Desde que Federico Calermo se visibilizó como varón trans en el geriátrico Aymará, sus días en el trabajo se transformaron en una pesadilla: “Están todo el tiempo hostigándome, buscando cualquier detalle, cualquier motivo para echarme”, expresó el joven a El Ciudadano. El punto de quiebre se produjo en marzo de 2021, y desde ese momento los episodios de violencia se multiplicaron al ritmo del prejuicio que sostiene la patronal y el personal jerárquico de la residencia: “Me mandaron una carta documento con mi nombre anterior y hasta el día de hoy me tratan en femenino. Todo el tiempo se los remarco, pero llega un momento en que te cansa”.
Incluso durante el embarazo de su hijo y después del parto las secuencias transodiantes no cesaron. “Yo soy papá de una bebé que tiene un año y tres meses, y cuando se enteraron de mi embarazo sufrí comentarios de odio”, aseguró. Además, detalló que le hacían comentarios del estilo: «¿Y ahora te vas a sacar las tetas y te vas a poner pito?». O: «¡Qué lástima! Pensé que te ibas a arreglar». Sin embargo, Fede asegura que el conflicto no lo tiene con sus compañeras de trabajo o las abuelas y abuelos que viven en el hogar. “Yo me senté un día con ellas y les dije que quería que me llamen Federico y lo tomaron re-bien. El problema son ellos. Mi jefe directamente no me registra”, explicó.
En este sentido, indicó que desde hace tiempo viene solicitando una reunión con los propietarios de la institución para buscar una solución. “Para mandarme una carta documento sí están”, se lamentó. También indicó que todavía aparece registrado con su nombre anterior en el recibo de sueldo y en las planillas de trabajo, y que a menudo sufre cambios de horario de forma intempestiva sin mediar conversación alguna. “Yo les pregunté por qué me cambian todo el tiempo los turnos, y la respuesta fue que desde que arranqué mi transición mi presencia incomodaba en la residencia. A partir de eso dije «listo, hasta acá llegué»”.
Por otra parte, en los últimos días el trabajador recibió una intimación por parte de la empresa en la que se le imputan una serie de hechos vinculados a los quehaceres laborales y donde se le impone una sanción de la que nunca fue notificado. “Yo nunca me enteré que me habían mandado una carta documento. Lo supe porque vi un horario donde figuro suspendido. No entendí qué pasaba, entonces le pregunté a mí encargada y me dice: «No, no tenés que venir». Es la única respuesta que me dan. Yo no aguanto más estar trabajando bajo presión. Ponerle el cuerpo todos los días me cuesta cada vez más”.
“Una maniobra de mala fe patronal”
El abogado Marcos Peiretti representa a Federico frente al conflicto que mantiene con la residencia Aymará, y señaló que se trata de una “maniobra de mala fe patronal” por lo que fueron rechazadas todas las acusaciones que motivaron las distintas sanciones disciplinarias, y que a su vez se intimó al grupo empresario a respetar la identidad de género de su empleado después de que fracasaran las instancias verbales: “Se les planteó la cuestión de la manera en que debían referirse a él, y esto nunca fue acatado. Apelamos a la calidad humana e intelectual de los empleadores sin éxito alguno”, apuntó.
En esta línea, el abogado reiteró que desde el comienzo advirtieron un trato diferencial desde que el joven comenzó su transición de género: “Hablando mal y pronto empezaron a buscarle el pelo al huevo, entonces cualquier situación es una llamada de atención. Vemos fabulación o se generan situaciones que terminan llevando al empleador a plantear sanciones”. Peiretti sostiene que el objetivo final es “extinguir el contrato de trabajo que los une, sin responsabilidad alguna”, y que esto no puede estar desligado de lo que las propias encargadas de la residencia le manifestaron en relación a la “incomodidad que genera en ellos o en los familiares de los internados su identidad de género”.
En relación a las alternativas que ofrece el campo jurídico, el letrado explicó que la ley de Contrato de Trabajo carece de soluciones reales para los trabajadores en conflicto: “Esto podría configurar una injuria laboral y da pie para que Federico se dé por despedido directamente, volviéndose acreedor de una determinada indemnización. Pero acá el objetivo es que él pueda conservar su puesto de trabajo y que sea respetado”, remarcó. En relación a la ley de Identidad de Género advirtió que tampoco hay sanciones previstas ni lugares a donde las personas puedan recurrir cuando suceden este tipo de situaciones.
“Nos pasó incluso con el Ccorreo Oficial de la República Argentina: al ir a mandar el telegrama le exigían que consigne su nombre tal cual figura en el documento cuando el artículo 2 de la ley es claro y establece que eso no debe ser así. Son muchos los sectores donde se registra hostilidad” comentó el letrado, quien ya intervino en otros casos similares por episodios de discriminación. “Esto lo veo muy seguido. Pero no es tan habitual en el ámbito laboral por otra problemática que golpea al colectivo travesti trans que es la falta de acceso al empleo formal”, recordó.