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Tres actrices octogenarias que sueñan con volver a ver el mundo desde el escenario

“Las Viejas”, de Daniel Feliú, bajo la dirección de Hernán Peña, que se presenta los viernes y sábados en el teatro La Comedia con entradas populares, es una propuesta que suma una serie de hallazgos en su afán de homenajear a las grandes referentes del espectáculo argentino de otros tiempos

La frescura, el disparate y un humor pueril pero muy saludable conviven con otra dosis atinada de la historia del espectáculo argentino en una especie de “mashup” de escenas con aires de homenaje y de festejo por transitar el último tramo de la vida en Las Viejas. Una comedia argentina, la nueva producción del Teatro Municipal La Comedia realizada de manera conjunta con un grupo de creadores locales, a partir de una convocatoria, que comanda Hernán Peña desde la dirección, con asistencia de Cielo Pignatta, al frente de un gran equipo artístico y técnico.

La propuesta surge a partir de un texto hilarante y minucioso escrito por el actor, dramaturgo e investigador local Daniel Feliú, sensible conocedor de las biografías de las grandes figuras del espectáculo nacional que el medio suele dejar de lado o descartar y que él, amorosamente, trae al presente de forma permanente en sus redes sociales con una vieja foto autografiada, un relato breve o una comedia como es en este caso Las Viejas (Retornables, en el original), un material que abreva en una imprescindible cuota de nostalgia y que, incluso, tiene un destino que escapa a los límites de la ciudad, porque bien podría ocupar una marquesina en la porteña calle Corrientes.

En esos nombres en los que suenan otros, Mecha Ordoñez y Olinda Bazán, dos “glorias vivientes del espectáculo argentino”, “la dama del drama”, “la reina de la comedia”, mujeres del teatro, el cine, la radio y la tevé de un tiempo sin redes ni internet, que ocultaban dolores y pesares detrás de la máscara del éxito y el glam del blanco y negro, miran al pasado de gloria desde el ostracismo de lo que son, mujeres octogenarias que, sin embargo, sienten que aún hay aplausos que las esperan en las plateas, que hay “hilo en el carretel”, sobre todo desde la metáfora que encierran esos cuerpos jóvenes “escondidos” en lo compositivo y morfológico que supone encarnar un cuerpo “viejo”.

Lejos, en España, una tercera que alguna vez fue aliada, una amiga, pero que se quedó con el objeto de deseo, Rodolfo, está por regresar abriendo un viejo baúl lleno de rencores y traiciones que, sin embargo, la cercanía con el fin quizás pueda disipar.

Es así como el supuesto ocaso de esas tres figuras femeninas que brillaron en otros tiempos y que en éste, por los permisos que ofrece la comedia con todas sus licencias y convenciones, sueñan con volver al ruedo, es la matriz de un material que se sustenta en la actuación: María Franchi, Verónica Leal y Vicky Olgado, acompañadas por José Pierini que lleva adelante un puñado de personajes masculinos que sirven de nexo o disparador de las escenas, dan cuerpo, contextura, materialidad y sobre todo sentido a un texto sin grandes pretensiones, pero urdido con inteligencia, aquí potenciado desde las lógicas de una puesta en escena que sumó condimentos del musical de antaño con cuadros incluidos, tomando con originalidad viejos recursos bien usados del teatro como la escenografía desplegable (los viejos paneles), las calles de luces y los contrafrentes, y sobre todo una puesta en valor de la tramoya, ese elemento que en lo escénico activa cambios que a la vista del espectador se vuelven mágicos pero que siempre son tracción a sangre.     

Como pasa con la formidable Tarascones de Gonzalo Demaría, el insoslayable musical Forever Young de Eric Gedeon y su impecable versión argentina, e incluso con los “viejos” corporizados en las maravillosas marionetas de Sergio Mercurio, entre más, esta propuesta transita elementos en común con las obras referidas pero busca otros recorridos y consigue, desde el tono justo de comedia que mira de cerca lo dramático, la complicidad con el espectador, abordando escenas muy bien coreografiadas, un uso atinado del espacio escénico en cada uno de sus rincones y recorridos, remates jugosos y hasta incluso un final que invita a otro que, más allá de la extenso, corre el epílogo del lugar de la nostalgia para quedarse con lo festivo y hasta con lo onírico que, en ese contexto, se vuelve una decisión política.

Con algunas moderadas epifanías que acompañan ese recorrido donde pasado y presente conviven felizmente en escena, momentos mágicos de actuación de todo el elenco, que en el caso de las actrices, desde su juventud, debieron trabajar no sólo lo morfológico a la hora de cargarse años sino también un efectivo trabajo con la voz, en particular, en la notable presencia de la dúctil Verónica Leal que aporta momentos verdaderamente geniales, la obra sirve, también, para poner en cuestión la realidad de los adultos mayores en un país que sobrevalora la juventud y alimenta el viejismo, incluso desde los medios de comunicación, dejando en claro que la edad es, apenas, una circunstancia más de la vida aunque ronde sigiloso el fantasma de la muerte.

El material, que viernes y sábados se puede disfrutar en La Comedia que, como corresponde a un coliseo municipal, vuelve a abrir sus puertas a la producción local con entradas populares, con su segundo estreno del año tras Remeras negras, suma una serie de grandes aciertos en el diálogo que, desde los criterios de puesta en escena, entablan los personajes con un gran objeto escenográfico múltiple, un atinado, bello e ingenioso vestuario y caracterizaciones (maquillaje y pelucas) del siempre sorprendente Ramiro Sorrequieta, y un juego de opuestos que sirve una vez más para el lucimiento de un director como Hernán Peña, sensible y detallista hasta en lo más nimio, que contempla todo, como ya lo hizo en 2010, en ese mismo escenario, y junto a la recordada Alicia Zanca, con una versión de Canillita del uruguayo Florencio Sánchez.

Las Viejas es, en ciernes, un canto a la vida pensado para el gran público con sus luces y sombras; un material que hace propio el dicho que sostiene que «nadie se muere en la víspera» y que, como gran manifiesto, deja bien en claro que el mayor reconocimiento para un actor o una actriz, más allá del bronce y los laureles, es tener un trabajo y el aplauso del público hasta el último suspiro.

“Las Viejas”, una comedia disparatada que emprende una saludable cruzada en contra del “viejismo”

Para agendar

Las Viejas. Una comedia argentina se presenta los viernes y sábados de marzo y abril, a las 20.30, en el Teatro Municipal La Comedia de Mitre y Ricardone. Las entradas generales, a mil pesos, se pueden adquirir en la boletería del teatro de martes a viernes, de 9 a 19; los sábados de 9 a 13, y los días de función desde dos horas antes del comienzo. También de forma online a través del sitio https://1000tickets.com.ar/. Estudiantes y jubilados cuentan con un descuento especial del 20 por ciento.

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