Lionel Messi llevó a Argentina a lo más alto del podio. La obtención de la Copa del Mundo en Qatar es sin dudas el corolario de una carrera tremendamente exitosa que lo pone a tope en la lista de los mejores jugadores de todos los tiempos. Ya hay poco para discutirle al crack rosarino, que desde la obtención de la Copa América disfruta a pleno jugar con la casaca albiceleste.
Pero los rosarinos se quedaron con una sensación rara. Una mezcla de bronca con culpa inevitable. Todos querían homenajear a Messi. Una fiesta en las calles con el ídolo paseando en un micro descapotable, un acto en el icónico Monumento o alguna presentación pública donde los hinchas pudieran brindarle su afecto. No pudo ser. Los desbordes producidos en Buenos Aires cuando el plantel de la Selección intentó llegar al Obelisco fue un mal presagio. Y si bien hubo amagues del Gobierno provincial y municipal en armar algo, al final el pueblo se quedó con las ganas.
Es cierto que organizar una movida con Messi y Ángel Di María, el otro héroe local, era complicado. A Messi le costó entrar a un salón de fiesta de la zona norte para el cumpleaños de quince de su sobrina, se le hizo difícil salir de Kentucky desde el mismo lunes que llegó, y su presencia encandilante es un imán que atrae a la gente, deseosa de una autógrafo, una foto o al menos un saludo.
Y en una Rosario sitiada por las balaceras, las muertes impunes y una inseguridad imposible de frenar, para los gobernantes el posible homenaje pasó a ser un problema.
¿No se podía hacer nada? Tal vez sí, aunque asumir el riesgo era una mochila que nadie quería cargarse. Por eso Messi tuvo su homenaje, pero en privado, en el Casino, donde hace algunos años eligió casarse con Antonella. Fue su propio homenaje y fue un éxito. Estuvieron Ángel Di María y Leandro Paredes, también homenajeados. Tocaron Los Palmeras, La K’onga y La Mosca. Hubo invitados locales queridos por Lionel, como Maxi Rodríguez, Javier Mascherano y el Tata Martino. Hubo cotillón celeste y blanco y la famosa frase “andá pa’lla bobo” formó parte de los accesorios. Y hubo torta, en realidad un alfajor gigante gentileza de una empresa santafesina muy conocida en el rubro.
Lejos de la alegría de la noche en el City Center, Rosario intentó un homenaje en imágenes. Un mapping con imágenes de Messi, Di María y Correa con la Copa del Mundo, y un mensaje grabado por los tres futbolistas que se proyectó en la torre principal del Monumento fue el intento de compensar la falta de una movilización más popular. Pero fueron pocos los hinchas que se acercaron para ver estas proyecciones, la gran mayoría prefirió estar en las afueras del City Center esperando un saludo o al menos ver desde lejos a los ídolos. Y la bronca y la decepción por un homenaje frustrado fue imposible de ocultar en los rosarinos.