«Sigo siendo lo mismo», exclamó Carlos Del Frade, al referirse a su conversión de periodista a legislador y político. Del Frade comenzó su carrera en 2007 después de ser alentado por varios sectores del progresismo y de la izquierda a finales de la década de los 90. «Todo esto empezó cuando me llamó un tipo que admiro profundamente que es (Fernando) Pino Solanas, cuando se largó a armar un proyecto de partido nacional que es Proyecto Sur», recordó. Solanas llamó a Del Frade para que se hiciera cargo de la candidatura para este nuevo espacio como diputado nacional por Santa Fe en 2011, a lo cual un conmovido Carlos dijo que sí.
Desde entonces, Del Frade fue dos veces diputado provincial, renovó su banca en las elecciones de 2019, y fue señalado como quien más iniciativas presentó en la Legislatura, entre proyectos de ley, de comunicación y pedidos de informe. Este año, encabezará la lista de diputados provinciales del Frente Amplio por la Soberanía.
—Hablás de Pino Solanas en presente.
—Vos cuando dejás un libro y las producciones se meten, y decís algo distinto en la historia, claramente gambetean la muerte. La obra de Pino y la de Osvaldo Bayer son obras absolutamente presentes. Me parece que son dos tipos que yo admiro profundamente y con los cuales me formé.
—Los libros “Geografía Narco” tienen publicaciones anuales. Vos también estás diciendo que la historia del narcotráfico es algo que se cuenta en presente. Y en el medio nunca dejaste de publicar libros de otras temáticas. ¿Tus libros también son tu forma de hacer política?
—Para mí es fundamental la cuestión de la palabra, del testimonio, de la información. Yo creo que sin información precisa no se hace ni educación, ni política, ni periodismo de calidad. Sin información precisa es todo chantismo puro. Ya son numerosas las veces que se presentó la ley de acceso a la información pública y el Senado de la provincia no la aprueba, ni siquiera la discute. Es escandaloso, pero eso tiene que ver con ese lugar de síntesis del conservadurismo en la provincia que es el Senado de Santa Fe. Por eso, las redes sociales son más que nada una inflación de opinión y muy poca información real, concreta. Para nosotros siempre primero está la información y después está la opinión política fundamentada en esa información, porque si no democratizás la información aparece el lenguaje fascista. Es un lenguaje autoritario, eso lo dijo ya el informe de MacBride a principios del año 80 de Naciones Unidas: «Un solo mundo, voces múltiples». Y yo me formé con eso.
—Las redes fueron un lugar muy importante de crecimiento de estos dichos odiosos, de estas expresiones de derecha. ¿Estás de acuerdo con esto? ¿Considerás que está en crecimiento la antipolítica en Argentina?
—Lo que está creciendo es el neofascismo a partir del desarrollo de la invasión a la intimidad que produce el teléfono celular. Yo ahí sigo mucho al filósofo Byung-Chul Han que habla de lo que significa el dataísmo, y el dataísmo como asesinato concreto de la verdad y de los hechos históricos. Es simplemente decir lo que vos querés leer o escuchar o ver. Entonces me parece que eso es un desarrollo del capitalismo para hacer cada vez más chiquita la política y la democracia, y afianzar los factores de poder económico en sociedades como Rosario, Santa Fe, Argentina, y América latina. Esto podría traer como consecuencia un mundo de zombies, de gente muerta en vida que generalmente se alimente por lo que venga por el celular y que crea que la realidad es esa y no se perciba como una persona crítica y libre que sea capaz de enfrentar al sistema. Lo veo en la calle, lo veo en las redes pero también lo veo en la Cámara de Diputados.
—Entonces estamos hablando de que el negacionismo y la antipolítica también vienen de sectores que están muy arraigados en la actividad política.
—Exacto. Por eso defino que lo que tenemos en la provincia de Santa Fe es el PUS: el Partido Único Santafesino, y se expresa por las variables conservadoras del socialismo, del radicalismo, del peronismo. Por supuesto, lo que ya de por sí lo son sin ningún tipo de rubor como el PRO, los sectores celestes e incluso algunos sectores celestes que ahora van a estar con Milei como Amalia Granata.
—Nombrarlos con una sola sigla, como si fueran una sola cosa, ¿no implica que además tienen intereses en común?
—Facilitar los negocios a los sectores de poder económico. El fascismo es eso: es la disminución de la participación política para que, de forma autoritaria, la política se haga cargo del Estado y que el Estado siempre esté a favor de los factores del poder económico. Ahora bien, cuando hablamos de los factores económicos, podemos hablar de multinacionales que manejan todo lo que sale por el río Paraná, negocios vinculados a la salud privada, el desarrollo inmobiliario y a los sectores terratenientes del campo. Y a eso le tenés que sumar esa gran herramienta política de extorsión que son los grandes medios de comunicación a favor de ese PUS que existe hoy en la provincia de Santa Fe.
—¿Cuáles son las deudas que se expresan hoy en Santa Fe?
—Yo desprecio absolutamente la idea de «hechos, no palabras». Eso fue lo que generó el pensamiento servil a los factores de poder económico en los años ’90 y ahora también con el neofascismo se impone esa idea de los hechos y no palabras. El ser humano se define por las palabras. Sin palabras, sin lenguaje, no hay humanidad. Es por eso que cuando no hay palabras hay violencia. Eso es clarísimo. Así que me parece que lo que falta es justamente mayor cantidad de argumentos, que no aparecen con la famosa excusa de la falta del tiempo, del ritmo, de lo que generan las redes sociales y esas cuestiones. Yo creo que eso es antihumano, en definitiva. Se atacan las palabras para atacar el pensamiento propio: con menos palabras propias, menos pensamiento propio tenés. La democracia ha sido acosada por los factores de poder económico debido a la resignación de los ideales y los principios políticos de los grandes partidos como el peronismo, el radicalismo y el socialismo en la provincia de Santa Fe, que alguna vez enamoraron a las mayorías por sus principios, por sus valores, no por adecuarse al tiempo que imponen los factores de poder económico. La democracia hoy no da respuestas porque justamente tomó la avenida de ser el gerente de los factores de poder económico. La mala política es lo que genera el hartazgo de la política.
—¿Qué es hacer buena política? ¿Cuáles son las deudas de la democracia a 40 años de su reinicio?
—Hacer buena política es ir en contra de quienes concentran y extranjerizan riquezas. Ir en contra de los que nos roban derechos, de los que nos roban la posibilidad incluso de comer todos los días. Y esos son los tipos del poder económico. La gran deuda de la democracia es saber si nosotros somos protagonistas o consumidores. La mayoría de la gente optó, por un montón de saqueos que ha sufrido, por ser consumidores. Ahí dejás el pensamiento crítico y, aunque hables de supuestas libertades, en realidad terminás siendo un consumidor consumido. En este análisis muy profundo está el objetivo de los factores de poder económico: han encorsetado la democracia en esa disyuntiva.
—Teniendo esa base, ¿cuáles son las principales aristas sobre las cuales Santa Fe tiene que posicionarse para afrontar los problemas que venís describiendo?
—Levantamos tres banderas que eran las de Proyecto Sur: democratizar la democracia, ética pública y recuperar lo propio. Eso es lo que quiero imprimir como sello a este Frente Amplio por la Soberanía. Democratizar la democracia es participación ciudadana en el Estado, entonces la tarea legislativa es terminar con los privilegios. También significa en cuanto a la ética pública que lo de todos es de todos. Entonces la seguridad tiene que volver y, para que vuelva la seguridad, la política en serio tiene que ir en contra de la corrupción de las bandas que son narcopoliciales. Hay que eliminar los nichos de corrupción de la Policía y el Servicio Penitenciario. Esas metas son absolutamente clave en este nuevo período.
Después, democratizar el Poder Judicial en la provincia de Santa Fe, que tiene en la Corte Suprema gente que está hace 30 o 40 años y que funciona a favor de los factores de poder económicos de la provincia. No tenemos ley de acceso a la información pública, no tenemos ley de Educación desde 1994, no tenemos ley de derecho al consumidor. No puede ser que no tengamos, en una provincia que produce alimentos de una manera formidable, garantizado el derecho a comer. Todas esas son cuestiones pendientes en la Legislatura. Y en forma paralela aparece la necesidad de crear una estructura transformadora que abrace a todos los que se sienten decepcionados por el giro a la derecha del peronismo, del radicalismo y del socialismo, para gobernar en 2027.