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El aumento de la pobreza y otra muestra de que las mejoras estadísticas no llegan a los bolsillos

Mientras la actividad económica del segundo semestre de 2022 recuperó niveles similares a los de 2017, el porcentaje de pobres se disparó más de 13 puntos respecto de ese mismo período. Gran Rosario terminó el año pasado apenas con 6,3% de desocupados, pero la pobreza se mantuvo en 33,2%

Los datos de pobreza para el segundo semestre en Argentina ratificaron las dificultades que tiene el gobierno nacional para acercarse a algo similar a una distribución equitativa de la riqueza. Es que mientras la actividad económica durante este último período recuperó niveles similares a los del año 2017 y la producción creció un 5,2%, el porcentaje de pobres se disparó más de 13 puntos respecto a ese momento.

Si bien el dato era esperable, e incluso terminó siendo menor al que se especulaba, termina siendo una nueva muestra de que los datos positivos de la macro no logran impactar en la vida cotidiana de la gente. En territorio nacional se dieron particularidades tales como que la región de Concordia, con 4,4% de desempleo (muy por debajo del promedio nacional del 6,3%) alcanzara una pobreza del 55,2% al finalizar 2022.

El Gran Rosario no tuvo un desvarío de ese tipo entre ambos indicadores pero no es ajeno a al fenómeno de bajo desempleo con alto nivel de pobreza en su población. Terminó el año pasado apenas con 6,3% de desocupados, pero la pobreza se mantuvo en 33,2%. Había sido del 33% el mismo período de 2021 y del 38,3% a fines de 2020, en lo peor de la pandemia.

Los últimos datos de pobreza e indigencia en la región tuvieron una particularidad. Si bien en comparación al mismo período del año anterior (que es lo que corresponde metodológicamente) la pobreza se mantuvo y la indigencia bajó, se dio un corte respecto a una tendencia que se mantenía los últimos años. Desde el 2020 hasta acá, entre el primer semestre y el segundo, los dos indicadores, mostraban una baja. Pero en 2022, entre el primer y segundo semestre, ocurrió lo contrario: la pobreza pasó del 31,2% al 33,2% y la indigencia del 3,6% al 6,3%.

Pasando en limpio: según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) Argentina cerró el 2022 con 11,5 millones de personas en situación de pobreza, de los cuales 2,4 millones son indigentes. Pero las cifras oficiales abarcan a una parte de la población, por lo que si se proyectan a todo el país, la cantidad de pobres rondaría los 17,6 millones de personas. Por otra parte, si se analizan los datos trimestrales (posibilidad que ofrece el detalle del Indec) las cifras son aún más preocupantes de lo que parece. Es que entre el tercer y cuarto trimestre de 2022 la pobreza pasó del 37,7% al 40,7%. En tanto, entre un período y otro, la indigencia subió del 7,8% al 8,4%.

Panorama difícil

A estas estadísticas se le suma el panorama poco auspicioso con el que arrancó el año el gobierno nacional. Si bien hay estimaciones muy variadas sobre los efectos que tendrá la sequía en la economía argentina, las pérdidas en dólares serán preocupantes y por el momento no aparecen alternativas que puedan cubrir esa faltante de divisas. Esto ya se traduce en un menor crecimiento y como es costumbre, en un impacto sobre los precios al consumidor. El escenario amenaza con más presión aún sobre una inflación que está más cerca del 7% que terminó con el llamado de emergencia a Sergio Massa, que del 4% que puso como norte el ministro de Economía.

Un estudio del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) expuso el salto que dieron los precios en alimentos de un año a otro y cómo esa evolución terminó influyendo en un aumento de la pobreza e indigencia. A partir de enero de 2022 se produjo un incremento en los niveles de inflación de alimentos, ubicándose en valores superiores a la inflación general.

Los datos promedio muestran que, durante el segundo semestre de 2022, la inflación de alimentos ascendió a 5,7%, similar a la del primer semestre que había sido de 5,8%. Respecto al semestre equivalente del año anterior, el incremento fue significativo: de 2,9% a 5,7%. Como el precio de los alimentos determina los niveles de la canasta alimentaria y, en buena medida, de la canasta total, una inflación de alimentos por encima de la general implica presiones al alza de la tasa de incidencia de indigencia y, en parte, de pobreza.

En paralelo a la evolución de la inflación, Cepa midió el comportamiento de los ingresos en sectores de mayor informalidad. Para eso tomaron como referencia el salario mínimo vital y móvil (SMVM) y el índice de salarios no registrados. Si se considera la evolución del salario del empleo no registrado, este se redujo 3,5% en el segundo semestre respeto del primer semestre (producto de bonos abonados en este último período), mientras que, si se analiza la evolución del SMVM, se percibe un incremento de su poder adquisitivo de casi 1%, que se incrementa hasta 13,7% si se toman en cuenta los bonos de$22.500 abonados en noviembre y diciembre.

Si bien para esta estimación se incorporó en el valor de SMVM, dicho bono fue acotado: solo atendió a aquellas personas que no tenían ningún ingreso declarado (ni AUH, ni Potenciar Trabajo, etc). Respecto al período equivalente de 2021, el salario de las y los trabajadoras/es no registrados se redujo 1,2%, mientras que en el SMVM se percibe un incremento de 6,4% considerando los bonos mencionados. Complementariamente, el RIPTE muestra, en el segundo semestre de 2022, una desmejora en términos reales de 3,8% respecto al primer semestre del año y de 3,5% respecto al período equivalente del año anterior.

Por otra parte, en el segundo semestre de 2022, el valor real de la Asignación Universal por Hijo(AUH) se redujo sensiblemente respecto del nivel del primer semestre de 2022. La desmejora se explica principalmente por el impacto de los bonos otorgados en la primera parte del año (durante los meses de mayo y junio, se abonaron sendos bonos de $9.000 para aquellas personas sin trabajo formal, AUH, y otros). El valor del segundo semestre respecto del período equivalente del año anterior resulta 9,7% menor en 2022 que en 2021.

Complementariamente, se percibe una desmejora en la evolución real de los ingresos de la Tarjeta Alimentar: en el segundo semestre de 2022 se reduce casi 10% respecto al primer semestre de 2022 y 14% respecto al semestre equivalente de 2021.En el caso de los planes sociales, el escenario muestra una reducción de su poder adquisitivo de 5% respecto al primer semestre de 2022 (como resultado el impacto de los bonos de mayo y junio de 2022) y de 6% respecto al semestre equivalente de 2021.

Por último, el informe de Cepa expuso la situación de ingresos y canastas básicas. De esta manera intentaron relevar si los ingresos de un sector de los asalariados registrados privados son suficientes para evitar ser pobres.

Los números muestran que la relación de la mediana de salarios respecto de la Canasta Básica Total se redujo sensiblemente: pasó, entre finales de 2017 y hasta finales de 2019, de superar a la CBT en 12,2% a quedar por debajo de la misma en 12% (una retracción de casi 25 puntos). Ese proceso se profundiza levemente con la pandemia: la mediana queda por debajo de la CBT en 15 puntos. Luego, en la pospandemia, la situación mejora llegando en diciembre de 2022 a 93,1%.

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