Por Mariano Hamilton / Noticias Argentinas
Según aparece en los diferentes portales, las diferencias entre el entrenador de la Selección, Lionel Scaloni, y el presidente de AFA, Claudio Chiqui Tapia, están saldadas. Dicen que lo único que falta es que el entrenador viaje de Mallorca (en donde reside con su familia) a Buenos Aires para estampar la firma.
Es más, en varias ocasiones Tapia dijo ya tienen «un acuerdo de palabra y para mí la palabra vale más que cualquier contrato”. Eso es verdad: Tapia rescindió los contratos de Bauza ni bien asumió en la AFA y firmó con Sampaoli por cuatro años. Luego del Mundial de Rusia también tiró por la ventana el contrato de Jorge Sampaoli. Es decir, los papeles firmados valen tanto como se tarde en conseguir un acuerdo para la salida del técnico de turno. La palabra, en cambio, es algo inasible, intangible y, por lo tanto, incomprobable.
El entrenador dio una entrevista en España y, además de otros temas más puntuales, fantaseó con dirigir alguna vez a España: “¿Por qué no? Si es mi segunda casa…”. También dejó claro que las negociaciones con la AFA están avanzadas, pero no cerradas. “Cuando vaya a Buenos Aires anunciaremos lo que se tenga que anunciar”, dijo.
¿Qué cosas son las que ya están resueltas en las negociaciones y qué cosas son las que podrían entorpecer la renovación? Hay respuestas para todos los gustos.
La parte económica está casi resuelta, salvo una cuestión que tiene que ver con los impuestos, ya que Scaloni tributa en España. También se deben ajustar algunos asuntos de los colaboradores de Scaloni: Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala. Igual, la plata no es el principal problema porque la AFA está dulce después de haber recibido casi 40 millones de dólares por ganar el Mundial.
Para Scaloni, es importante dejar claras algunas cosas que no le gustaron en los últimos años y que tienen mucho que ver con algunas actitudes destempladas de Tapia que, hasta el título en Qatar, se ocupó cada vez que pudo de dejarle claro al entrenador que, sin él, no sería absolutamente nada, ya que fue quien se jugó para ponerlo en el cargo contra todas las opiniones.
Sin embargo, una cosa es estar agradecido por la oportunidad que se le dio (Scaloni lo está) y otra muy diferente es agachar la cabeza y rendir pleitesía como si Tapia en lugar del presidente de AFA fuera el Rey de la Argentina. Y eso pasó en algunas ocasiones.
Hay una anécdota que quedó grabada en el entrenador argentino y que no quiere que se repita. Ocurrió el lunes 26 de septiembre en el Hotel Westin, de Nueva Jersey. Esa noche, la previa al partido amistoso con Jamaica, Tapia realizó una fiesta en la suite que ocupaba para disfrutar con los dirigentes del ascenso que había viajado a la gira por Miami y Nueva York. Esos dirigentes eran los que no iban a ir a Qatar, por el cupo impuesto por la FIFA, y Tapia decidió llevarlos a esa gira para “pagarles” los votos que lo llevaron a la presidencia de la AFA.
El asunto es que la fiesta organizada por Tapia avanzaba y, ya de madrugada, Scaloni le golpeó la puerta para pedirle que, al menos, bajaran el volumen de la música porque los jugadores estaban descansando. Cuando Tapia lo vio, se acercó y le dijo: “Andá pibe, que vos estás acá porque yo te puse”. Y cerró el diálogo con un portazo.
Esas son las cosas que Scaloni no quiere volver a vivir. Una cosa, repetimos, es ser agradecido y otra muy diferente es permitir que te apaguen los puchos en la frente. Y esa es la lógica que Scaloni quiere romper con Tapia. Otra cuestión tiene que ver con la organización de los torneos locales, ya que Scaloni reclama que haya disponibilidad de los jugadores para las Selecciones juveniles. Porque considera que esa plataforma es importante para mantener vivo el recambio en el equipo mayor.
Estas son las cosas que, por ahora, tienen parada la firma del contrato de Scaloni por cuatro años más al frente de la Selección. Todo indica que se va a arreglar. Pero también hay que decir que la firma no es una simple formalidad. Hay cosas que charlar y que aclarar.
En eso está el entrenador mientras Tapia, por primera vez desde que es el presidente de AFA, no tiene el control absoluto de la situación. Habrá que ver qué hace «El Chiqui» ante esta nueva realidad. Esperemos que sea más inteligente de lo que lo fue el día que llegó la Selección a Ezeiza, después de ganar el título, y por sus caprichos y revanchas personales privó al pueblo argentino de disfrutar a los jugadores levantando la Copa del Mundo en la Casa Rosada.