Ariel Cozzoni se decidió a entrar en política cuando dejó de encontrar respuestas a las inquietudes de ayuda social que lo habían marcado desde muy joven, cuando recién empezaba a jugar al fútbol profesional. El actual concejal usa con naturalidad el “nosotros” cuando habla de él, a la manera de los antiguos políticos, que se sentían un engranaje de los proyectos colectivos. El ex jugador de Newell’s revalidó títulos en la Paso y se ganó el derecho a competir en la general de este domingo 10 de septiembre. «A mí me interesa mucho los niños, las niñas, la juventud, todo. Abocamos nuestro trabajo a salud, educación y el deporte con inclusión. Es la base, para mí es fundamental. A partir de ahí podemos construir un futuro», sintetiza sobre sus objetivos políticos.
—¿Cómo fueron tus inicios en la política?
—Yo me meto en la política porque nosotros tenemos un grupo de amigos con el que trabajamo siempre en acción social, desde el año 1985. Yo ya jugaba al fútbol y hacíamos partidos solidarios. No éramos una organización, no pertenecíamos a un partido político, nada, simplemente teníamos amigos de distintos lugares, del fútbol también. Yo ya jugaba en primera y nosotros teníamos unos referentes políticos, donde sí íbamos con ellos a jugar partidos solidarios, recorríamos la provincia.
—¿Los referentes políticos de qué partido eran?
—Generalmente peronista.
—¿Recordás alguno?
—Sí, varios, ya están todos retirados, fallecidos. Nito Vanrell fue uno de los que más acciones sociales hacía, y todo lo que tenía que ver con los partidos y demás.
—¿Cómo surgió esa relación entre los dirigentes políticos y vos como futbolista?
—Ellos se arrimaban a hablar y a mí siempre me interesó la acción social.
—¿Venís de una familia con tradición política?
—Mi viejo era peronista, pero no tenía participación política. Y nosotros participamos siempre en forma independiente. Nos costaba cada vez más. Y tampoco teníamos una participación activa. Capaz que cada uno seguía después su camino y la relación era por teléfono, el fijo en aquella época. Y así nos manteníamos en contacto y ayudábamos dónde podíamos ayudar. Cuando dejo el fútbol y me hago cargo de un club de barrio, El Torito, veo más la realidad todavía. Nosotros seguíamos colaborando, pero ahí vimos las necesidades. Yo fui presidente siete años. Ahí ya te empezaban a dejar a los chicos a las cinco de la tarde y se lo llevaban a las nueve. Algunos por necesidad, porque los padres trabajaban. Y otros por ausencia. Gestionamos unas computadoras, en tiempos de Menem, y conseguimos formar ahí, adentro del club, el centro tecnológico comunitario. Una hora antes del entrenamiento, o una hora después, les enseñábamos computación. Ahí empezamos a trabajar en esa forma social. Y después nos empezó a costar cada vez más llegar al político. En la época de la tecnología, donde vos ubicás a todos por el teléfono o por el WhatsApp nos costó llegar. Y ahí fue cuando empezamos entre todos, con la situación en los clubes de barrio cada vez más fea, a trabajar en la política por dentro.
—¿Eso cuándo fue?
—En 2017 fue la primera experiencia. Quisimos entrar por dentro del PJ, hicimos una muy buena elección. Prácticamente sin campaña, quedamos quintos en la lista, no entramos. Y después, en 2019, entramos por Unite, hasta que formamos nuestro propio espacio político, el Frente de la Esperanza.
—¿Por qué?
—Eso lo hicimos para ser totalmente independiente.
—¿Sigue vivo aquel mismo grupo de tus inicios?
—Hay chicas que están trabajando conmigo, sí, de ese mismo grupo. Seguro. Trabajamos siempre juntos. Algunos obviamente no están más. Aquella acción solidaria que nosotros hacíamos sin pertenecer a ningún partido político hoy la llevamos adelante dentro del Concejo. Por eso yo te digo que para nosotros cada llamado en las redes sociales es importante. Gestionamos a todo el mundo. No solucionamos todo, porque es la realidad. Algunas cosas las solucionamos totalmente, otras parcialmente, y algunas lamentablemente no las podemos solucionar.
—Hubo una especie de premio en la última elección a los referentes de militancia territorial.
—Donde mejor nos fue a nosotros fue en los barrios.
—En estos cuatro años que llevás como concejal, ¿qué balance hacés?
—Nos atrasó muchísimo los 18 meses de pandemia. Eso nos atrasó muchísimo todo lo que teníamos planificado. Todo lo que nosotros vamos proyectando es para una continuidad. Nada es por hacer un proyecto. Por ejemplo, ¿qué nos preocupa ahora y nos preocupó mucho desde que empezamos? La malnutrición infantil. ¿Qué hicimos? Presentamos un proyecto para crear un Observatorio Nutricional, donde entra toda la información, del público y del privado, para después ver los programas del sistema de salud público y privado. Y ahí vemos cómo se encaran las condiciones de salud para ese tema. A raíz de esos datos yo incorporé a Ayelén Llop, que es nutricionista, y que trabajó conmigo en (el predio donde Newell’s practica fútbol infantil) Malvinas. Queremos armar, a partir de todos esos datos, un plan nutricional para deportistas amateurs, para los merenderos, para los pocos recursos que tienen para hacer viandas saludables. Y estamos trabajando en este tema.
—¿Creés que se va a reglamentar?
—Sí, se va a reglamentar. Después también presentamos la capacitación en vulnerabilidad de los chicos. Es un programa muy bueno para detectar el riesgo social de los chicos. Está dirigido a dirigentes barriales, profes, entrenadores, los vecinos también pueden participar. Eso también fue aprobado. ¿Qué vimos nosotros para elaborar esto? Yo estuve en un club de barrio, con pocos recursos, estuve en Newell’s con muchos recursos, donde pude formar el área de salud, pude llevar piscólogos, odontólogos, nutricionistas, pero el problema lo teníamos igual. Un profe viene y te dice que un chico no está entrenando bien como acostumbraba a verlo. Este programa lo capacita para detectar, transitar y gestionar el problema. A veces ni con psicólogos lo podíamos sacar al chico. Hay problemas de separaciones, violencia familiar, un montón de problemas. Esta es una herramienta para detectar los problemas de los chicos y gestionar la solución.
—¿Cuánto creés que importa esta pertenencia tuya al mundo del fútbol en tu acción como legislador?
—Se llega más fácil. Nosotros en el grupo que yo te digo hay más militantes que yo. O que hayan estado más en la política que yo. Pero el nombre mío era el que mejor se instalaba. Y bueno. Lo importante acá es no traicionar los valores y los principios. Si nosotros no traicionamos los valores y los principios vamos a seguir adelante y vamos a andar por el buen camino.
—¿Cómo fue tu elección de este año en relación a la de 2019?
—Saqué más votos. Yo participé de tres elecciones. Saqué doce mil votos en la primera, dentro del peronismo, que no tenía ni publicidad, simplemente el boca a boca, y después cuando entré por Unite sacamos casi 14.000 y ahora 14.500.
—¿Cómo estás viendo la gestión municipal?
—En términos generales todas las gestiones estuvieron complicadas. Me parece que Pablo (Javkin) tiene un conocimiento de Rosario muy bueno, muy amplio, que la gestión fue muy abierta, igual que el Concejo, y me parece que se merecería otra oportunidad.
—¿Cambiarías algo del Concejo o creés que así como está funciona bien?
—Para mí está funcionando bien.
—¿Y se logra transmitir ese buen funcionamiento a la sociedad o vos creés que la sociedad compra más ese otro discurso en el que se demoniza la política?
—La gente está enojada con la política, con razón, y mete a todos en la misma bolsa. Pero yo creo que el concejal es la persona que el vecino puede llegar a tener más cerca. Yo creo que se trabaja bien, quizás no se solucionan las cosas como un rosarino o una rosarina quisieran, pero se está trabajando bien.
—¿Dónde naciste?
—En Cafferatta y La Paz. Ahí viví mucho tiempo, después estuve en el barrio Rucci. Y después me quedé en zona norte, en la zona de Baigorria y Anchoris, bien barrio. En barrio Rucci sigue viviendo mi mamá.
—¿Qué sentís cuando gana en los barrios más postergados una opción que dice que hay que terminar con la justicia social?
—Yo respeto todo. Se pueden hacer muchas lecturas. Una es que la gente está enojada y vota un cambio, sea cual sea. Tampoco hay que subestimar. Evidentemente algo del discurso llega, después si se cumple o no se cumple es otro tema.
—Tus primeros cuatro años como concejal estuvieron marcados por tu historia personal, tu pasado en los clubes, en los barrios, etc. En esta nueva gestión, si lográs renovar la banca, pensás que es hora de profundizar eso o buscarías ampliar tu agenda hacia otros ejes?
—A mí me interesa mucho los niños, las niñas, la juventud, todo. Abocamos nuestro trabajo a salud, educación y el deporte con inclusión. Es la base, para mí es fundamental. A partir de ahí podemos construir un futuro. A partir de los chicos. Les tenemos que brindar todo a los chicos, y cuando digo todo es todo. Cuando van a competir los chicos tenemos un problema muy grave cuando son amateurs y clasifican para ir a otros países y tienen que estar vendiendo empanadas para pagarse el viaje. Eso me da una bronca terrible, me duelo, porque ahí tiene que estar el Estado. Ahí tienen que estar las becas, ahí tienen que estar los subsidios, en esos chicos, en el apoyo a esos chicos. Las horas que tienen que estar descansando o entrenando tienen que estar vendiendo empanadas o haciendo rifas para llegar. Y lo que más me duele es que representan a Rosario, a la Argentina, y ellos tienen que generar su propio ingreso para poder viajar. Eso me duele muchísimo.
—Si imaginaras futuro tuyo en la política, más allá de esta posible nueva concejalía, te doy algunos cargos y elegís el que más te guste: concejal, secretario de deportes, de salud o intendente.
—En principio concejal, me gusta muchísimo gestionar, me encanta. Y en todo caso estar en la Secretaría de Deportes. No te digo la secretaría en sí, pero sí en ese sector. Haría toda la gestión posible con provincia y con Nación para que los chicos tengan sus becas y puedan participar de los deportes como se merecen.
—Está muy presente en la agenda la llegada a los clubes de barrio, a las organizaciones barriales, no sos el único que pone el foco ahí. ¿Qué es lo que puede fallar? ¿El Estado es medio torpe para llegar a las necesidades más puntuales?
—Yo creo que las necesidades de la sociedad en general relegaron un poquito las necesidades de los clubes de barrio. A todos nos preocupa, pero no sé si todos hacemos lo que tenemos que hacer por esos clubes de barrio. Lo decimos, no sé si lo estamos haciendo. Siempre nos falta algo.
—¿Qué falla?
—Para mí los tres poderes del Estado. Siempre decimos que los chicos tienen que estar en la escuela, en la casa y en el club antes que en la calle, pero bueno, tenemos que darle herramientas. Después tenemos una desgracia terrible en el tema de la inseguridad, con gente mala, que está tomando algunos clubes de barrio. Es un drama y nos tenemos que abocar de lleno a trabajar en eso. La gente buena, honesta, trabaja para los chicos, porque nadie está en un club de barrio para enriquecerse. Venís de trabajar, perdés tiempo y dinero. Pero eso tiene un fin. Esa gente se está cansando y se termina yendo. Estamos perdiendo buenos referentes barriales por la gente de mal vivir que se está instalando en los clubes.
—Ese proceso que estás describiendo, ¿se puede revertir?
—Yo creo que sí, con políticas serias. Si viene una propuesta seria y superadora de seguridad, de cualquier color político, a nosotros nos va a encontrar de ese lado.