Nicolás Cabré, quien debuta como director al frente de la adaptación de la comedia inglesa Tom, Dick & Harry, que se estrenará el próximo 7 de enero en el porteño Multiteatro, protagonizada por Mariano Martínez y Mercedes Oviedo, reconoció que ocupar ese rol por primera vez en tres décadas de carrera le «resultó natural».
«Si lo pienso un poco, tengo 42 años y hace 32 que actúo con directores increíbles, y me di cuenta de que la experiencia, si bien no era algo que tenía tan presente, en algún lado está», confió a la agencia de noticias Télam el actor que a lo largo de 30 años fue dirigido por nombres propios de la talla de Alfredo Alcón, Hugo Arana y Arturo Puig.
A pocos días del estreno, sentado junto a Martínez en una de las butacas de la sala, reconoció que el puntapié de este proyecto, que completan Bicho Gómez, Yayo Guridi y María Valenzuela, fue volver a trabajar junto a su amigo y ladero de diversas aventuras después de once años.
Pero Cabré, quien actualmente protagoniza en esta misma sala Me duele una mujer con Carlos Portaluppi y Mercedes Funes, no tenía margen para interpretar las dos obras a la vez. Entonces recordó un texto que había leído hacía muchos años y le dijo a su excompañero en las tiras Son Amores (2002, eltrece) y Los Únicos (2011, eltrece) que la única manera de trabajar juntos era como director.
Pero las cajas de whisky y los celulares de contrabando que escondió Dick y el cadáver que Harry planea vender ilegalmente a la facultad de medicina complican drásticamente la imagen de su hermano.
«El proyecto surgió de las ganas de trabajar juntos. Él tenía ganas de encontrar una obra y yo le sugerí ésta, que la había leído hacía mucho, porque pensaba que le podía gustar. En ese momento le dije que la única manera de trabajar juntos era si yo la dirigía pero que no sabía quién tenía los derechos», contó Cabré.
Y Martínez sumó: «Al poco tiempo, en una reunión le conté al pasar a Tomás Rottemberg mi interés en la obra. Y fue muy loco porque después Juan Caballero, el productor de Me duele una mujer, lo llamó a Nico y le dijo que Tomás le había comentado nuestro interés y que él tenía los derechos. «Si la quieren hacer, nosotros encantados», y acá estamos».
Respecto de qué le gustó de la obra, Martínez destacó: «Que es una historia divertida y absurda. Mi esposa está nerviosa y hace mucho hincapié en que mis hermanos no se metan, pero ellos tienen buenas intenciones. Como mi personaje siempre los ayuda, quieren darle una mano pero se mandan cagada tras cagada, todo se vuelve un delirio y eso es muy gracioso».
Respecto de una obra inglesa y del proceso de adaptación al humor y la idiosincrasia argentina, Cabré evaluó: «No fue complejo. Entre otras cosas, por eso yo le había dicho a Marian que la leyera, porque es raro que te llegue una obra que es redonda por todos lados. Más allá de cambiar el lugar geográfico donde sucede, la obra aborda un tema muy particular desde un absurdo universal, así que no hizo falta transformarla en lo más básico».
En el mismo sentido, el actor habló de este nuevo rol en la dirección teatral: «Estaba entre mis deseos, no tan en primer plano, pero sabía que en algún momento me iba a ir por ahí. Siempre que actúo me meto, tuve la suerte de que los directores con los que trabajé me lo permitieron, que me dejaron opinar, «probemos esto, probemos lo otro», así que sabía que, en algún momento, iba a tener ganas. Lo tenía como un deseo para un futuro ideal del tipo «me gustaría probar y ver qué onda», pero había algo que me tiraba para ese lado».
Luego del trabajo realizado y a días del esperado estreno, sumó: «Me encanta dirigir. Por momentos estoy tentado de decir que me gusta más que actuar. Encontré un lugar que me divierte mucho, me gusta, lo disfruté, viví una experiencia linda rodeado de gente que me ayudó mucho y me sentí cómodo. A lo largo de mi carrera me tocó trabajar con nombres increíbles, siempre los escuché mucho e iba preguntando el porqué de las cosas. Entonces, algo de todo eso tal vez me quedó».
A su tiempo Martínez habló de cómo fue encontrarse con Cabre en ese nuevo rol: «Me encantó, no fue nada raro. Fue todo natural, le sale muy bien y para mí, como artista, estar en su debut como director es espectacular. Todas las puntas que nos fue tirando para armar los personajes fueron buenísimas y por eso tenemos esta obra sólida y divertida».
Cabré habló finalmente acerca de cómo fue la elección del elenco: «Contemplando que era mi primera dirección, para mí tenerlo a él era una tranquilidad enorme, saber que tengo un pilar, y con el resto también. Sabía qué podía pedirles, a dónde podía llevarlos con la actuación y para mí eso era muy importante. Desde el primer día me tuve que creer que les iba a hablar y ellos me iban a escuchar, y cuando yo les hablaba ellos estaban ahí y me escuchaban, y eso me liberó. Me ayudó mucho cuando les dije «hagamos esto» y ellos lo hicieron. Me terminaron de dar el empujón para que ocupara el lugar, en gran parte gracias a que me hicieron sentir: «Te escuchamos, ocupá el lugar, hacete cargo»».