Las enfermedades poco frecuentes (EPOF), que afectan a más de 3.6 millones de argentinos vienen teniendo un rol protagónico en la investigación y desarrollo de medicamentos, siendo el foco de más de 5 mil estudios clínicos en los últimos años y, gracias a avances científicos, a la optimización del diseño de estudios clínicos, la colaboración entre los actores involucrados y saltos gigantes en el campo de la inteligencia artificial, se está acelerando como nunca antes el desarrollo de opciones de tratamiento.
A partir de nuevos y mejores métodos de diagnóstico, a diario se identifican más enfermedades raras y un reporte reciente ya identificó más de 10.800, mientras que la cifra que venía manejándose históricamente era la de entre 6 mil y 8 mil.
“El crecimiento del interés por las enfermedades de baja incidencia o poco frecuentes, combinado con nuevos abordajes en el desarrollo de medicamentos y modalidades de tratamiento innovadoras, beneficiarán a millones de pacientes”, según afirmaron desde CAEME, la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales, que representa a las empresas farmacéuticas y biotecnológicas que desarrollan y comercializan medicamentos innovadores en el país, en el marco del Día Mundial de las EPOF, que se conmemora este 28 de febrero.
La odisea que experimentan muchos pacientes con EPOF hasta dar con el diagnóstico certero, en promedio, lleva de 4 a 5 años, pero, en ocasiones, supera la década. En parte, esto se debe a que la mayoría de los profesionales de la salud no vio nunca un caso de este tipo en sus años de práctica médica, dado que algunas de estas patologías afectan solo a un puñado de personas en el mundo. Esa incertidumbre y todo el tiempo que demandó un diagnóstico tan complejo, representan una carga enorme en términos psicológicos, físicos y socioeconómicos, que impacta tanto en el paciente como en su entorno.
“Para dar respuesta a la necesidad insatisfecha que existe, la industria farmacéutica vino consolidando su foco en I+D orientada a las EPOF y explorando caminos que permitan acelerar los tiempos para contar lo más pronto posible con más y mejores medicamentos. Para lograrlo, se está trabajando colaborativamente entre comunidades de pacientes, investigadores, laboratorios farmacéuticos y autoridades regulatorias”, describió la Dra. Susana Baldini, Directora Médica de CAEME.
La inteligencia artificial
Durante la última década, el número aceptado de enfermedades poco frecuentes variaba entre las 7 mil y 8 mil, siempre incrementándose. Recientemente, un reporte internacional consolidó diferentes registros y elevó la cantidad a 10.867, un tercio por encima de los cálculos previos. Además, el reporte identificó poco más de 500 EPOF para las cuales existen tratamientos (desde cambios en la alimentación, uso de dispositivos médicos, cirugías y terapias farmacológicas).
Al respecto, Dra. Baldini especificó: “Algunas patologías tienen varios medicamentos e indicaciones para diferentes estadios, pero alrededor de un 90 a 95% no tiene ninguno todavía, aunque siempre se pueden aliviar los síntomas. Seguramente en los próximos años se vea un incremento significativo en el número de EPOF que cuenten con tratamiento específico, especialmente en las de causa monogénica por los avances en técnicas que permiten el desarrollo de terapias avanzadas; son procesos complejos y llevan tiempo, pero se están logrando avances impensados poco tiempo atrás”.
Es clara la necesidad, por lo que desde CAEME destacaron que en los últimos años hubo más de 5 mil protocolos a nivel mundial de investigación clínica para EPOF. El mayor entendimiento de los mecanismos que desencadenan cada enfermedad, sumado a la comprensión de la biología específica de cada persona pueden ser las llaves para transformar enfermedades de este tipo, en términos también de cómo se evalúan potenciales nuevos medicamentos hasta cómo se desarrollan.
Asimismo, la inteligencia artificial ya está dando señales de esperanza para el desarrollo más rápido y eficiente de tratamientos, siendo cada vez más efectiva hallando patrones entre datos dispersos -aparentemente inconexos- que se escapan al ojo humano. “Más datos, sumado a más capacidad para analizar bases de datos cada vez más robustas, con mejores herramientas digitales que permitan extraer nuevas conclusiones nos abrirán caminos no explorados en el desarrollo de nuevos tratamientos, por lo que estamos convencidos de que nos espera un futuro cada vez más promisorio en el campo de las EPOF”, aseveró la Dra. Baldini.
La digitalización y el uso de nuevas tecnologías en general están jugando un papel preponderante en la aceleración de los tiempos en el desarrollo de estudios clínicos, pero favorece además la realización más ágil y de mejores registros poblacionales. También está transformando el seguimiento de cada paciente, porque la Telemedicina evita tener que trasladarse cientos de kilómetros para acudir a una consulta médica cuando la distancia geográfica es un problema.
Desafíos para investigar EPOF
La aprobación de cualquier medicamento se basa en la evidencia de su eficacia y seguridad. El desarrollo de tratamientos para EPOF es más complejo y menos eficiente por diferentes razones:
– Los potenciales participantes en estudios clínicos son muy pocos y están, por lo general, sumamente dispersos geográficamente. A esto viene la ventaja de registros precisos y públicos de personas con EPOF.
– Con frecuencia, por la carencia de especialistas en EPOF, hay mucha variabilidad respecto de los tratamientos previos que recibió cada potencial participante antes del estudio.
– La presencia de determinados biomarcadores genéticos en cada enfermedad puede no estar del todo definida y estar medida de forma inconsistente entre país y país, por diferencias en el acceso a equipamiento para la secuenciación genética.
– Muchos de los potenciales pacientes son bebés o niños, que necesitan que su crecimiento y desarrollo sea monitoreado cuidadosamente y un seguimiento estricto que garantice la adherencia al protocolo, requiriendo un involucramiento activo de los padres o cuidadores.
– Los criterios de inclusión en estudios clínicos son estrictos y los participantes deben ser lo más homogéneos posible para evitar inconsistencias en los resultados.
“Las EPOF plantean desafíos específicos para la ciencia, pero están haciéndose esfuerzos desde todos los frentes para contar cada vez con mejores herramientas que ayuden a los pacientes a controlar su enfermedad y vivir mejor. En este Día Mundial, queremos llevar ese mensaje esperanzador y reforzar nuestro compromiso con la comunidad de pacientes”, completaron desde CAEME.