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Myriam Bregman: “Un crecimiento electoral de la izquierda sería un mensaje político, sobre todo al FMI”

En diálogo con El Ciudadano, la precandidata a presidenta por el Partido de los Trabajadores Socialistas en las Paso del Frente de Izquierda analizó el contexto político y económico e hizo hincapié en recuperar las pérdidas salariales de los últimos seis años

Myriam Bregman competirá como precandidata a presidenta por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) dentro del Frente de Izquierda Unidad (FIT-U) en las Paso de agosto. Sabe que hay un importante caudal de votos en disputa con sectores que pretenden capitalizar el descontento social, pero su programa económico se diferencia con una salida de la crisis sin ajuste y por izquierda.

“Nosotros tenemos que crecer junto con la organización de la clase trabajadora y la movilización popular, así se construye una alternativa de clase. Un crecimiento electoral (de la izquierda) sería un mensaje político, sobre todo al Fondo. Los trabajadores hoy tienen un gran impedimento que son las direcciones sindicales, que andan cabeceando atrás de Cristina Kirchner a ver si salen en la foto, cuando llevamos seis años de caída del salario”, sostuvo la actual diputada nacional.

En diálogo con El Ciudadano, analizó el contexto político y económico que atraviesa Argentina: el fenómeno de trabajadores pobres, el crecimiento de trabajo precario y el problema de la distribución del ingreso. También se refirió a una cuestión que puede determinar el futuro electoral del FIT-U: ¿hay un giro a la derecha a nivel global o la población reprueba a los oficialismos?

—¿Cuál es el desafío para la izquierda en estas elecciones nacionales?

—La izquierda tiene un desafío histórico que es que la clase trabajadora supere la experiencia histórica con el peronismo que siempre colocó a la clase obrera como columna vertebral. Nosotros creemos que la clase trabajadora tiene que ser la cabeza, y pretendemos que ese descontento con el sistema político no sea canalizado por los personajes que armaron las mismas clases dominantes de nuestro país.

El peronismo hoy está en el gobierno y está ajustando derechos, el 70% de la creación de empleos es monotributista, la reforma laboral es un hecho. La oposición de derecha habla de reforma laboral. Nuestro objetivo es que ese sector de trabajadores se organice, que tengan sus propios derechos, sacar a la burocracia sindical. Pero el fenómeno es de abajo hacia arriba, en respuesta a las demandas sociales.

—¿La izquierda puede ocupar ese lugar de representación de los trabajadores que históricamente asumió el peronismo?

—Es un tema nodal, que los trabajadores empiecen a tomar la política con sus propias manos. Nosotros tenemos que crecer junto con la organización de la clase trabajadora y la movilización popular, así se construye una alternativa de clase. Un crecimiento electoral (de la izquierda) sería un mensaje político, sobre todo al Fondo. Los trabajadores hoy tienen un gran impedimento que son las direcciones sindicales, que andan cabeceando atrás de Cristina Kirchner a ver si salen en la foto, cuando llevamos seis años de caída del salario. La clase trabajadora tiene que tener su propia alternativa, esa es nuestra apuesta.

—¿Hay un problema de distribución en la economía como dice el oficialismo?

—La economía tiene un problema que hay que enfocar más globalmente. El propio instituto Cifra, de la CTA, expuso que la transferencia de ingresos que hubo entre el gobierno de Macri y del Frente de Todos fue monstruosa, hubo 80 mil millones de dólares de los sectores asalariados a los más concentrados del capital, hay una redistribución negativa del ingreso. Estamos en el sexto año consecutivo de caída de salarios y el 70% del nuevo empleo es precario. Los sectores más concentrados están ganando como nunca y sacándole a la clase trabajadora. La izquierda viene a discutir eso y el desafío es enorme.

—¿Por dónde se empieza a discutir?

—Lo primero que hay que hacer es un balance de lo que pasó, porque nos decían que si no se firmaba el acuerdo la economía iba a hacer un caos e iba a haber inflación, entonces el caos es el FMI, una vez más se comprobó. Por eso lo que hay que hace es un desconocimiento soberano. El acuerdo no solamente es ilegal, sino que también es un mecanismo para dominar a los países ¿Por qué lo tiene que pagar el pueblo? Cuando ves que las partidas que más se ajustaron fueron las Asignaciones Familiares o jubilaciones, entonces está claro que se está pagando con el hambre del pueblo. Entonces, o cuestionamos eso, nos movilizamos y buscamos solidaridad de otros pueblos que están viviendo lo mismo, o no hay salida con el FMI. Los pagos más importantes todavía no empezaron, vienen el año que viene, y ya no hay dólares en el Banco Central.

Entre las empresas que se apropian de los dólares y el pago al FMI no queda un dólar en el Central. Entonces lo que hay que discutir son medidas estructurales, como el monopolio del comercio exterior para que no sean tres empresas las que manejen todas las divisas y que te organizan una corrida en cinco minutos. Hay que generar un sistema estatal único para evitar la fuga y el desconocimiento soberano de la deuda.

—¿Cuál es el plan económico de la izquierda?

—La primera medida económica es el desconocimiento soberano de ese acuerdo. Tiene que haber una estatización bajo control de los trabajadores de los recursos estratégicos del país para una planificación económica. Lo que planteamos es algo muy distinto a esto de seguir gestionando el capitalismo y las migajas para los trabajadores. Planteamos invertir la ecuación y que la planificación sea en base a las necesidades sociales. Hoy se da lo contrario.

Una medida muy importante que planteamos es la reducción de la jornada laboral y un reparto de las horas de trabajo para generar trabajo genuino. Hoy nadie discute como generar trabajo genuino. Hoy si sos joven, tenés garantizado que vas a estar precarizado. La jornada laboral tiene casi 100 años. Hicimos un estudio y demostramos que si se reduce la jornada laboral a seis horas en 12 mil grandes empresas, sin el Estado, podrías generar un millón de puestos genuinos con derechos.

—¿Qué proponen para el destino de recursos como vaca muerta o la explotación del litio?

—Hoy todo eso está puesto al servicio del pago de la deuda. Cuando te hablan de esos recursos no te hablan de conseguir dólares para un plan educativo o que no falten más insumos en los hospitales, la discusión está puesta al servicio del pago de la deuda. Ahí hay una discusión muy importante, porque hablamos de los recursos estratégicos de la economía que están a merced de grandes multinacionales, con enormes beneficios impositivos y la posibilidad de sacar los dólares sin ningún tipo de control. Nos dejan el pasivo ambiental y ellos se llevan las ganancias, eso es lo que ocurre.

—¿Existe un giro a la derecha a nivel global o lo que se da son rechazos electorales a los oficialismos?

—Se hace ideología con eso para justificar sus propias políticas. Siempre se exagera para defender que todo es de derecha, se exagera el crecimiento de derecha. En Latinoamérica lo que hay es una estabilidad, un movimiento pendular porque ningún gobierno logra asentarse. Yo creo que tiene que ver con un sistema capitalista que nada tiene para ofrecer a las masas populares. Es lógico que esto ocurra, van 40 años de gobierno constitucionales con pobreza arriba del 40% de pobreza y se considera un buen gobierno a aquel que tiene 25% de pobreza.

—La dirigencia política, ¿no sabe explicar la profundidad de la crisis económica o no la quiere explicar?

—Hay una desconexión profunda con la realidad. Vivir como cualquiera, como hacemos desde la izquierda, nos permite una visión que en otros casos la veo alejada. Hay un primer registro que es que están para gestionar este capitalismo, pero hay otro más personal que es que viven alejadísimos de las necesidades populares. Si escuchás las internas y peleas que tienen, es porque fracasaron. Nosotros cuestionamos lo estructural, con este esquema de salida de dólares sin control o de manejo de los puertos por parte de empresas privadas, no hay salida. SI hay algo que nos enseñó la pandemia, es que el mundo puede funcionar sin cualquier cosa, menos sin su clase trabajadora.

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