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La cura más sana

Un pasado que se torna futuro: así es el Posgrado de Plantas Medicinales y Fitoterapia de la UNR

Se inició una nueva edición, la octava, de un curso singular para profesionales de la salud, en la Facultad de Ciencias Médicas. Su director, Marcelo Sauro, explicó a "El Ciudadano" que durante dos años atravesarán un proceso de conocimiento que incluye germinación, siembra, cuidado y cosecha


Cuerpo a tierra: además de teoría. el posgrado incluye la práctica de ver crecer a las plantas que se van a usar.

Marcelo Sauro combina dos saberes, y dedicó su vida a generar los procesos para que dejen de ser paralelos: en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario cursó la carrera y egresó como médico; pero desde su niñez aprendió de su abuelo el empleo de plantas para la salud. Curar con plantas es el origen mismo de la medicina como tal, pero fue quedando relegado con el paso del tiempo hasta quedar casi en el olvido para la medicina moderna o convencional. Pero el conocimiento antiguo no llegó a perderse del todo, y ahora está resurgiendo no solamente en países que conservaron sus tradiciones y su cultura, sino también como parte de la formación profesional. Y este mes arrancó una nueva edición –la octava ya– del Posgrado de Plantas Medicinales que se dicta de manera formal en los claustros de la UNR. Y en la tierra: las y los cursantes atravesarán, durante dos años, un proceso que incluye aprendizaje teórico, pero también la germinación, siembra, cuidado, cosecha y preparación de “plantas para la vida y la salud”. Así se cultiva “otra medicina” en Rosario, y todavía hay tiempo de involucrarse en ella, aunque ya esté en marcha.

¿Cómo es la actividad?

—Es un posgrado teórico y práctico, y tenemos a nivel de docentes, por ejemplo, a Griselda Franchini, que es farmacéutica; Mariel Scarpatti, que es médica y yo, que somos el cuerpo estable. Pero aparte tenemos docentes invitados, y trabajamos con ingenieros agrónomos en relación a los conceptos de agroecología, de soberanía alimentaria, de biodiversidad; y también del cultivo y reproducción de especies medicinales: toda esta parte es práctica.

¿Es decir que los cursantes van por las plantas desde el cultivo, el cuidado hasta la cosecha y preparación?

—Sí. Trabajamos también la parte de fitofármacos, y en cómo son los preparados, que si bien es un resorte específico de los farmacéuticos, nosotros mostramos cómo se realizan los preparados, tanto los preparados tradicionales, que vienen de generación en generación en la herbolaria y en las tradiciones de las distintas culturas, como también algunos fitofármacos. Por eso una de nuestras patas importantes es la farmacéutica. Y también todo lo que es la botánica y la clasificación de especies vegetales: todo el mayor entendimiento en relación a lo que es el mundo vegetal y a las necesidades de cuidado de ese mundo vegetal, para después tener las plantas en mejores condiciones para sus usos. Ya sea como un alimento, en producción agroecológica, pero también una planta medicinal en una correcta producción: que contemos con una planta en las mejores condiciones posibles dentro de esta realidad.

¿En qué convierte a los egresados y qué capacidades les da?

—El curso es de postgrado, es decir que es para profesionales graduados, y cada uno ya tiene las habilidades por los Colegios a los cuales pertenece. Esto no les agrega una habilitación especial: la habilitación de un médico la da el Colegio Médico; de un odontólogo, el Colegio de Odontólogos, y lo mismo con los profesionales de la enfermería. Esto lo que da es un conocimiento específico de plantas medicinales, pero las habilitaciones que tienen son las que donde cada Colegio. Da todo un conocimiento en relación a las plantas medicinales, al cultivo de plantas y al uso de plantas en la profesión que tengan en relación a la salud. Es un tema siempre controversial en relación a las habilidades de cada profesión; pero estas están determinadas por el Ministerio y por los Colegios.

¿En estas ocho ediciones cuantos profesionales se formaron en plantas medicinales?

—Aproximadamente cada camada, en promedio, es de 20 personas. Y tenemos, digamos, el orgullo (entre comillas) de que muchos de esos profesionales después siguen trabajando. A muchas de las personas que tomaron los cursos las seguimos contactando, y algunas de ellas también los invitamos a dar un seminario, o parte de un seminario, porque ya van practicando el uso de las plantas en su profesión cotidiana.

Es decir que la mayoría de los profesionales que causan el posgrado después lo utilizan.

—Si. Un porcentaje muy alto. De hecho en la Facultad de Medicina está el posgrado de plantas, pero a partir de los ex alumnos del posgrado se constituyó la materia electiva Plantas en el Cuidado de la Vida, dentro de la carrera de Medicina. Todos esos profesionales ahora trabajan en ese equipo docente, de una materia electiva para cien alumnos. Y, aparte, utilizan plantas en sus prácticas cotidianas.

 

¿Todos los cursantes son de Rosario y la región o vienen de otros lugares?

—Esto varía según los años. En la edición anterior tuvimos muchos médicos de Buenos Aires. En aquél momento empezó en forma virtual y después continuó en forma presencial. Sin embargo, la gente de Buenos Aires, de diez que empezaron, siete terminaron el posgrado, teniendo que afrontar el traslado y todo lo que eso conlleva. Otros años hemos tenido grupos de Mar del Plata, y también de la región, eso es variable.

Quiere decir que se sumaron más de 150 profesionales que están trabajando con plantas medicinales…

—Sí. Y si se toma afuera de la gente que ha pasado por el posgrado, hoy en día se ve a muchos profesionales de la salud involucrados en buscar otras miradas, desde medicinas tradicionales y naturales, y estas involucran mucho a las plantas. Ahora, a diferencia de diez o quince años atrás, hay muchos profesionales que buscan por el posgrado –o por otros lados– el uso de plantas.

¿Por qué pasa eso?

—Hay cuestiones en relación a la medicina moderna y en relación a la aplicación de la medicina moderna por un lado, pero por el otro lado las medicinas tradicionales en general aportan más variables de estudio. Entonces dan más posibilidades de interactuar con la historia de la persona y encontrar más variables de estudio para la aplicación de otros tratamientos. Las medicinas tradicionales tienen otra visión, otra cosmovisión. Son culturales, y entonces podríamos decir que pueden observar desde otro paradigma. Y esto permite tener más variables en juego en relación al paciente o a la familia del paciente. Por lo tanto la aplicación de plantas o de otras técnicas amplía mucho la mirada, amplía la práctica, y cambian los resultados. Esto te va dando cada vez más y muchos profesionales van volcándose a otras prácticas, otras medicinas. Y a veces eso no es tan sencillo: uno dice “otra medicina” y es una medicina tradicional. Y una medicina tradicional como puede ser la Medicina China, o la Ayurveda, son tradicionales en China o en la India; pero son una práctica, o una medicina complementaria, por ejemplo en la Argentina, porque es otra cultura. Pero siempre esos conceptos, o la filosofía que está detrás de esas medicinas, nos ayuda a ampliar la mirada. Tener otra forma de diagnóstico –más allá de complementar con la medicina moderna, porque no es una oposición, es un complemento– permite también poder aplicar otro tipo de tratamientos.

Como ex integrante de la Salud Pública de la ciudad, la conoce por dentro: ¿Rosario es pionera en este tema?

—Rosario hay sido pionera, podemos decir, de las plantas. Es pionera en agroecología, lo puedo decir porque el trabajo de muchos compañeros en la línea de producción agroecológica viene desde hace más de 30 años. Y el trabajo con plantas medicinales, otro tanto: en su momento empezó primero de la mano de las organizaciones no gubernamentales; y continuó, y después la Municipalidad de Rosario tomó esas líneas de trabajo. Y se han seguido desarrollando, con momentos mejores. con momentos no tan buenos, pero se ha seguido desarrollando, y siempre dentro de la de la línea de la agroecología, o del cuidado de la vida. Hay términos como agroecología, diversidad, soberanía alimentaria, que son esenciales en este tipo de trabajo con plantas porque son esenciales para la vida. Para la vida de las plantas y de las distintas especies, entre ellas, nosotros. En esto sí Rosario y la región han marcado una diferencia.

Pero a la vez, Rosario está dentro de la zona núcleo sojera. ¿Esto no choca con el modelo agropecuario dominante?

—Sí. El modelo de producción es medio difícil venderlo, ¿no? Porque es un modelo de producción, pero que consume mucho, y uno lo podría entender como un gasto muy grande, muy alto, ya que tenemos un modelo que produce pero al mismo tiempo destruye. Es una reflexión compleja que necesitamos realizar, incluso como sociedad, para entender esto. Se producen determinados alimentos pero no todos esos alimentos no son para consumo: son para combustible. Entonces hay una alteración ahí de conceptos. Y con un gasto muy alto: si consultamos en la Dirección de Agroecología a nivel nacional, podemos ver datos de producciones agroecológicas que son mucho más rentables. Porque las producciones ortodoxas que se están realizando con soja, con maíz, con trigo tienen un paquete tecnológico que consume mucho dinero, muchos dólares. Y hoy en día las producciones agroecológicas están con un mayor rinde o con un rinde que es igual, pero en la venta del producto es mayor. Y con menor gasto. Y cuida el ambiente. Y, como es agroecología, está cerca de los consumidores, entonces hay todo un gasto energético que es mucho menor, en combustible, por ejemplo.

Volviendo al posgrado, ¿cuántos inscriptos hay para esta edición?

—Hasta ahora tenemos 25. Nosotros manejamos más o menos esos números, puede haber más, pero generalmente no nos interesa tener grupos muy grandes, porque nos interesa el trabajo singular. Hay una parte más estandarizada, si se quiere, pero después hay muchas instancias de trabajo de uno por uno. Nos interesa que los que hacen el posgrado salgan no sólo aprendiendo, sino aplicando, que estén involucrados en todo este marco teórico, y en el uso de las plantas como seres vivos, no como medicamentos; es decir, mucho más allá, la planta como algo que nos sostiene la vida.

Por lo general, quienes cursan el posgrado vienen con un interés previo, ¿no?

—Sí. Algunos han desarrollado otros cursos en otras provincias, y están ávidos de mayor conocimiento, o de otro tipo de conocimiento en el uso de plantas. Recibimos a mucha gente que ya tiene algún recorrido, algunos que recién empiezan, pero muchos que ya tienen otros recorridos y buscan otro formato para el mismo trabajo con plantas.

Hay instancias similares o análogas en facultades de Ciencias Médicas de otras universidades públicas?

—Sí. Hay formaciones en Buenos Aires, en Córdoba. Hay en otras facultades. No todas con el mismo marco teórico, ni mejor ni peor: distinto. Nosotros hacemos mucho hincapié en la vida, en el cuidado de la vida, a través de lo esencial de las plantas. No sólo nos proveen de oxígeno y pueden hacer las transformación de la energía del Sol para que nos permita vivir, sino que hay muchas propiedades de las plantas y del mundo vegetal que nos permiten mantener nuestra existencia. Desde ahí los términos que mencionaba antes como biodiversidad, soberanía alimentaria, modelos de producción, son esenciales en el marco teórico para entender la vida y entender la salud. Y el mismo proceso salud/enfermedad: todo lo que es contaminación, todo lo que es gastos energéticos innecesarios y consumo del planeta, obviamente va en contra de un proceso de salud. También trabajamos en el posgrado, por el marco teórico, estas cuestiones de la crisis climática, del calor que vivimos. Y es necesario el desarrollo de conciencia ciudadana, social: empezar a cultivar y a plantar árboles. Por la posibilidad de enfrentar esta crisis climática que nosotros, como sociedad, hemos producido. Entonces necesitamos de alguna forma trabajar en el desarrollo de la conciencia y la práctica de plantar árboles. Parece que esto cuesta mucho que venga de la mano de los distintos gobiernos, así que es muy necesario crear una conciencia ciudadana de cultivar, plantar y cuidar.

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