladesh, un país de relativamente escasa superficie, densamente poblado (151,3 millones de habitantes, 8va del mundo), con una pobreza estructural importante y continuos problemas de inundaciones, ubicado en el subcontinente indio, existe tanta pasión desembocada por Argentina, una nación lejana, situada en el otro confín del mundo, al sur del subcontinente sudamericano, que no tiene ninguna similitud cultural, religiosa y/o étnica, ni tan siquiera una fluida relación diplomática.

Por supuesto, la respuesta más sencilla es que son admiradores del fútbol, y como todo aquél que se precie de tal, de las figuras descollantes de Diego Maradona y Lionel Messi.

Sin embargo, en Bangladesh, como en la mucho más populosa India o Paquistán (fue parte de este último país tras la escisión de India, configurando el Paquistán Oriental, pero la lejanía entre ‘los extremos’ y la discriminación política y lingüística, llevaron a la independencia bangladesí en 1971) el fútbol no es un deporte demasiado popular.

¿Imagínense si la India, Paquistán o Bangladesh, con sus millones de habitantes, hubiesen tomado al fútbol como un deporte nacional?

Sin duda tendrían cierto peso en Asian Football Confederation (AFC). Sin embargo, ni siquiera figuran en las fases finales de las eliminatorias, donde usualmente brillan Surcorea, Irán, Arabia Saudita y Japón.

China, que en los últimos años ha desembolsado millones de dólares en su liga, tampoco puede conseguir, hasta el momento, grandes logros. Ni siquiera clasifica a la Copa del Mundo. Su última eliminatoria fue desastrosa, quedando en 5° lugar de 6 participantes en el Grupo B, con apenas 6 puntos versus a los 23 sacados por el primero, Arabia Saudita y los 22 de Japón.

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El fútbol requiere inversiones en infraestructuras, en deportología, en alimentación, en fin, en condiciones de desarrollo. China lo puede dar. Quizás no Bangladesh. Pero por supuesto debe haber algún tipo de gen cultural que lo hace elegible y popular para que nazca un «fuego sagrado».

En India, Paquistán y por extensión, Bangladesh, no parece haber esos requisitos para la prosperidad del fútbol. En Bangladesh, por ejemplo, el cricket es el deporte más popular, un juego ‘de casta’. Posiblemente, los deportes más populares en la región sean el hockey sobre césped, el bádminton y el tenis, además del kabbadi.

Reglas del kabbadi explicadas:

Demás está decir, ni Maradona ni Messi, a pesar de ser enormes jugadores bendecidos por la técnica, son los únicos que han provocado admiración mundial: sin remontarnos tanto al pasado, Neymar, Mbappé o Cristiano Ronaldo son de primera categoría. Y en la época brillaron estrellas como Zico, Platini, Rummenigge, Sócrates y Ruud Gullit.

Entonces… ¿Por qué no se fanatizan por Países Bajos si Johann Cruyff fue un jugador exquisito? ¿Por qué no de Brasil, si es pentacampeón y siempre candidato, con jugadores talentosos de sobra? ¿Por qué no de Francia, el último campeón, cuyo abanderado, Killian Mbappé se cansa de hacer goles maravillosos?

En base a los «por qué no» es entonces cuando empieza a surgir otra teoría.

Insisto, es una teoría, un cúmulo de ideas que explican un fenómeno a través de un razonamiento lógico. No la verdad demostrada y comprobada.

Aun así… es interesante desplegarla.

Veamos.

Bangladesh es un país que está prácticamente rodeado por completo por India, a excepción de una pequeña franja al sureste que limita con Myanmar. El país, además, está prácticamente partido por el delta del río Brahmaputra, que nace en la cordillera del Himalaya y desemboca en el Golfo de Bengala. De hecho, en bengalí, el nombre «Bangladesh» significa «país de Bengala».

Durante los inicios de la Segunda Guerra Mundial, desde 1939 hasta 1942, el Imperio Nipón parecía una mancha voraz que se devoraba el oeste chino, la península coreana y también el sudeste asiático.

En ese momento, además de los pueblos asiáticos subyugados, británicos y neerlandeses eran sus víctimas propiciatorias. Las Indias Orientales (hoy Indonesia) cayeron pronto bajo el designio imperial y los británicos, con sus posiciones coloniales, estaban siempre en retirada.

Tras la desastrosa derrota británica en Singapur, en 1942, el implacable ejército japonés empezó la toma de Birmania (hoy Myanmar). Este territorio era fundamental para los japoneses, por cuanto en ese entonces Birmania era el mayor exportador mundial de arroz, que era el principal sustento de las tropas. Bengala, vecina de Birmania, también aprovisionaba de arroz a India, donde Reino Unido tenía su bastión más poderoso.

Al notar el avance arrollador japonés, las autoridades británicas, con la venia del nefasto primer ministro racista y supremacista blanco Winston Churchill, tomaron medidas extremas en Bengala para garantizar las existencias de alimentos destinados a los soldados británicos e impedir que caigan en manos japonesas en caso de invasión.

Confiscaron barcos, rodados, carros a sangre y hasta bueyes y elefantes, privando a los locales de sus medios de subsistencia con los cuáles pescar, transportar y cultivar, mientras simultáneamente  se transportaron toneladas de arroz hacia la India Central para alimentar las tropas británicas e indias subordinadas.

Para colmos, el 16 de octubre de 1942, toda la costa oriental de Bengala y Orissa fue golpeada por un huracán, haciendo que la cosecha de otoño se perdiera.  Por supuesto, esto generó racionamiento, inflación y mercado negro. Encima, los sueldos estaban congelados por el esfuerzo de guerra, lo cual impedía comprar lo poco que había.

Esto causó, entonces, y hasta finales de 1944, la peor hambruna conocida en el siglo XX: la , una situación y propiciada por ́ ́ y su desprecio por las poblaciones que colonizaban.

Se cree que perdieron la vida unos 3 millones de bengalíes por inanición, malnutrición, enfermedades o bajo los disparos británicos mientras la población intentaba saquear los almacenes para poder comer.

Esta es la hambruna que los ingleses jamás cuentan: prefieren hablar del Holodomor ucraniano.

Tiempo después, al parecer, los bengalíes empezaron a tomar simpatía por el desafío argentino al poder colonial británico que constituyó la Guerra de Malvinas, uno de los mayores actos de rebeldía soberana de un país tercermundista contra una potencia europea en la época moderna.

Luego, ese sentimiento de hermandad fue reforzado por la victoria argentina sobre Inglaterra en el Mundial de México de 1986, cuando ese 22 de junio, Diego Armando Maradona hizo dos inolvidables goles, uno de ellos incluso «sucio», que humillaron a la soberbia británica.

Muchos bangladeshíes vieron allí mucho más que un acto deportivo; vieron una vindicación histórica contra un imperio opresor que les hizo tanto daño.

Desde ese mismísimo día nació en Bangladesh un amor profundo y una especie de agradecimiento reivindicativo por Argentina, que recién ahora nosotros conocemos gracias a la mundialización de las noticias vía Twitter o Instagram, tal es así, que ayer ondeaba en Daca, su capital, la bandera argentina más grande que se tenga conocimiento y la presentadora de noticias dejó la formalidad de lado para revelar su imagen con una camiseta de nuestra selección.

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