Natalia Concina / Télam
La prevalencia de abortos espontáneos en localidades de la región agroindustrial en el sur y centro de Santa Fe se triplicó entre 1996 y 2018, según un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Socioambiental (InSSA) -en base a relevamientos presenciales que incluyeron a más de 6.500 mujeres- y cuyos primeros resultados fueron presentados en el VII Congreso Internacional de Salud Socioambiental, que finaliza este viernes en Rosario.
«Lo que encontramos es que en nueve localidades ubicadas en la región agroindustrial del sur centro de Santa Fe se pasó de 6 embarazos que terminaban en pérdida en 1996 a 17 en 2018, es decir que se triplicaron», describió a Télam Facundo Fernández, investigador e integrante del InSSA.
Y añadió que «esos valores son generales, pero particularmente las pérdidas durante el primer trimestre de embarazo crecieron 4,7 veces en esos 22 años».
«Es importante destacar que los abortos espontáneos en los primeros tres meses de gestación, son los que en la bibliografía científica están más vinculados a la exposición a tóxicos presentes en el ambiente», precisó.
El trabajo surgió a partir de un pedido del Centro de Derechos Reproductivos de Colombia que convocó al InSSA para que indicara «los impactos relevados en los campamentos sanitarios en términos de salud reproductiva en las localidades fumigadas», dijo el director del InSSA, Damián Verzeñassi, coordinador del equipo de trabajo.
«Esta necesidad surge a partir de que en Colombia se lleva adelante un relevamiento de los impactos de las aspersiones que realizó el Estado en el Plan Colombia para controlar cultivos ilícitos; en ese marco se están realizando juicios contra el Estado de ese país y el Centro de Derechos Reproductivos está acompañando esos procesos», detalló.
En ese contexto, la Universidad del Valle de Colombia elaboró un primer informe con una revisión bibliográfica sobre los impactos del glifosato en salud reproductiva, y luego convocó al InSSA y a Abrasco (Asociación Brasilera de Salud Colectiva).
Con esa consigna las y los investigadores del InSAA recuperaron la información de los «campamentos sanitarios» que consistieron en relevamientos con entrevistas presenciales durante 10 años casa por casa en diferentes pueblos ubicados en zonas con gran prevalencia de fumigaciones -tanto a glifosato como a otros agrotóxicos- y otras problemáticas ambientales.
«Seleccionamos una muestra de nueve localidades de la región sur centro de Santa Fe a partir de dos criterios: que fueran de pueblos insertos en la región agroindustrial y con poblaciones similares, y que al momento del relevamiento hubiéramos utilizado la misma encuesta», dijo por su parte Fernández.
Sobre el total de la población encuestada, que ascendía a más de 31.000 personas, los investigadores seleccionaron a las gestantes mayores de 18 años y menores de 70 (porque las encuestas preguntaban por los últimos 20 años) que hubieran respondido en primera persona y quedaron alrededor de 6.500 entrevistas.
«A nuestro grupo de trabajo sumamos a dos gineco-obstetras para asegurarnos de hacer las preguntas adecuadas. Lo primero que hicimos fue fijarnos cuáles de estas mujeres habían tenido algún embarazo y cómo habían terminado. También dividimos por edades porque hay distintos rangos etarios en los que es más probable que suceda un embarazo, que llegue a término o que se pierda», detalló el investigador.
Y continuó: «La idea de construir ese perfil era poder compararlo con datos de Argentina, ver cuáles eran las similitudes y diferencias que tenían esos pueblos con el resto del país, y todavía estamos trabajando en eso porque los datos sobre embarazos perdidos oficiales no son confiables; y mucho menos los que suceden en el primer trimestre porque casi no se registran».
Las estadísticas oficiales nacionales indican que 1 de cada 100 embarazos finaliza con una pérdida, y que en el primer trimestre esa cifra desciende a 1 cada mil, pero según Fernández «ese dato no es consistente» y tiene más que ver con el subregistro.
Además de comparar los datos obtenidos en los distintos campamentos -lo que permitió al grupo de investigación hacer ese análisis a través del tiempo- otro resultado importante fueron las enfermedades que tenían las mujeres que tuvieron pérdidas de embarazo.
«Al consultar qué enfermedades tenían las mujeres que perdieron el embarazo durante el primer trimestre no encontramos relaciones fuertes con la hipertensión o la diabetes, pese a que son las que pueden desencadenar un aborto; pero lo que sí encontramos es que hay una asociación muy fuerte entre las mujeres que tenían hipotiroidismo al momento de cursar un embarazo y la finalización en pérdida del mismo», alertó.
El investigador señaló que concluyeron que «las mujeres con hipotiroidismo cuando cursaban el embarazo tenían casi el doble de probabilidades de tener una pérdida que las que no tenían esta enfermedad».
«Cuando encontramos este dato evaluamos la progresión de hipotiroidismo a través del tiempo y cuando comparamos los dos gráficos -por un lado, las pérdidas en el primer trimestre, y por el otro los casos de hipotiroidismo exclusivamente en mujeres- encontramos que el aumento es exponencial en las dos curvas, es decir, son dos rectas crecientes superpuestas», detalló.
En ese contexto, Fernández recordó que «otro dato que está muy documentado en la bibliografía científica es que hay numerosos plaguicidas que generan disrupción endocrina, es decir, que alteran el metabolismo endocrino y la glándula tiroides forma parte del sistema endocrino».
«Del total de plaguicidas que están aprobados en Argentina, que son un poco más de 300, un tercio de está vinculado de alguna u otra manera con problemas relacionados a la glándula tiroides: hipotiroidismo y hipertiroidismo», apuntó.
Aunque en la medicina las relaciones no son lineales y unicausales, el investigador alertó que las poblaciones que están siendo expuestas a masivamente a plaguicidas en Argentina, dentro de esos agrotóxicos hay al menos un tercio que está asociado a disrupción endócrina».
En febrero de 2023, el mismo equipo del InSAA publicó en la revista Clinical Epidemiology and Global Health una investigación que confirmó que la mortalidad por cáncer en la población de 15 a 44 años que habita ocho localidades de la zona agroindustrial de Santa Fe es 2,5 veces mayor que en el resto del país.
«Nos encontramos redactando las conclusiones del trabajo sobre embarazos que terminaron en pérdidas; después de publicar los datos para la comunidad, quizás busquemos una publicación científica como hicimos con el trabajo sobre prevalencia de cáncer», concluyó Fernández.