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La pista del Fin del Mundo: ubicaron en Austria objetos de pueblos originarios de Tierra del Fuego

Las arqueólogas del Conicet Danae Fiore y Ana Butto investigaron y rastrearon una colección que el sacerdote y entógrafo alemán Martin Gusinde se llevó a Europa hace más de un siglo. Y la encontraron: son unas 400 piezas de los pueblos Selk'nam, Yagan y Kawésqar, el repositorio más completo que existe

Investigadoras del Conicet encontraron en museos de Austria dos colecciones inéditas de casi 400 objetos de las sociedades Selk’nam, Yagan y Kawésqar de Tierra del Fuego que datan de más de 100 años atrás y constituyen el repositorio más completo que se haya descubierto, por lo que evalúan la posibilidad de repatriar los materiales para reconocer la soberanía de las comunidades actuales sobre los objetos de sus ancestros.

Danae Fiore y Ana Butto, doctoras en arqueología, realizaron una búsqueda de décadas que describen como una “odisea” para localizar el paradero de las colecciones que Martin Gusinde, sacerdote y etnógrafo alemán, llevó al continente europeo hace más de un siglo.

“Esta colección es muchísimo más completa de lo que tenemos. La variedad de objetos y su estado de conservación es mucho mayor a lo que nosotros conocemos hoy en Argentina, tanto en la colección que está en el Museo del Fin del Mundo como en el Museo de La Plata”, explicó Fiore, integrante de la Asociación de Investigaciones Antropológicas (AIA) con sede en la ciudad de Buenos Aires.

Gusinde, misionero de la Sociedad del Verbo Divino, realizó los trabajos de campo más significativos sobre las sociedades Selk’nam, Yagan (Yamana) y Kawésqar (Alakaluf) entre 1918 y 1924, y se llevó una vasta colección de materiales y artefactos cuyo paradero permaneció desconocido hasta ahora.

Tras un riguroso trabajo, las arqueólogas del Conicet lograron determinar que esas colecciones estaban en dos instituciones de Austria, en Viena: el Weltmuseum y el Monasterio de Sankt Gabriel, donde estudió y vivió Gusinde.

La cuidadosa selección de los objetos realizada por el religioso es culturalmente representativa de los pueblos originarios fueguinos e incluye un total de 391 objetos: 292 resguardados en el monasterio de Sankt Gabriel y 99 en el Weltmuseum.

Fiore precisó que para localizar las colecciones primero procesaron la información de las fotografías tomadas por Gusinde y con el análisis de escritos descubrieron que el sacerdote había llevado una parte de los objetos al Museo de Historia Natural de Santiago de Chile, pero desconocían qué había ocurrido con el resto.

Las investigadoras analizaron fotos y escritos de un siglo siguiendo el recorrido de las piezas, hasta que dieron con ellas. Foto: Télam.

 

A través de convenios con el Instituto Anthropos en Sankt Agustin, Alemania, las investigadoras pudieron ubicar las colecciones: “Fue toda una pesquisa larga y después tuvimos que pedir el permiso para que nos abrieran el depósito y hacer un inventario”, relató Fiore.

Y describió: “Era como bajar a la caja fuerte. Vas con una persona de seguridad, que te acompaña y te abre con llave”.

Con guantes y bajo estrictas normas de protección, las investigadoras pudieron tener en sus manos una amplia variedad de objetos como cestas, recipientes de corteza, arcos, puntas de flecha, arpones, modelos de canoas, vinchas, collares de caracoles e incluso artefactos ceremoniales como máscaras y diademas.

“El hallazgo de estas colecciones resulta muy relevante a nivel académico, ya que permite observar y analizar objetos producidos sobre materiales perecederos tales como madera, junco y cuero, lo cual facilita la investigación de piezas que nunca se encuentran completas en las excavaciones arqueológicas”, enfatizó Fiore.

Entre los primeros resultados del análisis, la arqueóloga destacó a las canastas que tienen etiquetado el nombre de la persona que las hizo: “Encontramos el nombre de Nelly Lawrence, una referente fundamental en la comunidad Yagan que ayudó muchísimo a Gusinde a entender la sociedad”.

“Para nosotras ver una canasta hecha por ella es como tocar el cielo con las manos, se nos ponía la piel de gallina, porque nosotras la conocemos por fotografías”, recordó Fiore.

Otro descubrimiento inédito es la carta manuscrita de venta de parte de la colección fueguina por el religioso al Weltmuseum en 1927: “Gusinde toma como propios estos objetos y cobra un dinero, que era algo común en esa época”, indicaron.

Sobre la relevancia del hallazgo, Butto, quien trabaja en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic) con sede en Ushuaia, señaló que no es sólo a nivel académico, sino también a nivel social: “Estas colecciones, identificadas en Europa, son de altísima importancia para las actuales Comunidades de Pueblos Originarios por tratarse de objetos de cultura material producidos por sus ancestros”.

La intención de las arqueólogas es iniciar el largo y complejo camino para devolver las piezas a las comunidades de las que surgieron. Foto: Télam.

 

Actualmente, se encuentra la comunidad Selk’nam Rafaela Ishton en el centro y norte de Tierra del Fuego; la comunidad indígena Yagan Paiakoala en la zona de Ushuaia, y varias comunidades Kawesqar que habitan el oeste del archipiélago fueguino en territorio chileno.

Por su parte, Fiore resaltó: “No se puede soslayar el reconocimiento de la soberanía de estos pueblos respecto de los objetos y la consulta nuestra sobre los próximos pasos a seguir».

Asimismo, adelantó que se está evaluando la posibilidad de una repatriación, “pero hay un conjunto de pasos a seguir”.

“Es un proceso complejo y muy largo que en primer lugar requiere tener una noción total de cuántos objetos son, en qué estado de conservación están y qué daño les haría el traslado”, detalló.

Para que la restitución sea posible, también se necesita de un acuerdo entre las actuales comunidades, los Estados argentino y chileno, y la embajada de Austria, que debe otorgar el permiso legal para el traslado de patrimonio cultural.

Además, se debe involucrar a los museos que hoy resguardan los materiales: “En términos informales hemos comentado la potencialidad de alguna restitución y ambas instituciones se verían favorables”, dijo Fiore.

Las investigadoras también remarcaron que las comunidades están “muy interesadas en seguir adelante” y que estas colecciones significan para ellas “constantes señales de validación acerca de las prácticas de sus ancestros, de los saberes que tenían y de las tremendas habilidades tecnológicas que una persona del siglo XXI no sabría resolver”.

“Estamos conectando de manera sincera y desinteresada a las colecciones con los que realmente son los propietarios originarios, que son las comunidades actuales”, concluyó Fiore.

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