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El discurso de la oposición no va dirigido a la gente: el único destinatario es el FMI

La diferencia sustancial entre las dos posiciones políticas que se enfrentan, consisten en que por un lado se considera que quienes debemos elegir somos los ciudadanos. La otra ve un solo elector: el FMI

Luciano Tamous / Especial para El Ciudadano

Hace años que no hay más niños ni niñas de clase media o trabajadora caminando por las calles de la ciudad sin compañía de adultos. Podemos ver niños y niñas que a toda hora mendigan. Los que fuimos niños en la década de los setenta, podíamos caminar solos. Primero, íbamos a cumplir con los mandados ordenados por las madres, íbamos y veníamos solos de la escuela. Siempre estaba la advertencia de no hablar con desconocidos, de mirar que no venga ningún auto. Completado un circuito mínimo, nos lanzábamos a caminar por el centro y barrios de la ciudad. Nos interesaba ver a la gente y valía la pena observarla.

En ese descubrir la ciudad y descubrir el mundo, recuerdo una de las primeras escenas que me llamaron la atención: yo pasaba por una obra en construcción. Un señor vestido de ropa de trabajo, lleno de polvillo, con alpargatas también sucias, en el momento que pasaba a metros de él una mujer muy linda, con una impostada voz ronca, le explicitaba el desarrollo de una práctica sexual tan vejatoria como inverosímil.

Recuerdo haber visto miles de escenas como esta: obras en construcción, talleres mecánicos, clubes, plazas, en lugares donde se agrupaban hombres. Culminaban con la posdata “mi amor” o “mamá” o “mamita”, como tratando de convencerla que era la mejor opción. Estas escenas agraviantes hacia las mujeres eran comunes. 

Hay un discurso proselitista que reivindica catástrofes del pasado. Construcciones de momentos políticos desafortunados para todos los argentinos. En el año 2001, nos preguntábamos: ¿Cuándo iba a dictar alguna norma, alguna política favorable a la gente, al pueblo? Sin ningún pudor prometen endeudarnos más: El aupamiento que recibiremos del Fondo Monetario Internacional, nos hará prósperos. La idea que se van a quedar con el petróleo, con la vaca muerta, el hombre muerto y el acuífero guaraní, es una mentira de la izquierda.

Los organismos de crédito internacional, cuando vean que gobierna la derecha, vendrán a saciarnos de prosperidad. Seremos verdaderamente los vencedores, los socios. Lo malo es lo bueno. Se vendrá también “cirugía mayor sin anestesia”, y tantas otras frases que suenan abriendo caminos, abriendo los mares. Despertemos, hay que sufrir. Estamos mal pero vamos bien. El país que se depura con el pellejo de los más vulnerables. No es necesario prometer el salariazo, ni la apertura de las persianas que han bajado. Se va contra todo. El mal de la Argentina, es la legislación laboral, los convenios colectivos, los sindicatos. También los derechos humanos, que son un curro. ¿Qué más? ¿A quiénes les hablan? 

El crédito otorgado por el Fondo Monetario Internacional al gobierno de Macri, no solamente tuvo por objeto ganar la reelección y permitir la fuga de dinero. El plan A no salió del todo bien. Macri no fue reelecto. Pero a través de ese crédito se condiciona al país convirtiéndolo en una verdadera colonia. Para eso les sirvió otorgar ese crédito. Nos compraron, nos digitan, nos dan órdenes. Ellos son los que mandan. Pero volviendo a estos discursos, despreciativos del sistema democrático, no son diseñados para convencer o seducir a la gente, sino al Fondo Monetario Internacional. Es que todo depende del fondo. Si el fondo se endurece con este gobierno, puede ahora poner a sus candidatos, sin desembolsar un centavo. Esos candidatos hacen méritos para que ello ocurra.

Recientemente el ministro Massa, dijo que hubieron conversaciones con el Fondo por parte de la oposición, con el propósito de impedir una nueva negociación, y el otorgamiento de dinero. Le preguntaron quiénes fueron lo que intentaron tremenda antipatriada. Al no responder, algunos adjetivaron de poca seria la denuncia, sin advertir que todo el despliegue proselitista de la derecha apunta a convencer al fondo de que ellos son sus verdaderos y leales candidatos y que no le va a temblar el pulso para firmar el “que se lleven todo”.

La Señora Bullrich propuso entregar las Malvinas para pagar los servicios de un laboratorio. Dicen que ella sabe de entregas, y ese saber lo adquirió en las filas de los Montoneros. El intendente candidato a presidente, es escoltado por el candidato a vice, que luce la amenaza de reprimir como lo hace contra su pueblo que pide aumentos de sueldos que le permitan comer y contra las comunidades originarias, que reclaman por su derecho a permanecer en sus fundos. Gracias a la embestida represiva de Morales, se impide llevar a cabo la paritaria docente en Jujuy.

El verdadero soberano es el Fondo y no el pueblo

Al Fondo Monetario dirigen sus discursos, sus declamaciones, porque el verdadero soberano no es el pueblo, es el Fondo. De este modo ellos pueden sentirse seguros en nuestro país. Ya ni siquiera se esconde la idea de exterminio. Exterminar al peronismo, a sus sindicatos, a todo lo que pueda tener representación popular. La deserción a mantener la coherencia, mantenerse por fuera de los límites psiquiátricos. La promesa de allanar el Banco Central, o confundir inflación con deflación e hiperinflación. Un señor que es candidato y es asesorado por perros muertos que le dicen que se debe dolarizar. El gobierno de Alberto Fernández pistonea fiero (por ser mesurados en la descripción) ¿pero intentar curarnos de la enfermedad terminal jugando a la ruleta rusa?

Ahora bien: al haber un único elector: ¿Qué pasa si Massa pierde las paso? Massa es un ministro de economía cuya principal actividad ha sido intentar renegociar con el Fondo; al ser rechazado por el electorado, implicaría formular la pregunta ¿la sociedad rechaza seguir negociando con el Fondo? Por supuesto no me voy a preguntar qué sucedería al otro día de la supuesta derrota de Massa. Podrá asentir conmigo que estas son algo más que elecciones. La diferencia sustancial entre las dos posiciones políticas que se enfrentan, consiste en que por un lado se considera que quienes debemos elegir somos los ciudadanos. La otra ve un solo elector: el FMI. 

De niño, donde puedo asegurar que la gente relataba robos violentos, me llamaba la atención lo siguiente: un señor que está robando a otro le apunta con un revólver a la cabeza, le pide todo ¿Es necesario que insulte a su víctima? Lo escribo de otra manera: ¿No es suficiente decir a la víctima del robo: “Deme todo lo que tiene”? ¿Por qué tiene que decirle a ese pobre hombre que está siendo robado, “hijo de puta”? ¿No es demasiado insultar a la víctima, no es una redundancia? ¿Para qué putea? El pobre hombre ya está siendo denigrado: otro lo apunta en la cabeza para sacarle todo.

Probablemente sea necesario para el ladrón convencerse que el otro es una mala persona, un verdadero hijo de puta. He visto distintos pasajes de políticos de derecha que dicen que la Argentina es un país de mierda, un país fracasado, una sociedad que no tiene futuro, y demás insultos. Esto es lo que da aliento a la derecha para poder militar contra todos los derechos que tenemos los argentinos. Es necesario para ellos manifestar ese odio para poder hacer su trabajo.

Al igual que esos hombres de mi infancia que dirigían a las mujeres un parlamento vejatorio, hoy la derecha nos promete lo peor. Ni siquiera es necesario que digan mamá, mamita o mi amor, nos dicen país fracasado, de mierda, etc. ¿En serio vamos a entrar? ¿De verdad vamos a permitirles que nos hagan lo que anuncian que nos van a hacer? 

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