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Se termina el espectáculo: las golondrinas dejan el cielo del centro de Rosario para migrar otra vez

Por semanas, al caer la tarde, grandes bandadas hicieron vuelos impresionantes que cautivaron a los transeúntes. ¿Qué significaban? Especialistas y observadores de aves dan algunas respuestas, pero ahora se abren todavía más preguntas hacia el futuro

Y un día se van. Con el fin de la sequía y de los calores, aunque todavía las lluvias distan de ser frecuentes y además se pronostica un repunte de máximas por encima de los 30º para la última semana de este abril, lo cierto es que ya los días son más cortos –cada día dura unos dos minutos y medio menos que el anterior– y las golondrinas, que llegaron a principios de la primavera para anidar y criar a sus pichones, emprendieron una nueva migración hacia el norte, donde avanza la primavera y ya empieza a estar a tiro el verano. Pero antes de la partida, ofrecieron un espectáculo sorprendente: pobladísimas bandadas se cruzaban en el cielo del centro de Rosario en vuelos espectaculares, trazando formas en el atardecer, por largos ratos, hasta que desaparecían cuando se disponían para el reposo. No pocos de los transeúntes era la primera vez que veían el espectáculo aunque observadores de aves aclaraban que no era la primera vez que reproducían movimientos que cada año eran comunes en las islas del Alto Delta. ¿La devastación del Humedal por fuego también exilió a las golondrinas? ¿Las afectó la larga sequía y la ola de calor que caracterizó al verano de 2023? ¿Hubo confusión y se retrasó la partida?

“Las golondrinas son pájaros que pertenecen de la familia hirundinidae. Está familia tiene 75 especies en mundo, en Argentina hay 15 especies; 12 especies nidifican en Argentina y 8 especies son migradoras. De las 15 especies 11 están presentes en la provincia de Santa Fe. Y sólo 3 especies forman bandadas numerosas: la «golondrina doméstica» (progne chalybea) en árboles de ciudades y centros urbanos; la «golondrina de rabadilla canela» (petrochelidon pyrrhonota) en campos de cultivo, y la «golondrina tijerita» (hirundo rustica) en áreas urbanas y rurales. Y esta última especie, la hirundo rustica, es la migradora por excelencia: nidifica en América del Norte, llega a la región pampeana a principios de primavera y comienza el aglutinamiento previo a la migración en marzo. Se alimentan de moscas, mosquitos y jejenes que capturan mientras vuelan. Desde hace unos pocos años se ha detectado una población que nidifica en el sur de la provincia de Buenos Aires”, ilustra el ingeniero agrónomo Guillermo Montero, docente de Zoología, y actual secretario General de la Universidad Nacional de Rosario.

Sobre las bandadas sobrevolando el centro, el naturalista y fotógrafo Pablo Los Aliados tiene registro de que el espectáculo no fue único, sino que al menos ya lleva cierta ocurrencia. En su experiencia confirmó que, a finales de marzo, las golondrinas “se agrupan para iniciar su migración al norte”. ¿El calor las retrasó? No puede asegurarlo, pero convalida que así parece. “Sí, lo observé en la ciudad en años anteriores. Generalmente eligen alguna plaza con grandes árboles”, confirma Pablo respecto de los sobrevuelos en el centro de Rosario. “El año pasado las vi en esa actitud en la plaza Pringles”, puntualizó.

https://www.youtube.com/watch?v=rccwsm8zQ74

Entonces es un espectáculo que se repite. Y aunque ninguno de los consultados por este diario se anima a confirmarlo, todos deslizan que las quemas intencionales tienen incidencia. El razonamiento es bastante simple: los incendios, por devastación, restaron recursos alimenticios a estas aves migrantes. Y los encuentran en los territorios que quedaron a salvo y, también, en grandes parques y plazas de la ciudad. Y, a pesar de la sequía, la extensión de la ola de calor garantizó por más tiempo, este año, algunos recursos para las golondrinas.

Montero se remite a un trabajo de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet, quienes estudiaron la biología reproductiva y la dieta de las golondrinas de la especie tachyneta, precisamente “para saber cómo les podría afectar el cambio climático y, como a ellas, a muchas otras especies”.

“Es posible que las aves se queden más tiempo en algunos lugares o cambien sus patrones de migración aprovechando la abundancia más prolongada de insectos que existe por las altas temperaturas”, corrobora el trabajo de la UNL y el Conicet.

Los investigadores tomaron datos como número de huevos que había en los nidos, cantidad e índice de supervivencia de pichones, su crecimiento y la dieta de las aves. “La dieta es un aspecto más que importante en el período reproductivo, porque las hembras deben alimentar a sus pichones, una actividad que demanda mucha energía, tiempo y riesgos. Se trata de un período crítico, porque deben pasarse el día alimentando y cuidando el nido para que no se lo depreden”, aseveró uno de los investigadores.

Y sumó que, como regla general, “las especies se reproducen cuando hay mayor oferta de alimentos”.

“Nos encontramos ahora analizando las muestras de dietas colectadas con la idea de saber en detalle de qué se alimentan. De esta manera, podremos conocer qué alimentos consumen (se sabe que comen insectos voladores) y su relación con el clima y el ciclo hidrosemientológico del río. Esto nos permitirá reproducir con más detalle escenarios climáticos futuros en donde se podría incluir la abundancia de alimento”, completó.

Con el cambio de clima, está llegando la partida, aunque esta misma semana, antes de la lluvia, se pudo ver de nuevo a las impresionantes bandadas en el cielo del centro, un fenómeno sobre el que empieza a haber algunas respuestas, pero se abren muchas más preguntas.

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