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El corto argentino “Nada de todo esto” compite por la Palma de Oro en Cannes

La producción realizada por Patricio Martínez y Francisco Canton se verá este viernes en el afamado festival. Basado en el cuento homónimo de Samanta Schweblin el material cuenta con las actuaciones de Érica Rivas, Mara Bestelli y Miranda de la Serna

Patricio Martínez y Francisco Canton son realizadores del cortometraje Nada de todo esto, interpretado por Érica Rivas, Mara Bestelli y Miranda de la Serna que forma parte de la Selección Oficial de esta septuagésima sexta edición del Festival de Cannes y compite por la Palma de Oro en su categoría.

Basado en el cuento homónimo de Samanta Schweblin, el corto de 16 minutos es un atrapante relato de tensión y atmósferas sobre una mujer que, acompañada por su hija, intrusa la casa de otra familia con sus moradores dentro como forma de espiar una vida deseada o vivir unos instantes bajo decorados a los que su condición no les permite acceder.

Interpretado por Érica Rivas (madre), Miranda de la Serna (hija), quienes atascan su auto junto a una mansión de Zona Norte y logran entrar a la casa de Mara Bestelli (propietaria), donde permanecen un tiempo hasta que se van, el corto es pura tensión.

¿Qué busca esa madre, qué quiere, a qué aspira? Es imposible saberlo, pero el relato materializa una forma de goce sobre lo ajeno de imposible represión y de consecuencias inesperadas.

El film, que se verá este viernes en Cannes, “está lleno de un tipo de tensión que nos pareció fascinante retratar”, comentaron Martínez y Cantón en charla con Télam en la previa de la exhibición del corto en un ámbito privilegiado para su proyección internacional.

Respecto a la costitución del film Patricio Martínez y Francisco Cantón explicaron: “Hace tiempo teníamos ganas de adaptar este cuento a guion, había algo ahí que nos interesaba mucho filmar. Al principio empezamos a adaptarlo a modo de ejercicio y en un punto decidimos lanzarnos a comprar los derechos y convertirlo en un proyecto real”.

Y agregaron: “Ahí empezamos a pensar un poco cómo serían los personajes, los tiempos de las escenas, la puesta en escena, empezamos a tener reuniones con nuestro director de fotografía Matthew Ballard, y comenzamos a darle forma”.

La película trabaja climas y tensiones de los personajes, ciertas fragilidades emocionales en la madre y la angustia y complicidad de la hija de tener que hacerse cargo de la situación inestable de la madre y convivir con ella. “Desde un principio el texto nos proponía un cierto ritmo y tono, está lleno de momentos con un tipo de tensión que nos pareció fascinante intentar retratar. Hay algo que sucede por fuera de los hechos puntuales que podemos ver, un aura que enrarece las situaciones, convirtiendo hechos puntuales en situaciones simbólicas. El texto propone una cuota justa entre lo dicho y lo no dicho, que saca a relucir las fragilidades más profundas de los personajes y esa fragilidad se nos hizo irresistible”, dijeron los realizadores.

“Nos pareció particularmente interesante la idea del status y la consideración o el lugar que ocupan las formas y el buen gusto en esta historia. Estos son temas que muchas veces atraviesan a los vínculos familiares, y son temas que constantemente articulan el vínculo intergeneracional entre madres, padres e hijxs. Nos interesa cómo los objetos que producen fascinación en la madre y traen una cuota de tensión, a la vez parecieran estar alivianados por la ridiculización o banalización de dichos temas”, explicaron.

Lo que le interesó de la historia a esta dupla de realizadores fue “la circunstancia de ver cómo una familia se introduce dentro de la casa de otra, deseando visceralmente la vida que ellos tienen al mismo tiempo que la critican o ridiculizan”, apuntaron. “Esa premisa básica del texto lleva a que se genere rápidamente un ambiente de extrañeza que acompaña todo el corto. La extrañeza como consecuencia de una intersección tanto familiar, como de clases sociales y de estilos de vida. Ese cruce de vidas, que dura un instante, logra sacar a los personajes de su vida cotidiana, introduciéndolos en un lugar un tanto incómodo, donde se comienzan a decir la verdad y a demostrar sus posturas reales”, explicaron.

Respecto al formato y a sus posibilidades cinematográficas Patricio Martínez y Francisco Canton, analisaron: “Desde el principio teníamos bastante en claro que no queríamos hacer un cortometraje que se sintiera como una fracción de algo, esos que te abren como una ventana a algo y no lo desarrollan. Queríamos algo que en términos de estructura se sostenga un poco como una película. El desafío fue tomarnos el tiempo para desarrollar los personajes en profundidad, y no crear ninguna elipsis temporal muy grande. Fue un placer y una suerte poder trabajar con actrices de enorme talento como Erica Ricas, Miranda De la Serna y Mara Bestelli. Los ensayos con ellas, la construcción de los personajes, las pequeñas cosas que fuimos encontrando en vínculo entre las tres en el guion fueron un proceso de enorme crecimiento para el corto al mismo tiempo que fue un aprendizaje para nosotros como directores”.

Y para concluir realizaron una comparativa entre los desafíos que les presentó su primer corto Loose Fish y aquellos que les trajo Nada de todo esto: “En el último, el desafío fue incursionar en algo que no habíamos hecho antes, no solo por ser una adaptación sino porque nos tomamos mucho tiempo para trabajarlo, para estudiarlo, para ensayar con las actrices. Cuando llegamos al set nos sentíamos bastante preparados. Loose Fish fue más una reacción a algo que nos llamaba la atención, fue ponernos en situaciones poco prácticas con una cámara y un micrófono y hacer el ejercicio de ver si terminaba tomando forma. Fue el proceso de crear una narrativa de ficción partiendo de un personaje y un contexto real”.

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