El teatro como lugar de encuentro, el teatro como ese fenómeno estético y político que, al mismo tiempo, se vuelve una caja de resonancia de las problemáticas compartidas de un puñado de vecinos y vecinas. El teatro como un disparador para repensar lo cotidiano en sus tiempos históricos, más allá de los acuerdos y las diferencias. El teatro siempre, para todo y para todos y todas.
A casi dos décadas de su creación y muy en diálogo con el presente, donde los fenómenos culturales tienen que ser, entre más, una herramienta para acortar la brecha de la desigualdad que en gran medida ha gestado el estado de violencia que se vive en Rosario, el Circuito Interbarrial de Teatro (CIT), surgido en 2004 por iniciativa de Gustavo Guirado, no sólo uno de los mejores actores locales sino además un gran maestro, director y dramaturgo, lo que completa el concepto de esa calle ancha y profusa que supone el recorrido de un “hombre de teatro”, tiene desde noviembre ordenanza propia, un motivo más que valioso para repasar su potente recorrido y una búsqueda de sentidos iniciada en 2004.
El Concejo Municipal creó recientemente, con fecha del 17 de noviembre del 2022, el Programa Interbarrial de Teatro a través de la Ordenanza 10.422, a partir de un proyecto presentado por la concejala María Luz Ferradas de Ciudad Futura, y sus pares de bloque, Caren Tepp, Jesica Pellegrini, Juan Monteverde y Pedro Salinas, que establece una serie de pautas que ponen en valor un proyecto que ya es de la gente pero que así se garantiza su continuidad, algo que en los próximos meses el Ejecutivo municipal deberá reglamentar.
Será, según la flamante ordenanza, “con el fin de generar espacios de teatro descentralizados con la participación de vecinas y vecinos de los distintos Centros Municipales de Distrito”, con un elenco en cada uno de ellos y una coordinación general, que a partir de ahora, y formalmente, quedará en manos de la actriz, titiritera, directora y docente Carla Rodríguez, quien además es la docente del CM Distrito Norte y que integra un staff junto con las docentes y directoras Lumila Palavecino (CMD Sur), Marina Lorenzo (CMD Centro) y Claudia Schujman (CMD Noroeste).
“Esta ordenanza es un gran triunfo de todos estos años de trabajo, y lo más importante es que fue impulsada por los propios vecinos y vecinas más allá de que nosotros nos ocupamos de pasar los informes necesarios al Concejo. Pero un grupo de ellos, durante la pandemia, se organizó y propuso la creación de esta ordenanza que resguarde y proteja este proyecto en el tiempo, que tenga continuidad más allá de mi trabajo, dado que ya me estoy retirando, y de los que sigan detrás, y de la gestión que esté en la Municipalidad, como pasa con la Comedia Municipal Norberto Campos que también es un Programa creado por ordenanza”, destacó Guirado en diálogo con El Ciudadano.
El CIT es una gran tentación, porque invita a vecinas y vecinos a integrarse a la actividad teatral con o sin experiencia previa, y a producir bienes y servicios culturales desde sus lugares de residencia en los distintos barrios para luego mostrarlos en sus propios entornos pero además recorrer otros espacios y grandes coliseos locales con sus propuestas, como pasa cada año con los estrenos en La Comedia, fusionando la experiencia de lo escénico con el campo social, que en este tiempo posibilitó la creación de casi sesenta obras y un puñado de equipos de trabajo que fueron cambiando, creciendo y mutando en otros grupos y espacios, con propuestas de creación colectiva, algunas con temáticas surgidas de los propios vecinos y vecinas, también partiendo de improvisaciones, desarrollando así una de las formas más singulares que ofrecen las escénicas; pero también a partir del abordaje de obras y autores argentinos como Roberto Arlt, Armando Discépolo o Carlos Gorostiza, revisiones de clásicos de Brecht, Moliere o Shakespeare y hasta la relectura de la producción escénica del grupo de humor porteño Los Macocos.
Génesis y recorridos
“En enero de 2004, es decir que estamos a punto de cumplir 19 años de recorrido, me proponen que presente un proyecto y, entre otros, llevé éste del CIT. En lo personal, me interesaba probar y ver, porque no estaba seguro, si los vecinos de los barrios de Rosario, de la periferia, tendrían la posibilidad de producir bienes culturales de calidad, entendiendo por calidad un trabajo lo más cuidado posible dentro de un ámbito de producción teatral no profesional”, recordó Guirado, quien destacó que de entrada, entre sus intereses, estaba la idea de romper con cierta mirada condescendiente respecto de este tipo de fenómenos.
“El objetivo inicial era que se creara un grupo de teatro en cada distrito de la ciudad, y que incluso funcionara dentro de cualquier institución barrial, más allá de los Centro de Distrito en sí, siendo ese grupo representante de ese distrito llevando adelante un trayecto permanente de formación y además cumpliendo con otros dos objetivos: crear, ensayar y estrenar una obra para luego presentarla en toda la ciudad. Hasta ese momento era algo inédito: un teatro hecho por vecinas y vecinos para sus pares, gente que cuando salía con las obras de su barrio quizás era la primera vez que visitaba otros barrios de su ciudad e incluso los grandes teatros. La esencia de este programa pasa por la circulación de estas producciones, un servicio cultural que es ofrecido en forma gratuita a la comunidad. En ese primer momento se formaron los grupos del Sur y del Norte que perduran hasta hoy; también los del Noroeste, Suroeste y Oeste, más allá de los inevitables cambios y mutaciones que implicaron cierres de grupos, reaperturas y la incorporación del Centro”, detalló Carla Rodríguez, quien sumó que en este momento están activos cuatro grupos, “La Sudestada que funciona en el Sur desde 2004, el grupo Locos de la Jaula en el Norte, también desde 2004; en el Centro, desde 2016, está El Malandraje, y el grupo El Telonazo, del Noroeste, que funciona desde 2009”.
“Me preocupó desde un principio –continuó Guirado– que se cuidara a esas producciones de la mejor manera, por eso que también desde un comienzo era muy importante encontrar a directores y directoras de teatro que se ocuparan de hacer esos recorridos junto a los vecinos y vecinas. No fue sencillo: se necesita un perfil muy especial que va incluso más allá del talento de cada uno; se necesitaban profesionales que puedan producir dramaturgia, que sepan leer lo que proponen esos cuerpos en escena, una sensibilidad política muy especial porque no hay nada más político que el cuerpo; se trata de ver qué acontece, qué circula en ese grupo de personas que responden no solamente a una identidad particular de la ciudad sino también a una geografía. La idea fue que esas geografías donde habitan esos vecinos y vecinas también hablaran”.
“En estos recorridos –siguió Guirado–, los textos se vuelven impulsos importantes para luego cruzarse con las historias individuales y colectivas de cada uno de los grupos, por eso es tan importante la capacidad de dramaturgistas que deben tener quienes dirijan esos grupos, partiendo de la lectura de eso que circula y luego la etapa de escritura de la obra que en lo personal he acompañado en todos estos años y que en estos casos va un poco de la mano del montaje final de cada obra”.
En el mismo sentido, Rodríguez planteó otros objetivos que fueron apareciendo con el paso de los años. “Fueron surgiendo otros objetivos, como por ejemplo renovar los grupos y que se fuera sumando gente que oxigene los grupos existentes mientras que los que ya están aportan su experiencia; por eso es que la inscripción está abierta todo el año. También es muy enriquecedora la presencia de jóvenes con adultos e incluso con adultos mayores. En un momento, cuando presentamos Babilonia con Locos de la Jaula, llegamos a tener tres generaciones de una misma familia en escena, una abuela, su hijo y su nieto. Y ahora, en la versión de Los Albornoz (de Los Macocos), hay una mamá con sus tres hijos, dos de ellos adolescentes”.
Y para cerrar, y reconocer que el gran objetivo de este 2022 fue el relanzamiento del programa tras el paso de la pandemia, Rodríguez remarcó: “Es muy importante lo heterogéneo y lo diverso de los grupos y los recorridos que se fueron potenciando, también como un nuevo objetivo, dado que los mismos integrantes fueron proponiendo nuevos lugares donde hacer funciones, nos fueron convocando, y así apareció la necesidad de llegar al centro, dado que al principio sólo recorríamos la periferia de la ciudad. Así también surgió un ciclo que es anual, donde presentamos todas las obras para instituciones culturales en La Comedia. Esa funciones se hacen siempre a sala llena y se genera un hermoso fenómeno entre el escenario y la platea, incluso es algo infrecuente ver una obra teatral con 25 actores y actrices y un público muy sensibilizado por el amor y la entrega con la que ofrecen su trabajo, más allá de la obra en sí. Es por esa fuerza de lo colectivo y de lo diverso que tienen estas propuestas; hay un gran respeto por la diferencia y el cuidado de los demás, del mismo modo que la contención afectiva y la ayuda mutua, donde cada uno o cada una le dice al otro o a la otra «vos podés»”.
Centro y periferia
La progresión que tuvo en estos años el CIT derivó en que muchas de las obras tengan, más allá de sus estrenos y funciones en sus espacios de gestación, otras en espacios hegemónicos, como pasa con el referido primer coliseo municipal La Comedia, entre otras salas, que más allá de una supuesta legitimación de grupos y obras, esa acción dialéctica de mover las obras de la periferia al centro y viceversa aceita mecanismos para que esos lugares de la dispar geografía local por los general escindidos estén un poco más en diálogo.
“Si bien desde hace varios años hacemos un ciclo donde apuntamos a que se tengan en cuenta todos los factores vinculados con la teatralidad de cada propuesta, en el teatro La Comedia, con esa sala llena porque además trabajamos con los Empa y las escuelas para adultos, y es un momento muy esperado por cada grupo porque esas funciones cuentan además con todos los recursos técnicos, después vienen otras funciones, por ejemplo en el patio de la Cárcel de Mujeres o en el Irar, o en los patios de algunas escuelas o en debajo del tinglado de alguna vecinal que lo pide o en geriátricos, y esas funciones no tienen esa técnica e incluso algunas son a la luz del día, pero tienen siempre el mismo compromiso”, contó Guirado.
Y destalló: “Las y los vecinos que participan de este proyecto son conscientes de esa dualidad; pueden estar en un gran teatro o en cualquier otro lugar, lo importante es mover las obras, generar esos recorridos con las obras completas o con un fragmento como estamos haciendo ahora, porque también están pensadas para eso. Esa conciencia de servicio público y para los demás es algo que hemos defendido mucho en todos estos años; pasaron por la Municipalidad distintas gestiones pero nosotros mantuvimos este criterio dentro del proyecto que es político, porque es una decisión, pero que poco tiene que ver con la política”.
Antigrieta
Respecto de esos diálogos que esos cuerpos, historias e imaginarios logran producir en escena, algunos por primera vez en su vida, Guirado, como un dato relevante, destacó finalmente: “Esta violencia que estamos viviendo en los últimos años, sobre todo política y a la que llaman grieta pero creo que es bastante peor que una grieta, queda de lado en el CIT: quienes participan, vienen de todas las extracciones políticas posibles; hay peronistas, gente del PRO, hay algunos que defienden algunas cuestiones dictatoriales, los hay de izquierda, también socialistas, entre más. Y sin embargo, eso nunca fue un impedimento para abordar algo común donde siempre, todos los proyectos, tienen planteamientos políticos fuertes, en particular esta idea de desigualdad y violencia en la que estamos sumidos en la ciudad. Este es un espacio donde hay un ejercicio de ciudadanía y de democracia, concreto, efectivo y palpable. Más allá de que haya obras que tengan más de cincuenta funciones, otras mucho menos y otras que van camino a ser clásicos del CIT, como pasa con versiones de Esperando la carroza o Sueño de una noche de verano“.
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