Adrián Boccia: Su retorno generó grandes expectativas y estuvo a la altura. Jerarquía en cada movimiento y apariciones determinantes. Él se dio el gusto y el público también. Fue el héroe en la consagración en La Rioja
Pablo Fernández: El símbolo. Cada vez que el equipo lo requirió durante la temporada, el líder apareció para tomar protagonismo.
Matías Quiroga: Aporte clave que llega desde el banco. Apenas dejó atrás una lesión se convirtió en pieza fundamental del recambio y sorpresa para los rivales.
Federico Pérez: No tuvo tantos minutos como en la pasada campaña, pero también aportó en momentos clave. Sus ingresos fueron positivos.
Alejandro Ettorre: Desfachatado, por momentos incontenible. La sorpresa y el desequilibrio para el quinteto. Listo para el salto de categoría.
Gastón Gerbaudo: Se afirmó en la base y manejó bien la responsabilidad de conducir a un equipo muy largo. Su coraje y aporte defensivo fue determinante.
Vicente Garello: La pieza que se sumó para darle el salto de calidad en la pintura. Cada vez más determinante.
Juan Pablo Evangelista: Fue perdiendo minutos con la llegada de Garello, pero siempre sumó cuando le tocó entrar y asumió los roles que le tocaron con espíritu de equipo.
Renzo D’Amari: Durante la temporada pasó por momentos en los que fue el primer recambio y en otro de pocos minutos. Recuperó su mejor versión en el cierre de campaña y se mostró más maduro en la conducción.
Nicolás Reyero: Cuando se ganó minutos con gol y buenas apariciones, una lesión lo dejó afuera.
Tomás Gómez Platia: se ganó minutos con el correr del torneo e incluso tuvo responsabilidad en la defensa de jugadores importantes del rival.
Matías Stra y Leandro Bertaina: Pocos minutos durante la campaña, haciendo sus primeras armas en el básquet grande.
Facundo Rodríguez: Le tocó aparecer como recambio en algunos momentos de la campaña y aportó sus variantes. Por lógica, el límite de fichas le impidió más protagonismo.