Por: Claudio De Moya- Ana Cecilia Berdicever
Antes de ser Rosario, antes de comenzar a sobresalir como el Pago de los Arroyos, ¿cómo era la hoy ciudad, quiénes fueron sus primeros habitantes después de los indios, y dónde se asentaron? Estas preguntas empujan a la búsqueda, algo engañosa, de la primera manzana rosarina, porque el diseño en damero de la urbe sin fecha de fundación ni fundador llegó mucho después. Lo que sí puede afirmarse es que hay una zona a la que es legítimo identificar como la de sus primeros “vecinos”. Un equipo de la Escuela de Museología municipal aprovechó el inicio de un emblemático proyecto urbanístico de finales de la década de 1990 para excavar, encontrar los rastros dejados por aquellos primitivos pobladores y reconstruir el original patrón de ocupación. Protagonista de ese esfuerzo por recuperar la historia inaugural es el antropólogo urbano Soccorso Volpe.
Con varios planos en mano, Volpe accedió a una nota con El Ciudadano en el Monumento a la Bandera. Porque de ese lugar se trata: la manzana que delimitan las calles Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Juan Manuel de Rosas.
https://www.youtube.com/watch?v=1Hlc6SfPBzQ
Las excavaciones
“Cuando supimos que iban a hacer el Pasaje Juramento – que conecta calle Buenos Aires con el Propileo de la Patria abriéndose paso entre el Palacio de los Leones y la Catedral– pedimos permiso a la Municipalidad”, señala el arqueólogo en referencia al proyecto ideado a fines del siglo XIX pero concretado recién entre 1997 y 1999. Excavaron e hicieron prospección antes de que comenzaran las obras y cuando se iniciaron, en coordinación con los constructores, rescataron lo que iba quedando expuesto. “Confeccione un plano que me permite explicar dónde estaba la Plaza Bertolé”, sigue con la descripción y aclara que el espacio fue modificado respecto del existente durante los primeros asentamientos. Para parquizar ese lugar, por ejemplo, en las décadas de 1960 y 70 fueron derribadas las casas existentes, que ampliamente modificadas atesoraban aun parte de los vestigios originales.
“Había cimientos aflorando, tuvimos que guiarnos con planos o mapas de la época. En el año 1822 ya figuraban los dueños de los terrenos”, sigue Volpe sobre una tarea ardua entre el trabajo de campo y los documentos. Sin embargo, aclara que más allá de los apellidos, la arqueología no hace foco en historias individuales sino en las colectivas. Y al respecto señala que el Padrón de 1814/1816 menciona número y habitante de las viviendas, pero no los dueños de los terrenos”.
El trabajo arqueológico mostró al menos tres etapas de ocupación de la zona y su forma de habitarla. Primero, de manera desordenada, mediante el sistema colonial de “lonjas”, con parte de la propiedad edificada, y ello de manera muy precaria, y otra destinada a huerta o cría de animales. Con el tiempo, y los conflictos legales por la propiedad y su demarcación, se fueron afinando los límites, centrados en las disputas de “medianera”. Un episodio que influyó en esa progresiva regularización fue el incendio de la villa por parte de las tropas porteñas del general Juan Ramón Balcarce, en enero de 1819, como último acto de su retirada ante el asedio del caudillo Estanislao López. Pocas construcciones quedaron en pie tras el fuego. La capilla fue una de ellas. Y los conflictos para retomar las posesiones desembocaron finalmente, en una reglamentación promovida por Nicasio Oroño en 1852, mismo año en que la villa fue declarada ciudad.
Antes del antes
Soccorso Volpe explica que en arqueología histórica y urbana, hay que contrastar entre lo material y la documentación. “Esto era un pago, era tierra vacua, la parte poblada era semi-rural. El problema estaba al norte de Carcarañá donde los santafesinos y los jesuitas tenían sus estancias, los mocovíes y abipones (etnia amerindia del conjunto pámpido y de la familia lingüística de los guaicurúes, estrechamente emparentados con tobas, mocovíes, pilagaes, payaguaes y mbayaes) comenzaron a avanzar y destruirlas, provocando un éxodo hacia el sur. Así se fue poblando la zona (actual Rosario).
Tenían permiso de vaquería y Pineda obtiene una merced, una estancia para criar vacas. (Estancia de la Concepción) De todos modos el negocio principal era criar mulas y venderlas en Potosí (Bolivia).Pineda muere y deja su legado. El Patrón de asentamiento no constituye todavía un sistema en damero (manzanas regulares) las disposiciones de las casas son azarosas y a mediado del siglo XVIII, administrativamente hay: un Pago, es decir un lugar poblado pero rural y un curato”. (Pago de Los Arroyos y Curato de los Arroyos).
https://www.youtube.com/watch?v=fh8Qees9P6g
Primera manzana
En el Padrón 1814 (B. Moreno) se mencionan “manzanas”. El error de muchos historiadores para Soccorso Volpe fue pensar que aquel censo hablaba de manzanas actuales. Si existía la calle Real (Buenos Aires), otra Santa Fe y lo que se supone que B. Moreno (el censista) nombra manzanas; de acuerdo a las familias que ocupan dicho lugar (aglomerados de vivienda) y censó en el sentido de las agujas del reloj.
Los dueños de estos predios eran los descendientes de Pineda, Gómez Recio, Montenegro, Correa. “Pero no sabemos con certeza dónde vivían, ya que en dicho Padrón aparecen sus ocupantes y no está discriminado si son dueños, inquilinos o meros ocupantes”.
Los terrenos de estos lotes (solares) o lonjas no estaban ocupadas (viviendas) en su totalidad, se construían generalmente ranchos o viviendas de adobe de uno o dos cuartos, con cocina preferentemente afuera y ubicada sobre una pared (medianera). La amplitud de los lotes , la indefinición en cuanto a sus precisos limites propiciaba un uso intensivo de los mismos , ya que los fondos se utilizaban como campo de cultivo o de pastoreo además de vías de comunicación(pequeñas callejuelas) ya que se podía circular libremente , las casas estaban ubicadas con entera libertad sin constituir una manzana regular.
Justamente en el fondo de las viviendas; centro de manzana; es donde se encontró la mayor cantidad de restos arqueológicos. (Cronológicamente correspondientes a los años de 1600-1870 aproximadamente)
¿Qué encontraron en las excavaciones?
Alfarería pre-hispánica y colonial; lozas inglesas (del tipo más antiguas, 1800-1870) restos de baldosas, ladrillo, tejas, estructuras como: muros, pozos de agua y ciego, brocal, pozos de basura, etc., restos de las originales y restos reciclados. Se detectaron hasta tres ocupaciones (1780-1900) El material recolectado y registrado se encuentra en la Escuela de Museología.
Soccorso Volpe además cuenta que con los hallazgos y excavaciones en el Museo Estévez; (del cual participó) al descubrir y analizar los restos arqueológicos se completó el panorama, de este período temprano de la historia de Rosario: el brocal del posible pozo de agua es idéntico al encontrado en el Pasaje Juramento, aquí en el Museo también se hallaron alfarería (pre-hispánica, hispano-indígena y criolla, así como lozas inglesas)