Jugó mejor, pero no alcanzó para ganar. Newell’s tuvo un buen rendimiento en Victoria, pero como si se tratara de una maldición, ni siquiera ser mejor que el rival, un gol tempranero y una noche formidable de Brian Aguirre le permitieron sumar de a tres fuera del Coloso. Esta vez hubo buenas sensaciones y mala fortuna. Y al menos no se aleja de esa zona de clasificación copera a la que aspira mientras se afirma en la Sudamericana.
A veces los partidos se trabajan tácticamente, se estudia al rival, se busca estar en cada detalle, pero eso no garantiza el éxito. El fútbol está lleno de imponderables, desde el rendimiento de un futbolista, que es parte del juego mismo, hasta errores impredecibles o mala fortuna. Incluso los arbitrajes son otro factor que no se pueden prever.
Y los primeros quince minutos del choque entre Tigre y Newell’s son un ejemplo claro de esta impredecibilidad. Un pase largo de Portillo, un enganche con “bicicleta” de Aguirre y un remate furibundo del pibe citado al Mundial Sub 20 pusieron a la Lepra en ventaja cuando el cronómetro ni siquiera había llegado a los dos minutos. Y casi sin quererlo, Iván Gómez exigió una atajada de Marinelli para que no sea 2-0 un minutos más tarde.
Ni Heinze podía imaginar un inicio tan prometedor, pero tampoco iba a pensar que Willer Ditta, un defensor generalmente confiable, iba a cometer un error tan fatídico. El colombiano tenía control posicional de un pase largo sin destino y la pelota lee pasó entre los pies, y para que la “chambonada” sea peor, de atropellado se llevó puesto a Badaloni para cometer penal. Colidio puso el empate en un inicio frenético del partido.
Un córner, una defensa que marca en zona y mira, y Luciatti que aplica un cabezazo a la red. Esto podía preverse en la previa, pero Newell’s decide marcar así y esta vez lo pagó con el 2-1 del rival. En 14 minutos el partido trocó en el marcador. Increíble.
Esta vez el equipo de Heinze tuvo más profundidad y juego. Portillo le dio más dinámica al medio que Ferreira; Aguirre estaba en una noche mágica; Gómez y Sordo eran buenos socios; y hasta Recalde se mostró atento. Un palo tras remate de zurdo de Recalde luego de gran jugada colectiva entre Portillo, Aguirre y Sordo; y un manotazo salvador de Marinelli para impedir el gol de Gómez fueron chances claras de igualar. La Lepra no pudo. Y se fue al vestuario abajo.
Newell’s nunca se entregó, nunca dejó de creer. Fue por el empate que merecía con convicción, sin renegar a la idea de Heinze, con ímpetu y un estado físico a esta altura, con tanto partido en el lomo, irreprocable.
Parecía que no iba a poder. Porque Ferreira y Recalde ejecutaron desviado dos chances claras, y porque las muchísimas aproximaciones al área de Marinelli no pudieron llevar la pelota a la red.
Pero a veces lo que el DT imagina sale. Por eso una pelota hacia atrás sacó a Tigre de su área, y Sforza metió un pase al vacío que atacó Ferreira detrás de los zagueros y cabeceó por encima de Marinelli. Y el 2-2 hizo que el partido fuera más justo. Y pudo serlo aún más si el remate de Gómez tras taco de Recalde no pegaba en el palo y terminaba en gol. No pudo ser. A veces la fortuna también juega. Y en la noche de Victoria quedó en deuda con Newell’s, que merecía irse con algo más que un punto. Pero no está de Liga.