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«The Whale», la película que enciende el debate sobre la salud, el cuerpo y la gordofobia

La película "The Whale", por la cual su protagonista ganó un Oscar como mejor actor, motiva un debate sobre la depresión y la obesidad que, según la lectura de activistas gordos y nutricionistas, estigmatiza aún más a los gordos y refuerza los estereotipos que marcaron a distintas generaciones
Ana Clara Pérez Cotten

The Whale, la película que llevó al actor Brendan Fraser a ser el gran favorito para ganar el Oscar y que se convirtió en la más vendida en la historia de Amazon, motiva un debate sobre la depresión y la obesidad del personaje que, según la lectura de activistas gordos y nutricionistas, estigmatiza aún más a los gordos y refuerza los estereotipos que, durante años, marcaron a distintas generaciones.

En el film Estrenado hace pocos días en los cines de Argentina, Charlie, interpretado por Fraser, es un obeso mórbido que jadea y que solo puede caminar con la ayuda de un andador. Incapaz de vincularse con el exterior, depende del delivery y de una atenta enfermera, Hong Chau, que lo reta por disculparse constantemente con ella.

Charlie, el personaje que a Fraser le valió una ovación de 6 minutos en el Festival de Venecia, es un profesor de literatura gay y da clases online pero siempre con la cámara apagada, un recurso que le permite ocultarse de sus alumnos. Su tristeza profunda, que nació tras abandonar a su esposa y a su hija luego de enamorarse de un alumno cuando era profesor en una escuela para adultos, se extiende tanto como su cuerpo y generó debates y repercusiones en Estados Unidos, donde la obesidad es de 40% en los adultos y 18,5% en menores.

Pero en el diálogo entre lo corporal, lo compulsivo y la transformación de un cuerpo la película abre el debate sobre la gordofobia imperante en la sociedad y sobre nuevas formas de abordar la gordura, lejos de la patologización y la retórica de la enfermedad.

“Si había algo que no necesitábamos en 2023 es una película tan gordofóbica y estereotipante como The Whale. Un profesor de literatura que pesa 257 kg, consumido por la depresión y la soledad, intenta reestablecer un vínculo con su hija. Le quedan pocos días de vida a causa de una enfermedad cardiovascular causada, obviamente, por su obesidad”, escribió Agus Cabaleiro, activista feminista y del movimiento Body positive que busca empoderar a personas gordas y cuestionar las maneras en que la sociedad combate y observa el cuerpo humano.

En el artículo, publicado en la revista OhLalá y que abrió el debate sobre la película en nuestro país, sostiene que el film “refuerza todos los estereotipos de lo que la sociedad piensa que es ser gordo”. “Hay una narrativa generalizada que The Whale toma para la trama, que es este supuesto círculo vicioso de los gordos odiándose por ser gordos, que porque se odian no se cuidan, que porque no se cuidan son gordos y, como son gordos, se hunden más en la depresión”, analiza.

La gordofobia figura en la agenda pública desde la sanción de la Ley de Educación Sexual Integral

Más allá de los debates que la película generó entre militantes feministas y de la diversidad corporal, el tema figura en la agenda pública desde la sanción de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI), en 2006, cuando se comenzó a hablar de la necesidad de pensar las corporalidades como un asunto de restitución de derechos.

“La discriminación corporal es algo habitual en nuestra sociedad y cultura que debemos trabajar para generar espacios menos violentos y expulsivos para las personas. Las políticas de acceso de derecho implican dar lugar a la diferencia y el acceso democrático a los servicios de salud. El cuerpo es una construcción social donde nuestra identidad se construye con otras personas”, sostiene el texto. Las personas que cuentan con cuerpos fuera de la norma de la delgadez, son señaladas constantemente como forma de castigo y de rechazo sistemático.

Laura Contrera, profesora de Filosofía y abogada, trabaja desde hace años en el tema. Al ser consultada, contó que eligió no ver The Whale: “No vi la peli porque me parece un poco gatillar el tema. Y necesito estar con más ánimo para verla”. La explicación de Contrera tiene que ver con el autocuidado: “Soy militante feminista y LGBT desde hace muchísimos años y activista gorda desde 2011 pero la verdad es que también aprendí a preservarme y a ejercer cierto autocuidado con los contenidos que consumo. Aprendí a preservarme y a cuidarme, no tengo que opinar de todo.

¿En qué momento lo consumo? ¿En qué términos? ¿Tengo ganas?”. Advierte que tener las herramientas teóricas y políticas del activismo y la investigación no hacen que el impacto emocional desaparezca. “Entonces, aprendí a darme el lugar para formarme una opinión. Es una suerte de auto pedagogía que es muy importante ir generando para garantizar el cuidado. A veces, los activistas nos sobre exigimos como si el activismo fuera un escudo que nos protegiera contra el malestar”, cuenta sobre su elección.

Jesica Lavia es licenciada en Nutrición y autora de Pese lo que pese. Contra la hegemonía del cuerpo ideal, en el que analiza una sociedad marcada por la cultura de dietas y una ola cada vez más grande de gordofobia. Lavia intenta desarmar ese círculo que la película alimenta entre depresión y obesidad: “Es muy importante cuando pensamos en el peso y la composición corporal no caer en la asociación directa entre que determinada situación o enfermedad lleva a otra condición. Algunas personas con depresión tienen tendencia a subir de peso y otras, a bajar de peso. Entonces estas asociaciones son erráticas. Y además, el vínculo lineal entre la obesidad y la depresión olvida la genética, el entorno sociocultural, sus recursos económicos y el resto de su estado de salud”.

La gordura es el gran tabú social al que no hay que llegar

La filósofa y activista Lux Moreno, autora del libro Gorda traidora, explica que el objetivo del activismo gordo es pelear por la despatologización de la gordura. “En The Whale el protagonista, que padece una obesidad de tipo 3 o 4, es asociado a cuestiones que muchas veces la sociedad piensa que personas con ese peso deberían sentir: depresión, tendencias suicidas. Esto es algo que circula en revistas de salud y de moda desde hace décadas. Ahora, desde el Ministerio de Salud, se trabaja como «problema de salud» y no como una enfermedad más. El riesgo de no hacer esta distinción es seguir abonando discursos de odio que estigmatizan a las personas por su corporalidad, La gordura es el gran tabú social al que no hay que llegar y si uno llega es un indicador”, considera.

Moreno contrapone el ejemplo de Gorda, una serie producida por Untref y dirigida por Tamy Hochman, Bárbara Cerro y Sol Rietti, que a través de la historia de su protagonista ayudó a pensar en la posibilidad de habilitar el cuerpo gordo como un cuerpo deseable. Los gordos se ocupan de su corporalidad y pueden ser deseados”.

Más allá de las denominaciones y las simplificaciones, el debate recuerda hasta qué punto cuando la ficción refleja –pero también imagina otras realidades– es cuando más expande su capacidad de, efectivamente, iluminar un tema y operar un cambio.

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