«Voy a probar no hablar de los árbitros, porque cada vez que digo lo que pienso perjudico al equipo». El enojo de Gabriel Heinze con los arbitrajes no es casualidad, coincide con la bronca de los hinchas y de la propia dirigencia leprosa. Otra vez Newell’s se vio perjudicado por fallos arbitrales. Y ya son muchos partidos. Y muchos puntos dejados en el camino.
Tiene razón Heinze. Le sobran argumentos. No hace falta recurrir a la historia o repasar temporadas anteriores. Con sólo repasar los últimos partidos, los errores son notorios. Pero también es real lo que comentó el Gringo tras la derrota con Central Córdoba. Cuando se cuestiona públicamente a los árbitros, los partidos posteriores parecen impulsar el enojo del colega de turno, como si actuaran de manera corporativa. No es nuevo, forma parte de un fútbol argentino enviciado desde tiempos inmemoriales. Pasa con Newell’s y con muchos equipos. Pensarlo como algo personal es un error. Quedarse callado tal vez sea la solución, pero no reclamar suena a una sumisión que nadie quiere aceptar.
«Los jugadores son los protagonistas, no ustedes. Midan un poquito, no sean tan malos. Pensá un poco, es tu trabajo. ¡Educá! No sean soberbios», le reprochó Heinze en la cara a Luis Lobo Medina tras el empate ante Huracán. En ese partido, el árbitro, cuestionado por favorecer a Barracas y los amigos del poder, expulsó a Ángelo Martino por doble amonestación (la primera amarilla fue insólita), pero no hizo lo mismo con Valentín Sánchez tras un pisotón/planchazo en la rodilla de Recalde. Sobre el final le dio un penal a Huracán por una mano de Mosquera de «interpretación». Y para enervar más a Heinze, expulsó a Sforza por protestar post partido.
Esa noche Heinze explotó, pero el enojo venía del partido anterior, cuando Newell’s igualó ante Unión en el Parque. Ese partido, la Lepra ganaba tranquilo y Pablo Echevarría le anuló un gol lícito a Brian Aguirre (era el 2 a 0) por una posición adelantada de Sordo inexistente. Obviamente la responsabilidad fue del VAR a cargo de Mauro Vigliano.
Con Unión Heinze no protestó públicamente, pero sí lo hizo Ignacio Astore, quien confió haber hablado con Federico Beligoy (no fue la primera vez). «Llama la atención que un dedo en una cancha es off side y en otras no», disparó el presidente leproso, en referencia a un gol de Boca que no fue anulado en una situación similar. «No digo que haya mala intención, pero enoja mucho», confesó.
Protestó Astore con Unión, a Newell’s lo perjudicaron el partido posterior con Huracán. Se enojó Heinze frente al Globo, dos partidos más tarde Newell’s fue perjudicado otra vez por un claro penal que Silvio Trucco no sancionó por mano ante Central Córdoba. Lo peor, el VAR (Jorbe Baliño y Andrés Merlos) tampoco vio la mano como sancionable, resolviendo todo en escasos segundos, sin siquiera que Trucco juzgara la acción por el monitor.
¿Por qué favorecerían a Central Córdoba? Nadie escapa de la influencia que tiene el santiagueño Pablo Toviggino en AFA, incluso el rumor sobre la anulación de un descenso de los promedios pasó por sacar de ese riesgo al Ferroviario.
Para sumarse a la polémica, Ignacio Scocco tuiteó tras el penal no cobrado a Newell’s. «El VAR en el fútbol argentino es un desastre, para usarlo así es preferible que no esté. Vergonzoso», reclamó Nacho.
Pensar en una caza de brujas hacia Newell’s no tiene sentido. También hay una mediocridad en el arbitraje que va más allá de favoritismos. Como el gol anulado a Gimnasia ante Sarmiento por un off side de córner, algo que un árbitro de torneo de country sabe y Diego Abal y el VAR no. O el alevoso gol anulado a Unión ante Boca por un off side de Corvalán que para justificarlo tuvieron que trazar una línea oblicua y no paralela. Un bochorno.
A esta altura, el hincha leproso empieza a pensar que sería mejor que a Newell’s lo vuelva a dirigir el cuestionado Fernando Espinoza, que las últimas cinco veces que arbitró a la Lepra fue triunfo rojinegro. Se viene la bandera «¡Perdón Espinoza!». La ridiculez arbitral lleva a este tipo de sarcasmos.