Un pequeño grupo de mujeres protestó hoy en Kabul, la capital de Afganistán, en rechazo a la prohibición de estudiar en la universidad impuesta esta semana por el Gobierno talibán, y algunas de ellas fueron detenidas, informó una activista.
La protesta, inicialmente prevista frente al campus de la Universidad de Kabul, la más grande y prestigiosa del país, se vio obligada a desplazarse a un barrio cercano debido al gran despliegue de fuerzas de seguridad en los alrededores de la casa de estudios.
“Derechos para todos o para nadie”, vociferaron unas 20 mujeres, vestidas con el velo que cubre la cabeza y el pecho, o hiyab, y algunas con mascarillas, mientras levantaban el puño reclamando que se les permita estudiar, informó la agencia de noticias AFP.
No obstante, “algunas mujeres fueron detenidas por mujeres policías que se las llevaron”, relató una manifestante que pidió reservar su identidad.
“Dos mujeres fueron puestas en libertad, pero varias permanecieron arrestadas”, aseguró.
Entre los detenidos hay tres periodistas que cubrían las protestas y cinco mujeres que se manifestaban en Kabul, precisó la agencia de noticias Europa Press citando al canal de noticias afgano Tolo News.
El ministro de Educación Superior talibán, Neda Mohammad Nadeem, instó a la comunidad internacional a no interferir en los “asuntos internos” de Afganistán, luego de que el G7 pidiera que se revierta la prohibición del acceso de mujeres a la universidad.
“Les hacemos un llamado para que no interfieran en nuestros asuntos internos. Por un lado, piden garantizar los derechos de nuestras hermanas, mientras que por otro imponen restricciones a los musulmanes en el país”, agregó Nadeem en una entrevista en la televisión estatal, informó la agencia de noticias Europa Press.
Las universidades en Afganistán fueron vetadas para las mujeres porque “no respetaban el código de vestimenta”, agregó y destacó que “el hiyab es obligatorio en el Islam”.
Las jóvenes que estudiaban en una provincia lejana de su domicilio “no viajaban tampoco con un mahram, un acompañante masculino adulto” y “nuestro honor afgano no permite que una joven musulmana de una provincia termine en una provincia lejana sin que la acompañe su padre, hermano o esposo”, declaró.
Más temprano, los ministros de Relaciones Exteriores del G7 evaluaron tras una reunión virtual que el trato de los talibanes a las mujeres y las niñas en Afganistán puede ser considerado “un crimen contra la humanidad” y pidieron que se revierta la decisión de prohibir su acceso a la universidad.
Las protestas de mujeres son cada vez menos frecuentes en Afganistán desde la detención de destacadas activistas a principios de año. Las participantes corren el riesgo de ser arrestadas, sometidas a violencia y estigmatizadas.
“Las niñas afganas son un pueblo muerto (…) lloran sangre”, declaró Wahida Wahid Durani, estudiante de periodismo en la Universidad de Herat, en el oeste del país.
“Están usando toda su fuerza contra nosotros. Me temo que pronto anunciarán que las mujeres no tienen derecho ni a respirar”, agregó la estudiante, según AFP.
Ayer, guardias armados prohibieron a cientos de mujeres el ingreso a la universidad, luego de que el Ministerio de Educación Superior emitiera un decreto en ese sentido, en un nuevo golpe del Gobierno talibán contra los derechos de las mujeres.
En solidaridad, medio centenar de profesores universitarios renunciaron, mientras que sus compañeros varones abandonaron las aulas e iniciaron pequeños focos de protestas.
Ya en marzo, las autoridades del país musulmán habían expulsado a las adolescentes de la educación secundaria, lo que les alejaba de cualquier intento de acceder a la universidad y que llevó a muchas familias a arreglar matrimonios para asegurar el futuro de sus hijas.
Pero el veto no había llegado a la enseñanza superior, lo que permitió a muchas mujeres anotarse hace menos de tres meses para rendir los exámenes de entrada a la universidad.
Además de prohibir la educación, los talibanes expulsaron a las mujeres de los puestos públicos, les prohibieron viajar sin un familiar varón y les impusieron el uso de la burka, la vestimenta que las cubre de cabeza a los pies y que solo deja ver sus ojos a través de una hendidura.
El último veto había sido en noviembre pasado, cuando les prohibieron el ingreso a parques, ferias, gimnasios y baños públicos.
La comunidad internacional hizo del derecho a la educación de las mujeres una condición clave en las negociaciones para facilitar ayuda humanitaria al país y reconocimiento de las nuevas autoridades.
La ONU, Estados Unidos y la Unión Europea criticaron esta última decisión del gobernante movimiento islamista, que había prometido tolerancia al retomar el poder en Afganistán en 2021 luego de forzar la retirada estadounidense tras 20 años de guerra insurgente contra la coalición militar internacional que los había derrocado en 2001.
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