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La primicia del golpe de Estado contra Isabelita: cómo se vivió el derrocamiento

En tiempos de máquinas de escribir y teléfonos de línea, los acreditados en Balcarce 50 debieron ingeniárselas para comunicar a sus respectivas redacciones la concreción del golpe

Los medios de comunicación tuvieron hace 47 años, en vísperas del golpe de Estado del 24 de marzo, un rol protagónico y, en la vorágine de las horas más tensas de aquel momento histórico la agencia Noticias Argentinas se destacó en la difusión de los hechos.

Nacida como la primera agencia privada del país más de dos años antes de la asonada militar, la agencia NA -según revela el libro «24 de marzo, El Golpe», del periodista Alberto Dearriba-  estuvo presente en dos momentos culminantes de esa fatídica noche.

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El primero de ellos sucedió en la última reunión de Gabinete del Gobierno de María Estela Martínez de Perón, que se realizó en Casa de Gobierno ante los rumores de un inminente golpe de Estado.

Cerca de las 22:45 del 23 de marzo, mientras la Presidenta y su Gabinete escuchaban el relato del ministro de Defensa, José Deheza, sobre la entrevista que había mantenido minutos antes los comandantes de las Fuerzas Armadas, un cable de NA generó un grado de incertidumbre.

El secretario de Prensa del Gobierno peronista, Osvaldo Papaleo, ingresó a la reunión del Gabinete con un cable que señalaba los nombres de los tres militares que tenían la tarea de detener esa misma noche a Isabel Perón.

La nota periodística nombraba al general José Villarreal, al almirante Pedro Santamaría y al brigadier Basilio Lami Dozo, quienes según la información eran los designados por los comandantes para apresar durante las próximas horas a la presidenta de la Nación.

«Este general Villarreal no existe», dijo en voz alta Isabelita cuando leyó el cable, repasando la lista de los generales en actividad, por lo que desestimó la noticia.

La Presidenta no sabía, en ese momento, que Villarreal era un coronel que había sido ascendido por el entonces comandante en jefe del Ejército, Jorge Rafael Videla, al cargo superior en los últimos días, sin que ella fuese notificada.

Villarreal, Santamaría y Lami Dozo fueron quienes, dos horas después -0:50 del 24 de marzo- le informaron a la Presidenta en el aeroparque Metropolitano que estaba detenida y que se producía en ese instante el golpe de Estado.

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En el preciso momento de la usurpación del poder por la Junta militar, la Sala de Periodistas de la Casa de Gobierno era un hervidero, según relató hace algunos años a NA el decano Roberto Di Sandro.

Cuando el brigadier Lami Dozo informó a la Comandancia del arresto efectivo de Isabel, las fuerzas militares tuvieron el «vía libre» para ocupar los edificios públicos y la Casa Rosada.

Fue entonces cuando los periodistas vieron la invasión de efectivos sobre el patio de las Palmeras y corrieron presurosos a la sala para adelantar telefónicamente a sus respectivos medios que se producía el golpe de Estado.

La mayoría de los diarios, ya pasada la una de la mañana, tenían detenidas sus ediciones a raíz de los fuertes rumores y sólo necesitaban la confirmación de la información.

Cuando los periodistas se prestaban a dar la «mala nueva», un grupo de militares entró a la sala y con sus fusiles en mano obligó a todos los que estaban allí a ponerse contra la pared.

Los periodistas no tuvieron más alternativa que acatar la orden, con la excepción de Juan Rey Romo, de El Cronista Comercial, que era «sordo» y le tuvieron que cortar la línea telefónica de prepo.

En tanto, el periodista Alfredo Bufano, que escribía en La Prensa y se desempeñaba también para la agencia NA, tenía las dos vías de comunicación, con estos medios abiertos cuando llegaron los militares a la sala.

Por vía telefónica, con el diario y, por un walkie-talkie -que quedó en funcionamiento- con la agencia, cuando el periodista fue empujado hacia la pared más cercana a su escritorio.

Bufano no perdió la oportunidad y comenzó a gritar lo más fuerte que pudo: «¡Cómo hacen esto… están dando un golpe de Estado y no nos dejan informar! Es inaudito».

Desde el diario la recepción era muy mala, pero en NA el mensaje llegó claro y contundente, y el primer cable con la primicia se transmitió a la 1:07.

Algunos minutos después, el resto de los acreditados recordó que había un teléfono público dentro de la Casa Rosada y comprobaron que esa línea no había sido deshabilitada, por lo que los pocos que quedaban en el lugar hicieron fila para poner una moneda y contar a sus redacciones sobre la concreción del golpe de Estado.

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