Nahir del Buey/Télam
Defensores de los derechos de niñas, niños y adolescentes (NNyA) advierten que el trabajo infantil es una problemática multicausal donde hay una tolerancia social que lo «naturaliza» o lo asume como «ayuda», generando como resultado que 1,3 millones de infantes entre los 5 y 17 años en Argentina trabajen, en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora este lunes 12 de junio.
De acuerdo al último documento estadístico producido por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA), correspondiente a un relevamiento del segundo semestre del 2022, el trabajo infantil en actividades domésticas intensivas y actividades económicas afecta a casi el 15% de la población entre los 5 y 17 años en nuestro país, «un equivalente a 1,3 millones de NNyA», precisó la coordinadora de este estudio, Ianina Tuñón, en diálogo con Télam.
Del informe se desprende que el 6,9% realizan trabajo doméstico intensivo, es decir, situaciones en las que NNyA realizan de modo habitual tareas como limpiar, lavar, planchar, cocinar, realizar las compras y cuidar de los hermanos, con una predominancia de niñas y adolescentes mujeres realizando esta actividad.
Mientras que el 9,2% corresponde a la labor en actividades económicas trabajando con un familiar o conocido, o que realizan alguna actividad por su cuenta para ganar dinero desempeñándose como empleado o aprendiz, lo que provoca que 2 de cada 10 adolescentes participaran en el último año en dichas actividades.
En el caso del trabajo económico prevalecen diferencias sociales significativas y una fuerte localización en el interior del país, mientras que el trabajo doméstico es más transversal a las regiones y desigualdades sociales notables.
Además, el trabajo infantil a menudo se asocia con el abandono escolar, y provocó en los últimos seis años que 4 de cada 10 NNyA que trabajaron tuvieran déficit educativo.
«Son muchos los derechos de los niños que son vulnerados cuando son víctimas del trabajo infantil. El derecho a la educación, porque el tiempo que le lleva está explotación laboral les quita espacio para la vida estudiantil, no solo ir a la escuela sino también socializarse con otros niños y niñas. Además se exponen a riesgos que provocan el tipo de trabajo que hacen», manifestó a Télam la Defensora Nacional de los Derechos de NNyA, Marisa Grahan.
En este sentido, remarcó que el trabajo infantil es «invisibilizado por un lado y naturalizado por el otro», como los niños trabajando en los campos, no solo en Argentina sino en el mundo.
Grahan hizo hincapié en que todavía es el sector agropecuario es el que más hace uso de trabajo infantil y en segundo lugar los talleres textiles clandestinos.
«La siembra del trigo, de flores, maíz, recolección de frutos, el secado del tabaco y hasta mucha ropa que compramos se basan en explotación laboral infantil», sentenció, y si bien reconoce que se avanzó mucho en la lucha para erradicarlo aún «falta mucho».
Según las últimas estimaciones globales de la OIT y Unicef 160 millones de NNyA son víctimas de trabajo infantil.
Por este motivo la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Argentina y el Ministerio de Trabajo, titularon «Prestá atención. El trabajo infantil pasa cerca tuyo» como lema de este año para visibilizar esta problemática y disminuir la tolerancia social «desnaturalizando» el trabajo infantil.
«El trabajo infantil priva a los niños de su niñez, de desarrollar su potencial, afecta su dignidad y los perjudica tanto en el desarrollo físico como psicológico», enumeró a Télam Gustavo Ponce, funcionario de trabajo infantil, forzoso y trata de personas de la OIT Argentina.
Así, consideró que es «un problema multicausal» donde hay factores vinculados a lo económico, las políticas aplicadas y los patrones culturales.
«El económico es central, ya que el trabajo infantil se da en el marco de familias que generalmente tienen un déficit de trabajo decente, donde el trabajo de los niños suma una economía familiar y así vemos que en la medición del 2017, el 60% de los niños y niñas trabajaba junto con sus padres», afirmó Ponce.
Con respecto a las políticas para la prevención se centró en que «los niños permanezcan en la escuela» y que las medidas de protección social para aquellos hogares más vulnerables como la Asignación Universal por Hijo, «tiene una incidencia positiva en la reducción del trabajo infantil».
Por último en cuanto a factores culturales, destacó la tolerancia social, con la cual el trabajo infantil «no se lo ve muchas veces como tal», sino «como una ayuda» o que favorece a la cultura del trabajo, pero que «la evidencia nos muestra todo lo contrario», y cuando los ingresos al mercado de trabajo son de forma temprana sólo «obstaculiza el desarrollo de la trayectoria educativa, desventajas en cuanto al aprendizaje».
En 2002, la OIT estableció el 12 de junio de cada año como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, en coincidencia con el Día Nacional contra el Trabajo Infantil y Día de los adolescentes y jóvenes por la inclusión social y la convivencia contra toda forma de violencia y discriminación.
La fecha tiene como objetivo sensibilizar y comprometer a los Estados a desarrollar acciones que aboguen por su prevención y erradicación del trabajo infantil, prohibido en la Argentina por la Ley 26.390, preservando los derechos fundamentales de NNyA.