La televisión de aire está pasando el peor momento de una etapa donde lejos de recuperar algunas posiciones del lugar que supo tener, incluso hasta un poco antes de la irrupción de la pandemia, el furor de las plataformas de contenidos stremaing y los nuevos modos de consumo, va camino a su autodestrucción.
Ejemplo de eso es el “Morena Gate”, el escándalo mediático de la hija mayor del popular conductor Jorge Rial, quien viene de atravesar un complejo momento de salud que lo puso al borde de la muerte y que por estos días es carne de consumo mediático (más allá de su atípico silencio) a partir de las declaraciones de su hija mayor, de 24 años, quien sin ningún filtro ventila en los programas de América (entre otros), otrora señal que albergó por más de dos décadas el programa insignia creado por su padre, Intrusos, cuestiones de su intimidad donde la extorsión se volvió moneda de cambio, dado que al parecer su padre le habría negado el dinero para poner un negocio.
En esos programas, la mayor de las Rial se mueve como pez en el agua a raíz de las desembozadas intervenciones de las y los conductores y/o panelistas que van por todo y la empujan, especulando con su enojo y su visible mal momento, a que cada intervención corra un poco más los límites de sus confesiones, incluso sin disimular que la mayoría de esos conductores y/o panelistas tienen cuentas pendientes con su padre.
Fue así que Morena Rial habló de los abusos de los que, junto con su hermana Roció, fueron víctimas de su madre adoptiva y otrora pareja de Jorge Rial, Silvia D’Auro, a quien no ven desde hace años, dado que fue Jorge Rial quien se hizo cargo de ambas tras la separación, donde encierros, golpes, amenazas, entre más, habrían sido moneda corriente, y hasta incluso la autoflagelación de su padre.
Pero ese es sólo el comienzo de un derrotero de tragedias de la convivencia, como pasa en muchas familias, porque la disfuncionalidad familiar es común a todas, en las que aparecen las que fueron las parejas posteriores de su padre, sus vínculos con esas mujeres, muchas de ellas de gran predicamento mediático, su amistad con la fallecida Natacha Jaitt y las supuestas cosas que la mediática le mostró y le contó, hasta la denuncia repetida de su recordada internación psiquiátrica cuando, según sostiene, «no era lo indicado».
Pero hay mucho más, porque el desatino, si los puntos de rating suben, no tiene límites. Fue así que aparecieron las amenazas acerca de supuestos secretos que “mejor no develar”, en relación con los lados más oscuros que tendría su padre, alguien que conoce la arena mediática como nadie porque es uno de sus mentores en la Argentina; la amenaza de no volver a ver a su pequeño hijo, único nieto del conductor y productor, y hasta la aparición en esos mismos programas de mensajes y audios de su madre biológica, porque cuando se quiere hacer daño todo parece estar permitido.
Detrás de todo eso, el mismo furor de ir por más, se lleva puesto, veladamente, el deseo de miles de potenciales adoptantes en un país donde, por mucho tiempo, adoptar fue un gran negocio, y donde las y los potenciales padres o madres o ambos a la vez luchan a diario con las contradicciones de un sistema que está lejos de ser virtuoso. Pero nadie habla de eso.
Lejos de bajar la temperatura elevada a la que llevaron los hechos que son tendencia en las redes desde el comienzo de la semana, allí, en esos mismos programas, todos y todas toman partido, incluso el mismísimo Jorge Lanata, que habló de “un acto extorsivo” de Morena hacia su padre, criticó las actitudes de sus colegas en esos programas, y ella le respondió hablando de sobres que se habrían pasado entre el conductor de PPT y su padre.
Mientras todo acontece, un gran escándalo donde sería inocente pensar que no está metida la grieta y los enojos que generó la salida de Rial de América, hoy figura de C5N y con una clara postura en defensa del peronismo que parece irritar a sus antiguos empresarios, colegas e incluso amigos, Morena Rial explota su momento de fama, su segundo de estelaridad mediática, seguramente, hasta que las luces se vuelvan a apagar.