El 54% de las familias argentinas apelan al endeudamiento a través de tarjetas o préstamos para sostener el consumo básico de un hogar. Pero el dato es más preocupante aún cuando se analiza únicamente aquellos hogares conducidos por mujeres: en ese caso, el nivel de familias endeudadas asciende al 60%.
Los datos se desprenden de un informe realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Ministerio de Economía de la Nación, quienes llevaron a cabo la Encuesta de Financiamientos y Medios de Pago (EFyMP), que indaga las estrategias de financiamiento de los hogares, tanto las relacionadas con fuentes formales (tarjetas de crédito, créditos bancarios, financieras, fintech o créditos de la Ansés), o fuentes informales (préstamos de familiares o amigos, fiado en comercios, préstamos de empleadores o prestamistas).
De acuerdo con el relevamiento efectuado, el 59,5% de los hogares sostenidos por mujeres reportó haber recurrido a financiamiento, en sus distintas formas, en el período de realización de la encuesta, frente a un 50,3% de los hogares sostenidos por varones. Además de la mayor necesidad de financiamiento, los hogares encabezados por mujeres recurren en mayor proporción (17,2%) que los varones (13%) a fuentes exclusivamente informales.
Esta brecha es relevante, ya que el financiamiento informal depende de acuerdos privados que suelen establecerse en momentos de necesidad, se caracterizan por una mayor opacidad en sus términos y por relaciones de poder asimétricas, que implican no solo mayores costos financieros sino cargas que pueden desembocar en situaciones de elevada vulnerabilidad financiera, e incluso física.
La EFyMP ha permitido apreciar cómo en hogares de ingresos bajos o inestables predomina el uso del financiamiento como una estrategia para sostener consumos corrientes frecuentemente ligados al cuidado, como el pago del alquiler, la educación, la salud o, incluso, el consumo de alimentos. La encuesta realizada muestra que el 63,8% de los hogares utilizó los créditos/préstamos solicitados para costear gastos en comida y medicamentos, un porcentaje que asciende al 65,4% en el caso de los hogares cuyo principal sostén son mujeres.
Otra estrategia de financiamiento que presentan los hogares es el diferimiento o atraso de los pagos de gastos corrientes, como los impuestos, determinados servicios, el alquiler, o las deudas contraídas previamente, entre otros. La existencia de espirales de endeudamiento, en combinación con ingresos que apenas cubren el servicio de ese endeudamiento, redunda en distintas situaciones de vulnerabilidad financiera, como se desprende de la EFyMP, que refleja que el 22,9% de los hogares se encontró en una situación de alta vulnerabilidad financiera en el período en que se realizó el relevamiento, proporción que alcanza al 30,7% cuando se trata de hogares encabezados por mujeres con responsabilidades de cuidado.
La información presentada en este informe muestra, además, cómo esa mayor vulnerabilidad financiera se asocia con las inequidades de género existentes en la inserción laboral, en los ingresos percibidos y en la calidad de los puestos de trabajo, y, sobre todo, cómo se relaciona con la injusta división sexual del trabajo –donde las mujeres son principales proveedoras del trabajo de cuidado.
Por último, el informe destacó que los hogares con responsabilidades de cuidado de niños, niñas y adolescentes (NNyA) encabezados por mujeres enfrentan situaciones de elevada vulnerabilidad financiera: el 72,6% destina el financiamiento a la compra de comida y medicamentos (el 65,9% en el caso de los encabezados por varones), 7 de cada 10 de esos hogares arrastra atrasos en los pagos de deudas o de servicios, 4 de cada 10 tiene atrasos en ambos, y casi la mitad destina todos sus ingresos para hacer frente a sus deudas o sostiene que sus ingresos le resultan insuficientes para afrontarlas (el 46,2% de los hogares encabezados por mujeres respecto al 38,3% de los encabezados por varones).