Clara García empezó a militar cuando terminó la carrera de Contadora Pública que cursó en dictadura. Una compañera la invitó a una actividad solidaria del Partido Socialista y, desde entonces, se unió a la agrupación. Cree que hay que estar preparada para recibir las oportunidades y por eso aceptó ser la primera mujer en la subsecretaría de Economía, al igual que de muchas otras áreas de la ciudad. Hoy es precandidata a diputada provincial por la lista Adelante, en el frente Unidos para Cambiar Santa Fe. En diálogo con El Ciudadano cuestionó los cruces mediáticos entre Maximiliano Pullaro y Carolina Losada, criticó la falta de gestión de Omar Perotti y confía en que el socialismo vuelva a gobernar la provincia y la ciudad.
—Tenés un amplio recorrido en la política; ¿cuándo y cómo fue tu acercamiento?
—Fue hace muchos años. Hice mi facultad en dictadura, con lo cual me acerqué al partido ya recibida por una circunstancia muy especial. Una compañera de trabajo socialista contaba de sus reuniones y para la inundación de Empalme (Graneros) en Rosario decidí ir a ayudar. Me gustó cómo se trabajaba en el partido, la manera en la cual se afrontaba esa situación, los ideales y nunca más me fui.
—¿Cómo analizás tu carrera política hasta tu actualidad como precandidata a diputada?
—Siempre hay que estar preparada para las oportunidades de la vida. No siempre son planificadas pero si te encuentran preparada tenés mayores chances. En el 89 cuando renunció (Horacio) Usandizaga hubo elecciones sorpresivas y el Partido Socialista estaba preparado. Yo venía de ser profesora de la materia Impuestos 1 en la carrera de Contador. Cuando el socialismo ganó, con 29 años, fui subsecretaria de Economía y tuve a mi cargo los recursos de la ciudad. Fui la primera mujer en ese cargo y, a partir de allí, la primera mujer en todos los cargos, como directora del Banco Municipal, como secretaria de Servicios Públicos, como secretaria de la Producción. Luego en este período, ya como diputada, con una mirada más amplia de la provincia que tiene realidades diversas. Rosario tiene tanto brillo y cosas positivas como también tiene en convivencia las dificultades de la violencia de estos últimos años. En el resto de la provincia hay otras realidades. Aprendí muchísimo al lado de Miguel (Lifschitz, el fallecido ex gobernador que fue su esposo), con quien recorrimos la provincia.
—¿Cuál fue el mayor legado de Miguel Lifschitz en lo personal y en lo político?
—En lo personal fue llevar una vida que en la faceta privada hiciera honor a la vida pública. Miguel era el mismo puertas adentro que puertas afuera. Él no tenía doble discurso, ni doble agenda. Era un tipo absolutamente coherente, transparente y enormemente trabajador. Tenía mucho respeto por todas las personas porque consideraba que desde el empresario más encumbrado hasta la vecina más humilde tenían algo para aportar y él los escuchaba con la misma intensidad. También, su incansable trabajo porque sentía que los tiempos de la política eran cortos, cuatro años pasan volando, y había que lograr todo lo planificado. Planificar. Como buen ingeniero civil, él miraba hacia adelante. Soñaba y eso se transformaba en un plan, con objetivos responsables, plazos y costos porque consideraba que había que invertir.
—¿Cómo ves al Partido Socialista en la actualidad?
—Obviamente que ha cambiado. Cambió el mundo y la política en Argentina. Como partido que se inició fuerte más local, porque nuestra base es Rosario y Santa Fe, la pérdida de nuestros tres grandes líderes fue muy temprano. Guillermo Estevez Boero, Hermes Binner y Miguel. Los tres líderes con proyección nacional fallecieron muy pronto, cuando todavía tenían muchísimo para dar. Nos propuso una nueva manera de relacionamiento político dentro del partido, porque cuando tenés liderazgos tan fuertes también tenés nortes muy marcados y ahora nosotros estamos en construcción. Busco la faceta positiva y es que nos llevó a tener diálogos más fluidos y horizontales. Por ejemplo, todo el año pasado tuvimos reuniones departamentales en la provincia, escuchando y armando una decisión partidaria compleja en un momento donde la política había cambiado mucho. Veo al socialismo de pie, en diálogo, fluido, mirando para adelante y generoso en cuanto a la decisión de integrar el frente Unidos.
Teníamos dos alternativas, quedarnos en lo testimonial, en la descripción casi teórica y de café de la política o incorporarnos a una fuerza que, aunque haya cosas que no compartiéramos con el resto de los espacios, representaba estar en una mesa donde se iban a tomar decisiones y acciones en favor de la gente. Un gobierno de Perotti, al cual le asigno más rasgos conservadores que a algunos partidos que tienen ese nombre, y una realidad de antipolítica casi antidemocrática en algunas manifestaciones requiere de los partidos una mayor amplitud, generosidad y responsabilidad. Por eso estamos en este frente. Cuando empezamos el Frente Progresista, 20 años atrás, tampoco compartíamos todo, pero nos sentíamos muy convencidos de nuestros principios. Hoy recordamos la salud pública socialista, la educación, la cultura y la obra pública. Pudimos hacerlo, así que tengo total convencimiento de que esta vez también se logrará.
—Hubo quienes decidieron apartarse tras el acuerdo.
—El camino es largo y ansío que nos vuelva a encontrar en un paralelo. Argentina necesita de la generosidad de la política y que los cuadros técnicos y políticos participemos de la transformación. Santa Fe nos necesita. Me entusiasma que nuestro equipo vuelva a poder hacer. Hay socios políticos del espacio con los cuales no compartimos todo, pero creo que tenemos un objetivo común en favor de Santa Fe.
—¿Cómo analizás la interna?
—En la interna de gobernador, que es donde hubo chispazos, me parece una actitud irresponsable tanto de Losada como de Pullaro. Creo que la gente no está para que los candidatos busquen lucirse con una frase que haga un título picante ni con acusaciones en el aire, ni con campañas sucias. La gente espera seriedad. Mónica (Fein) propuso hacer un debate entre los tres con propuestas sobre cómo vamos a abordar la inseguridad, la salud pública, a recobrar una educación de calidad, qué proyecto tenemos para apoyar la producción. Lamentamos que esos debates no se hayan dado. Venimos de experiencias de alianzas donde no siempre pensábamos lo mismo, pero como socialistas las motorizamos en un diálogo pacífico y respetuoso. Yo sé que el socialismo va a seguir haciendo eso.
Respecto a la interna del cargo de Diputados percibo un gran apoyo. Se juega pasado contra pasado, porque Perotti ya le ganó a (José) Corral y a (otro de sus rivales en la interna, el ex gobernador Antonio) Bonfatti, pero a mí no me ganó y tengo la certeza de que no me va a ganar. En todo este tiempo, aún en los momentos más difíciles, nunca me volví a mi casa ni cambié de camiseta. Siempre di la cara. No me fui a Buenos Aires a un cargo, ni me escondí, sino que fui la voz de llevar la crítica al gobierno de Perotti, de su mala gestión y de su mal diálogo político. Deja una gestión muy ineficiente, pero también deja quebrado el diálogo institucional no sólo de él con la oposición, sino con su partido y su espacio político donde uno ve falta de unidad. Nos vendieron unidad en la diversidad y terminó siendo mentira.
—¿Qué te pareció el hecho de que el hijo de Miguel Lifschitz vaya a las urnas con el sector de Pullaro?
—Creo que estaba en su posibilidad de hacerlo. Es un joven militante barrial que tiene mucho futuro y después del 17 de julio el camino vuelve a estar juntos.
—¿Cómo analizás la actual gestión provincial?
—Hay un formato que se repite como patrón. Perotti no conoció la realidad, no se interiorizó. Perdió valioso tiempo de la transición y, cuando asumió, dio un mes de asueto; segundo, la falta de planificación en la seguridad, en la educación, en la salud, en la producción, en la cultura; su falta de decisión política, porque lo hemos visto en rol de comentarista con frases que parecen de campaña, pero no de quien tiene la responsabilidad de hacerlo; con equipos muy flojos, porque no ha tenido equipos capacitados, sino flojos de conocimiento, de cantidad de trabajo y de diálogo; y por último, la falta de decisión de invertir. Este formato podés aplicarlo al tema que busques y es lo que ha dado estos resultados tan malos.
—¿Cuáles son los principales problemas y qué se puede hacer para resolverlos?
—El primero y más invasor de la calidad de vida es la inseguridad. No es sólo el hecho de que te roben o de un acto de violencia. Hay una vida que ha quedado cruzada en lo más sagrado que son las escuelas con terror por las amenazas o las balaceras, en los clubes de barrio cuyo semillero de chicos más humilde intenta cooptar el delito organizado, en los comerciantes a quienes amenazan o los chantajean para que les den dinero, en la gente común que tiene que poner reja o volver a casa temprano o no ir a la parada del colectivo sola. Invalida el resto de las cosas buenas de la vida. Hay que tener un plan, hay que ser muy consistentes. Pienso que Mónica es la más capacitada para ser gobernadora y la imagino sentada en la punta de una mesa de una reunión semanal con objetivos, con responsables, con verificación, con control de lo que está ocurriendo, con reasignar el camino si es necesario.
La seguridad como tres patas de una mesa. La Policía. Hay que trazar la raya entre la Policía mala, tan delincuente como el delincuente afuera, y la Policía buena con patrullero, con móviles, con chaleco antibalas, con armamento, con equipo de comunicación, con un plan que los contenga. La calle tiene que tener esa prevención. La Justicia, la persecución penal tiene que volver a tener la territorialidad en los barrios más calientes. Enrique Estevez, nuestro candidato a intendente, lo explica: el 80% de los asesinatos ocurren en un 12% o 13% del territorio de la ciudad. Ahí tiene que haber fiscales territoriales a quienes les está faltando apoyo y tecnología ya que hoy el delito se mueve mucho por lo virtual. La tercera pata es lo social. Perotti abandonó el Plan Abre, el Nueva Oportunidad, el Vuelvo a Estudiar. Eran fruto de muchos estudios, de pisar el barrio y de ver que hacía falta contener a la gente desde adentro. Perotti los sacó y no los reemplazó. Los barrios quedaron vulnerados y solos. Y ahí florece el delito.
—¿Cómo analizás la gestión local?
—Se extraña la fuerza transformadora del socialismo. Tengo la imagen del salón Belgrano o el Carrasco con conferencias de prensa mostrando proyectos transformadores, abriendo licitaciones de obras, de proyectos, yendo a mirar como un área avanzaba. Éramos un gobierno en constante proyección hacia adelante, lo vemos en la transformación del río como uno de los íconos, pero lo veías en la salud pública, en la cultura, en los servicios públicos, en el transporte. Creo que últimamente eso se perdió. No hay una mirada estratégica y los vecinos te señalan muchas cosas a mejorar. Creo que el gobierno municipal debió abrirse más, debió escuchar más, valorar la experiencia y la mirada no sólo de los vecinos, sino de los propios colegas periodistas que también han puesto su crítica y no siempre fueron bien tomadas.
—Dijiste que la antipolítica en algunas manifestaciones se vuelve antidemocrática, ¿qué opinás de los discursos en ese sentido?
—Hay un caldo de cultivo en el que la gente tiene bronca y decepción con la política que después de 40 años de democracia tiene muchas deudas. A veces, una voz tipo canto de sirena te cuenta que va a solucionar todo de una manera muy fácil y es entendible que la gente, en su decepción y en su bronca, pueda creerlo. Creo que cuando algo en la política no funciona, se soluciona con mejor política, con gente que pueda demostrar esa transparencia en su vida personal, en haber tenido la capacidad de trabajar en equipo y una trayectoria cumpliendo los mismos principios. Buscar eso es un gran avance hacia mejorar la situación en la que estamos. Sé que todos quienes acompañamos esta lista podemos dar cuenta de eso.
—¿Qué es lo primero que harías de ganar las elecciones como diputada?
—Vamos a abrir el diálogo que hoy está cerrado y trabajar en conjunto con la gobernadora, que creo será Mónica Fein, preguntándole cuáles son las leyes que necesita para llevar adelante su gobierno y cuál es el presupuesto que requiere para votarlo. También vamos a abrir el diálogo con el Senado, del cual poco se habla. En el interior de la provincia la figura de los senadores tiene otro peso y en Rosario no se piensa que muchas veces el Senado se sienta arriba de los proyectos de ley y no pasan. Muchas de las cosas más importantes han quedado frenadas en el Senado y hay que darle transparencia, quitar los fueros y mejorar el diálogo. Tengo la convicción de ganar las Paso, me va a poner en una contienda contra Perotti y tengo la certeza de que le voy a ganar porque la gente va a castigar que nos descuidó. Desde allí vamos a construir un diálogo distinto, diferente y mejor.