El programa provincial Caminos de la Ruralidad marca nuevos hitos en la transformación productiva que está propiciando en todo el territorio de Santa Fe. Finalizado el mes de agosto, esta iniciativa de la gestión de Omar Perotti lleva invertidos, a valores actualizados, más $11.700 millones de pesos en 1.232 kilómetros de trazas rurales, en 135 localidades.
Gracias a estas obras, 130 escuelas en las que 3.550 alumnos, docentes y asistentes escolares lograron asegurar su llegada a los establecimientos educativos sin verse perjudicados por las inclemencias climáticas. Además, están garantizadas las condiciones logísticas para la salida de la producción en 300.000 hectáreas productivas, resultando beneficiarios más de 2.500 pequeños productores agrícolas, apícolas, ganaderos y lecheros.
“Lo que hizo grande a esta provincia es, entre otras cosas, su interior: sus pueblos, su gente, sus trabajadores y sus empresarios. Son el gran motor productivo que no se detuvo nunca, aun en los peores momentos. Pero a los motores hay que cuidarlos, con herramientas creadas al lado de aquellos que todos los días, desde muy temprano le ponen esfuerzo para hacer de Santa Fe lo que es. Caminos de la Ruralidad nace de esa visión, de otorgarle a la ruralidad mejores condiciones de vida y darle a los jóvenes de nuestra provincia la posibilidad de crecer en el lugar que nacieron y no que deban irse a vivir a los grandes centros urbanos”, afirmó el ministro de Producción, Ciencia y Tecnología, Daniel Costamagna.
El aporte a la sostenibilidad de las empresas
Una muestra de la capacidad transformadora de estas obras es el aporte que hacen a la sostenibilidad de las empresas. Tal es el caso de Quesos Don Ángel, una pyme láctea ubicada en Campo Quiñones, y que fue beneficiaria de la traza de cinco kilómetros ejecutada por Caminos de la Ruralidad en Santa Clara de Buena Vista. Según el titular de la firma, Miguel Laspina, “ese camino se tornaba intransitable los días de lluvia, impidiendo el acceso a la fábrica por varios días. Llegamos a estar tres meses sin poder entrar”.
En dicha traza, el gobierno provincial ejecutó un estabilizado pétreo que demandó una inversión superior a los 34 millones de pesos. “Tuvimos la suerte de que este gobierno nos hiciera esta gran obra después de haber peleado durante 30 años para que alguien nos escuche. Es una zona altamente productiva, con una buena cantidad de tambos y hectáreas con soja. Son tierras de muy buena calidad, lo cual hace que esté habitada todavía por personas que se radican incluso a 30 kilómetros del pueblo. Cuando llueve, esas familias podían llegar a estar una semana incomunicados, sin poderse trasladar si estuvieran enfermos. Gracias a este nuevo camino, esto empezó a solucionarse”, detalló Laspina.
Otro testimonio del impacto del programa Caminos de la Ruralidad nace de Monte Oscuridad, una comuna vecina del límite que separa a Santa Fe de las provincias de Córdoba y Santiago del Estero, al oeste del departamento San Cristóbal. Allí el gobierno provincial ejecutó una traza de 10,7 kilómetros de ripio, la cual implicó recursos por más de $37 millones.
Como cada obra realizada en el marco de esta iniciativa, la selección del tramo y el control de su desarrollo estuvo a cargo de un Consorcio Caminero Vecinal, integrado por los gobiernos comunales y los referentes de los productores y las familias habitantes.
El presidente del Consorcio conformado para la obra en Monte Oscuridad fue Mario Marengo, productor del lugar. Consultado por la importancia de la obra, destacó su impacto social: “En nuestra zona hay más de 70 tambos en los que trabajan, como mínimo, dos familias en cada uno, y tenemos que brindarle a esas familias las condiciones mínimas para que elijan quedarse en el campo”.
Marengo comentó además que antes del ripiado era muy difícil transitar el camino en los días de lluvia, y que muchas veces la situación climática llevó a la necesidad de descartar la producción lechera, ya que los camiones no podían ingresar a retirarla. “Esta obra es espectacular. Los productores, que somos los más afectados, somos quienes estamos al frente de los trabajos. Fue una mirada hacia el interior productivo que, en años, nunca la había visto”, dijo finalmente.
Entre las voces que permiten tomar dimensión de la trascendencia de este programa, Caminos de la Ruralidad, está también la de Daniel Ingaramo, médico veterinario y productor que hace más de 40 años radicó su establecimiento sobre el Camino de la Bonita, al oeste de Colonia Aldao, departamento Castellanos.
“En época de temporales, la única forma de llegar al campo en medio de una urgencia era con camionetas. Hace poco un productor de la zona me comentó que su mujer estaba embarazada y que esperaban el nacimiento para abril, en plena temporada lluviosa, y que por eso cambiaba su auto por una camioneta 4×4 más vieja, por si tenía que salir en medio de una lluvia. Y cuando a uno de mis tamberos le comenté la llegada del ripio, lo primero que me comentó fue que iba a poder llevar a sus hijos a la escuela los días de lluvia”, explicó.
María del Huerto Saelices, directora de la Escuela Rural de Theobald, resaltó el impacto del programa en la educación: “Caminos de la Ruralidad es un proyecto muy potente, ya que podemos garantizar que los chicos no pierdan clases. Antes, un día de lluvia era un día inhábil, pero hoy con la mejora que se realizó en el camino que llega a la escuela, podremos decir que brindaremos clases todos los días del ciclo lectivo”.
Finalmente, el subsecretario de Infraestructura Rural, Matías Giorgetti -encargado de coordinar el programa- resaltó que «esta iniciativa fusiona la producción y la educación, una estrategia política impulsada por esta gestión para impactar y transformar realidades, siempre generando en cada localidad procesos de organización con los efectores educativos y productivos”.