La cruel persecución de los humanos contra los pueblos indígenas de la ficcional luna Pandora se profundiza con un emotivo acento familiar en Avatar: El camino del agua, la esperada secuela del universo de ciencia ficción con el que James Cameron rompió récords más de una década atrás, y que llega este jueves a las salas de cine con un despliegue visual y de efectos especiales que sabe aprovechar al máximo la espectacularidad de la pantalla grande. Sin embargo desde este miércoles hay funciones a modo de preestreno en los complejos Showcase, Hoyts, Cinépolis, Monumental y Del Centro.
“Poder actuar bajo el agua, que ese sea tu escenario, fue algo que nunca creí que lograría. Cada uno tiene su propia relación con el agua, y tuvimos que ser unánimes y aprender a ser un tipo diferente de Na’vi bajo el agua”, contó en diálogo con Télam la reconocida Zoe Saldaña sobre el desafío actoral que se volvió uno de los caballitos de batalla del film, en el que regresa como la hábil guerra nativa Neytiri.
Es que después del impacto que causó la cinta original en 2009, que le valió cuanto reconocimiento hubiere por su diseño y uso de efectos visuales, y el récord de taquilla histórico a nivel mundial -que aún ostenta, gracias a su reestreno en China de 2021-, era esperable que el director canadiense redoblara sus ambiciones para esta entrega. Y bien podría decirse que cumplió.
Al igual que con su antecesora, el también realizador de otros tanques como las dos primeras Terminator (1984 y 1991), Aliens (1986) y la megaexitosa Titanic (1997) acudió a lo último de la tecnología para crear las herramientas que hicieran realidad su visión. ¿La idea? Filmar con la ya popularizada técnica de captura de movimiento, que había mejorado y empleado para Avatar, pero ahora abajo del agua, algo nunca antes hecho en el cine.
Así, el elenco, al que también vuelve Sam Worthington como Jake Sully, líder de la tribu Omaticaya y pareja de Neytiri, debió aprender a bucear a pulmón, moviéndose con gracia y sin tanques de oxígeno ni ayuda alguna más que su propia capacidad de retener el aire. El producto -influenciado sin falta por el amor de Cameron por la exploración submarina- es una colección de imágenes atrapantes que triunfan en su intención de sumergir (valga la redundancia) al público en su historia.
De manera inevitable, la pureza del logrado y fantástico paraíso acuático entra en alternado contraste con la carga industrializada y explosiva de la raza humana que avanza sobre el virginal ecosistema de Pandora. También repitiendo la fórmula de la original, y sin exigir elaborados matices a la llana narración de Cameron, el valor de los recursos naturales, del sentido de justicia y de la unión entre iguales ocupa la centralidad de la trama.
Esta vez se reflejan en la nueva realidad de Jake, Neytiri y sus cuatro hijos, que deciden exiliarse de su clan cuando la revancha de los humanos los tiene en la mira, con la reaparición del coronel Quaritch (Stephen Lang) a la cabeza de la cacería. Sola, la familia llega a las costas de la cultura Metkayina, donde los humanoides Na’vi habitan fuera, dentro y en comunión espiritual con el agua.
Allí no sólo tendrán que integrarse a una forma de vida distinta, con los altibajos internos que el proceso conlleva, sino a entenderse y confiar los unos en los otros para defenderse nuevamente ante la usurpación y la destrucción de los terrícolas.
En vísperas de su lanzamiento, Télam conversó con Saldaña y el productor Jon Landau sobre el proyecto, que cuenta una vez más con interpretaciones de la genial Sigourney Weaver y de los recién llegados Cliff Curtis, Jamie Flatters, Britain Dalton, Bailey Bass y Jack Champion, entre más.
Sobre el regreso de la historia tras diez años del estreno del film original Saldaña sostuvo: “Fue muy emocionante, aunque con mucho nerviosismo, pero la verdad es que fue como un respiro de aire fresco. También fue muy desafiante, no voy a mentir, porque había todo un nuevo set de habilidades que necesitábamos aprender, como actuar bajo el agua. Fue muy intimidante la primera vez que me hablaron de eso, pero nos rodearon de entrenadores de excelencia que nos enseñaron el buceo libre, y lo que surgió de eso es totalmente estimulante, me llevo aprendizajes que sigo utilizando en mi vida personal”.
Por su parte, el productor Jon Landau se refirió a cómo se retomó en esta entrega temas como el racismo y el colonialismo que fueron presentados en Avatar: “Yo diría que no los repite, sino más bien que los continúa. Eso es lo importante, como cineastas queremos estimular esa conversación. Los humanos regresan, con ganas de vengarse, de causar más daños al planeta. La familia Sully está obligada a huir, a buscar auxilio en un clan que no es de los suyos, y se transforman en refugiados. Es algo muy reconocible en nuestro mundo, y tratamos con temas reales, pero lo hacemos a través de la lente de la ciencia ficción”.
Y sumó aceptando que la realidad supera a la ficción: “Vivimos en un mundo con tantas historias horrendas que aparecen constantemente en las noticias. Están ocurriendo muchísimas cosas que no deberían estar pasando, desde guerras que no tienen sentido, destrucción de bosques y selvas. Avatar da una oportunidad de reflexionar sobre todas estas cosas con una narrativa de entretenimiento, porque no estamos ahí para predicar, sino para entretener y, en el mejor de los casos, también generar algo en la gente para cuando salga del cine”.
Es sabido que James Cameron tiene muchos planes para el universo de Avatar, por eso se le preguntó a Zaldaña y a Landau hacia dónde se puede llegar a expandir esta historia en el futuro. La actriz sostuvo: “Yo quisiera conocer diferentes culturas, diferentes partes de ese mundo, de la misma manera en que personalmente me gustaría hacerlo en nuestro planeta. Justamente, la belleza de todo esto es que lo que vemos está inspirado por los encuentros que Jim (Cameron) y Jon tuvieron durante sus propios viajes”.
Por su parte, el productor mencionó: “Una de las cosas que nos pasó cuando desarrollamos las historias fue darnos cuenta de que podíamos pasar todas nuestras vidas en esta Tierra, viajando, y aún así no ver todas las maravillas que tiene o no conocer las diversas culturas que la hacen tan hermosa. Así que decidimos continuar esa inquietud en cada historia, y en cada secuela la idea es ir a nuevas locaciones para introducir toda una diversidad de pueblos”.
De cara al estreno del film, que promete ser tan o más exitoso que la entrega original de hace más de una década, Landau mencionó: “Yo espero que las personas experimenten una película, no sólo que la vean. Que lo experimenten como algo completamente nuevo, desde lo visual y desde lo emocional. Esta película es dramática y provocativa, y es para verla 100 por ciento en la pantalla grande”.
Y la actriz coincidió: “Totalmente. Yo espero que los espectadores se sientan muy conmovidos, porque hay muchísimas cuestiones que van a resonar en ellos, desde el valor de la familia y de mantenerse unidos hasta temas como la inmigración, lo que es empezar de vuelta en un nuevo lugar, hasta cuál es nuestro sentido de justicia, cómo y cuándo decidimos alzar la voz frente a algo completamente injusto. Pero también espero que nos movilice para viajar, y aprender a ver todo de nuevo, a través de la mirada de alguien más”.
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