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“Matadero”, el fim que revela de manera «sanguinaria» la lucha entre las clases populares

El director argentino Santiago Fillol aseguró que en la película, estrenada el jueves último en los cines locales, se puede ver cómo Esteban Echeverría hace repensar desde la década del 70 y la actualidad cuestiones vinculadas a la violencia política y a las diferencias entre sectores sociales

Santiago Fillol es el realizador de Matadero, película que por estos días se puede ver en los cines locales y que parte del emblemático texto de Esteban Echeverría escrito en 1840 y publicado en 1871, para repensar desde la década del 70 y la actualidad cuestiones vinculadas a la violencia política y la lucha de clases, que el autor de La Cautiva aborda desde la visión de los sectores acomodados y Fillol disecciona a través de los prismas del tiempo y los ecos que dejan las distintas épocas.

«Creo que Matadero está sobrevolando toda la ficción argentina, es una protohistoria en la que Echeverría tatúa de manera brutal y sanguinaria la lucha entre las clases populares y las ilustradas en el imaginario argentino», contó Fillol en charla con la agencia de noticias Télam durante el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde presentó la película que este jueves se estrenó comercialmente en distintas salas del país.

«En un momento percibimos que ese texto violento, gélido, horroroso, escrito con profundo resentimiento generó el clima para el nacimiento de un imaginario argentino muy espinoso y nos dimos cuenta de que sin bien hubo varias remakes literarias (Beatriz Guido, Borges y Bioy Casares) nunca se había llevado al cine», agregó el realizador.

Fillol nació en Necochea, vivió su adolescencia y juventud en Córdoba pero desarrolló toda su carrera profesional entre España y Francia y recién filmó en el país por primera vez el año pasado con el rodaje de esta película en Villa María.

Además de estas cercanías afectivas, una vecindad profesional vincula a Fillol con Mar del Plata, ya que fue el guionista de O que arde, película del español Oliver Laxe que en 2019 se alzó en el festival que tiene lugar en esa ciudad bonaerense con el Astor de Oro al mejor film y el premio al mejor guión.

Sobre el “texto difícil” del film, tal señaló su director, Matadero llegó a los cines y Fillol sostuvo: “Es una operación complicada porque a quién ponés en la piel del violento y a quién en la del humillado. Vos te situás frente a este texto y te preguntás: «¿Cómo cuento esto?». Ahí fue que apareció la idea de trabajar con el cine dentro del cine, donde la narrativa de hacer una película sobre un rodaje trágico de El Matadero que se desarrolla en la década del 70 y se puede ver por primera vez en la actualidad, nos permitía meternos en la problemática de cómo nosotros gestionamos este imaginario y trabajamos sobre estas imágenes”.

El director Santiago Fillol.

Más allá del estreno, esa llegada a los cines también es un logro personal, ya que Fillol había llegado de exterior a la Argentina para rodar la película en cuestión, se quedó sin dinero a mitad del proceso y decidió llevar el rodaje adelante pero bajo nuevas condiciones para lo que convocó a un grupo de actores de un cierto teatro de base a filmar en una estancia en Córdoba.

Ante esto mencionó: “Hay varias cuestiones que se empiezan a poner en juego en este rodaje que está intentando manipular esos materiales tan tóxicos y explosivos y que termina siendo desbordado por eso. Es una narrativa que permite pensar una época desde otra época”.

Además, agregó sobre los tres tiempos que presenta la producción, como el que narra el cuento de Echeverría, el del rodaje y el de la exhibición del film: “En Matadero trabajamos una ficción del siglo XIX desde 1974, que a la vez tiene un eco muy particular porque los años 70 fueron en Argentina los que más radicalmente discutieron la desigualdad de clases, fueron los que realmente fueron a discutir eso y los movimientos de militancia con la creencia utópica en la revolución estaban proponiendo un antes y un después, un mundo nuevo, todo eso estaba en el clima de la época».

Por otro lado, el cineasta hizo mención a la aparición del cine de los 70 en este film: “Es un cine que quiere ser también una gran vivencia, que propone un antes y un después, una cosa como las aventuras del capitán Ahab yendo a cazar a Moby Dick. En esa época, Herzog no quiere una maqueta de barco, quiere empujar un barco de verdad por una montaña en la selva (Fitzcarraldo), Coppola se quiere volver loco en una selva (Apocalypse Now), entonces te preguntás qué pasó en los 70 que no se conformaban con una representación simbólica sino que querían algo más, como un ultraplus, y me pareció que esas energías podían producir una caja de resonancia interesante para repensar ese texto tan denso y difícil de asimilar”.

Y sumó: “Todas las épocas de convicciones fuertes, como son los 70, necesitan una duda que esté a su altura; las dudas son formas de pensar a fondo, entonces aparecen estos jóvenes de un teatro de base que no son todavía militantes absolutamente enrolados en una organización sino que están en el umbral de la militancia más comprometida y la pregunta que les surge tiene que ver con qué implica pasar ese umbral. Y la película trata de ir destilando ese clima de los últimos pasos previos antes de que el mundo cambie para siempre a partir de las decisiones que uno toma”.

Consultado sobre cómo eran las imágenes de esa época de los jóvenes actores con los que trabajó en este film, Filliol señaló: “Más que hablar del siglo XIX, los 70 o la contemporaneidad, que son los lugares con los que dialoga la película, lo que nos interesaba era ver cómo rebotaban, contar una época desde sus ecos. Además de esto, es particular que para las generaciones jóvenes los 70 son una década que ha vuelto a la discusión política en los últimos años; quizás ellos están más cerca de los 70 que yo que tengo 45 años, porque, de hecho, los 70 están más lejos de los 90 que de la actualidad”.

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