«Hace 18 años que vivo en la calle. Soy santafecino. Me trajo acá mi señora engañado. Me dijo que esto era el futuro», expresó Jorge Juan Carlos Pérez, un hombre de 60 años que para junto a sus dos hijos, de 20 y 18 años, en una esquina del barrio porteño de Palermo.
El hombre, que se dedica al cartoneo y a reunir objetos que vende luego en la feria del Barrio Padre Carlos Mugica (ex Villa 31), prefiere no pasar la noche en un parador de la Ciudad de Buenos Aires porque asegura que no lo dejan ingresar junto a su fuente de trabajo, el carro.
Se refiere al Operativo Frío del programa Buenos Aires Presente (BAP), a partir del cual, según indicaron fuentes del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, distintos móviles recorren la Ciudad para ofrecer un lugar en los centros de inclusión social (antes llamados «paradores») y en caso de no ingresar, les entregan viandas, agua, frazadas y abrigos.
«Hoy salí a buscar unos cartones para no tener mucho frío y no había. Vinieron del 108 (BAP). Les pedimos frazadas, no tienen. Les pedimos guantes, no tienen; algo para higienizarse, para lavarse, tampoco. No tienen nada. Entiendo. Ahora estamos en época de elecciones», compartió sobre su noche.
A lo largo del último mes, en la Ciudad de Buenos Aires fallecieron tres personas que vivían en la calle, según advirtieron distintas organizaciones, como Amigos en el Camino, que relevó las muertes de Héctor Silveira, Orlando y Ramiro.
«Héctor era alguien que siempre intentaba trabajar, hacer una changuita. Sus amigos dijeron que pasó mucho frío la noche anterior. Era alguien muy amable, lo vamos a recordar con mucho cariño», dijo Mónica De Russis, de la organización Amigos en el Camino, quien veía todas las semanas al hombre que fue encontrado sin vida el 12 de junio en Leopoldo Marechal al 1300, en Villa Crespo.
En la Ciudad, 3.511 personas se encuentran en situación de calle, entre las cuales cuales 1.243 viven efectivamente en la calle y 2.268 en los centros de inclusión social, según datos del relevamiento realizado en abril de este año durante una noche por el Gobierno porteño.
Sin embargo, distintas organizaciones sociales aseguran que el número es más elevado y advierten que una noche no es suficiente para registrar a esta población ya que tiene la particularidad de estar en movimiento.
Frente a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, sobre la Plaza de Mayo, unas 140 personas se reúnen a las 19:30 y se sientan alrededor de una mesa larga para recibir un plato de comida, que en esta ocasión fue un guiso de lentejas, elaborado por distintos grupos de personas como scouts o estudiantes, agrupados en el movimiento Red Solidaria, creado por Juan Carr.
«Por suerte en la Ciudad hay muchos lugares donde pasa esto. En los distintos barrios, cada pocas cuadras hay personas ofreciendo comida», dijo Martín Giovo, director de Red Solidaria, mientras interrumpe la charla para abrazar a quienes se acercan a saludarlo.
Cuando comenzó la campaña «Frío Cero» de la Red hace 13 años, llegaban alrededor de 60 personas a la Plaza, un número que se incrementó a más de 160 en la actualidad, aseguraron sus organizadores.
«Vine hace 3 meses, a buscar laburo, otra vida», contó Santiago Pereyra, un joven oriundo de la localidad bonaerense de Zárate, quien se encuentra en situación de calle y asiste asiduamente a la velada de Plaza de Mayo.
Para él, «la calle está recomplicada» y la transita peor «cuando hace frío y no te podés bañar», por lo que prefiere ir a los centros de inclusión a pasar la noche.
«Les pregunté para ir y no tenían espacio para mí. Prefiero estar en paradores porque quiero estar estable, levantarme a la mañana, desayunar un tecito, como normalmente. Lavarse la cara, cepillarse los dientes, estar tranquilo. Me dicen que no puedo ir porque no hay lugar, hay mucha gente», contó.
Durante la semana, alrededor de 170 voluntarios de Amigos en el Camino recorren desde 2011 distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires para acercar comida, productos de higiene, abrigo y establecer un vínculo con las personas en situación de calle para que puedan acceder a sus derechos, haciendo redes con otras organizaciones y organismos.
Mónica de Russis, la presidenta de la asociación civil, advirtió sobre distintas modalidades que tiene el gobierno porteño para con esta población.
Daniel Paván, un hombre de 33 años, nacido en Escobar, hace 10 años que vive en situación de calle. Sobre esta dinámica, contó: «Acá nomás en Charcas con la gente de la calle van, se hacen los locos, te quieren tirar todo, no les importa si vos tenés tu ropa ahí, tus mantas. Hay un policía que está con ellos. Te sacan todo, te dejan en pelotas y tenés que andar con la bolsa al hombro de vuelta».
En este sentido, el Informe Anual de Violencias hacia personas en situación de calle en Argentina (2021-2022), realizado por la Asamblea Popular de Personas en Situación de Calle y un equipo de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires contabilizó 21 casos de violencia institucional, 37 de violencia social (agresiones de ciudadanos) y 66 casos de violencia estructural, es decir, lesiones o muertes producto de las condiciones de vivir en la calle.
La Ley de Situación de Calle y Familias sin Techo, aprobada en diciembre del 2021, establece que el Estado debe procurar evitar el uso coercitivo de la fuerza pública con las personas en este contexto, entre otras cuestiones relativas a los derechos de este grupo poblacional, como el acceso y uso de los servicios, de la infraestructura y de los espacios públicos sin discriminación.
De Russis también advirtió que los equipos del BAP que llevan adelante el Operativo Frío «pasan por algunas zonas y otras por las que no, incluso hay barrios donde no han pasado nunca».
«El ambiente de la calle no se lo deseo a nadie, menos con chicos. Hace mucho frío», contó Ángel López, quien partió de Moreno hace siete años para llegar a la Ciudad.
El hombre de 37 años se acerca todos los días a la Plaza de Mayo, a veces para recibir una comida, otras para ayudar en el espacio, pero principalmente para conversar con quienes asisten y jugar un «picadito».
«A veces no importa la comida, nada, es más importante que venga alguien y le dé un abrazo a cada niño y a cada persona que está en la calle porque lo necesitan», dijo.