Dos policías acusados de extorsionar a un anciano bajo amenaza de abrirle una causa penal por abuso sexual de una menor regenteaban una casa de citas en la zona norte de la ciudad sin ningún tipo de pudor. Tarjetas personales con la imagen cartográfica de una rubia exuberante en ropas íntimas junto a tres números telefónicos que ofrecían “chicas vip” para masajes, fantasías y fiestas privadas estaban dentro del auto particular de uno de los efectivos detenidos, quien junto a su compañero, resultó ser titular de los números telefónicos que publicitan los servicios de prostitución. Ambos recuperaron anteayer la libertad por orden del juez Javier Beltramone, quien instruye la causa.
La investigación surgió a partir de los dichos de un hombre de 75 años, quien denunció que el pasado 30 de septiembre cuatro personas, entre ellas dos vestidos con uniformes policiales, se presentaron en su domicilio particular, ubicado en inmediaciones de Servando Bayo y La Paz, y tras ingresar con prepotencia le exigieron 5.000 pesos a cambio de no llevarlo detenido por una denuncia que existía en su contra por abusar de una menor de edad. También dijo que los visitantes vestían chalecos azules y uno que se presentó como policía portaba un arma y esposas.
Algo similar expuso un primo del anciano, quien dijo que cuando llegó a la vivienda se cruzó con los desconocidos y vio muy compungido a su familiar. Por eso tomó nota de la patente del auto particular en el que andaban los presuntos extorsionadores, que fue fácil de identificar por tratarse de un antiguo modelo Alfa Romeo que tenía prohibición de circular.
A última hora del 1º de octubre y ya librada la captura del vehículo denunciado, el rodado fue avistado durante un operativo policial en inmediaciones de la cancha de Newell’s. Así cayó el primer detenido, Mario Z., quien se desempeña como suboficial en el Comando Radioeléctrico.
La pista que llevó a los investigadores al segundo sospechoso estaba al alcance de la mano. En el interior del Alfa Romeo secuestrado yacía una pila de tarjetas que publicitaban un lugar conocido como “La Escalera”, en bulevar Rondeau al 900, y en cuyas inscripciones figuraban tres números teléfonos, que resultaron estar a nombre de dos efectivos de la UR II. De ahí que dieron con Gustavo I., empleado del penal policial de la alcaidía mayor de Jefatura. El otro número pertenece a Mario Z. Ambos tienen diez años de servicio en la fuerza, confiaron voceros policiales y judiciales.
Si bien se trata de un delito menor cuya acción penal se extingue con una multa, fuentes allegadas a la causa se manifestaron sorprendidas por el grado de impunidad con el que se desenvolvían los efectivos policiales, que anteayer recuperaron la libertad aunque fueron pasados a disponibilidad y continúan imputados por el delito de extorsión agravada.
En las indagatorias, ambos policías reconocieron haber ido a la casa del anciano denunciante para acompañar a una amiga llamada Yanina que buscaba a su hermana menor que había ido a visitar al dueño de casa.
Los dos imputados dijeron además que ese día no fueron cuatro los que se presentaron sino dos, acompañados por la mujer, y que tras tocar timbre salieron dos menores llorando, de 12 y 14 años, y se metieron en el auto. Los uniformados no dijeron en su declaración por qué lloraban las menores pero deslizaron que le advirtieron al anciano que tenga cuidado porque eran menores, según dijo una fuente judicial.