En base a una nota de Griselda Acuña (Red Argentina de Periodismo Científico). Fotos: Natalia Guerrero
Mariano Collantes y Fernando Cervera eran estudiantes argentinos de Biología en España y crearon una página web allá por 2008. En un principio fue una broma, pero terminó escalando niveles impensados transformándose en un experimento social que hoy es motor de su activismo. La tesis de estos jóvenes abordaba la posibilidad de una terapia alternativa para curar enfermedades a través de la creación de imanes con materia fecal. Con excremento humano, y la llamaron fecomagnetoterapia. Los invitaron a charlas y hasta les dieron reconocimientos sin indagar las bases de la propuesta. Toda una demostración de la facilidad con la que se expanden y ganan adeptos los terraplanismos y demás pseudoconocimientos.
Los dos fueron invitados a dar charlas, a participar en debates y hasta obtuvieron reconocimiento de autoridades en diferentes ámbitos. Nunca nadie los consultó sobre el origen de un «descubrimiento» sin ningún sustento. Develaron la verdad en un escenario en Madrid que compartían con otros disertantes que, como ellos, exponían terapias alternativas de origen incomprobable.
Collantes es doctor en Biología Evolutiva por la Universidad de Valencia, profesor de Patología, Fisiología y Semiología en la Universidad Europea y secretario de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP). Recibió un premio Joan Oró a la divulgación de la ciencia y es fundador de empresa biotecnológica UVAT bio.
Vive desde 2005 en España. Oriundo de la provincia de Corrientes pero durante un buen tiempo residió en Posadas cuando estudiaba en la Universidad Nacional de Misiones (Unam).
Lo que sigue es una entrevista a la agencia Télam-Confiar durante una reciente visita a la Argentina.
— ¿Qué es pseudociencia y qué riesgos puede acarrear para la salud o el bienestar del ser humano?
— La definición de pseudociencia viene a partir de la definición de ciencia; son «no ciencias» en relación a lo que nosotros entendemos como ciencia para aprender cómo funciona el mundo, que es una manera organizada para intentar garantizar que lo que estamos aprendiendo es cierto, que funciona realmente. La ciencia te ayuda a ver, por ejemplo, que un medicamento funciona; se diseñan experimentos para intentar ver que algo funciona de una manera y no de otra, o que se puede diagnosticar una enfermedad.
La pseudociencia son otras prácticas que intentan hacer eso: diagnosticar o tratar enfermedades o intentar estudiar el cuerpo humano pero sin las garantías de la ciencia. Algunas veces de una manera inconsciente y otras a propósito para generar estafas con falsas esperanzas a los pacientes.
La pseudoterapia o terapia alternativa puede ser muy dañina; puede causar una infección, una alergia, una perforación pulmonar (como puede ocurrir por ejemplo con la acupuntura) y, por otro lado, genera un menoscabo económico. Uno cree que está pagando por algo que le va a funcionar y no le funciona, incluso puede conllevar al peor de los resultados que es la muerte por no acudir a un médico ante una enfermedad grave.
— ¿Qué terapias alternativas o pseudoterapias son las más conocidas actualmente?
— Una que le suena a todo el mundo es la acupuntura, es algo que todo el mundo conoce, se rodea de este halo como místico de terapia milenaria cuando, en realidad, si uno mira la historia la acupuntura no es milenaria.
Otra terapia famosa también es esta imposición de las manos, es decir, uno no toca al paciente, sino que el pseudo terapeuta pasa las manos por encima sin tener ningún contacto y redirige las energías para curar todo tipo de enfermedades, estoy hablando del reiki.
Hay terapias que tratan la parte psicológica, por ejemplo, las constelaciones familiares están sonando mucho también y, en España, está en auge la programación neurolingüística o bioneuroemoción.
— ¿Cómo afectan o perjudican las pseudoterapias psicológicas? ¿Son menos dañinas?
— En principio, estas terapias alternativas prometen tratar enfermedades y la realidad es que no lo hacen. Además, algunas de ellas como la bioneuroemoción o programación neurolingüística tienen el daño añadido de que muchas veces aíslan al paciente de sus familias porque les dicen que sus problemas están relacionados con sus relaciones humanas con las otras personas y les acaban diciendo que si tienen un problema de diabetes o de cáncer el problema es su relación es tóxicas con los parientes, su esposa o con sus hermanos; entonces les recomiendan a aislarse. Para eso organizan retiros que ellos cobran evidentemente; entonces se destruyen matrimonios, familias y la persona tampoco se recupera de la enfermedad que supuestamente le están tratando.
— ¿Por qué consideras que están vigentes?
— Mucha gente busca algo más allá de la medicina. Y de hecho, lo que ocurre también es que muchas personas van por miedo porque la medicina tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.
Lo malo, podría decirse, es la sinceridad. Los médicos te dicen ‘el 50% de las personas que usan este tratamiento les va bien’, eso implica que a la otra mitad no.
De alguna manera, hay personas que a lo mejor por miedo buscan otras opciones o bien porque tienen una enfermedad que es muy difícil tratar o porque tienen efectos secundarios muy importantes.
En este contexto, hay gente que les dice ‘venite, yo te voy a curar’ y se aprovechan de esa angustia.
— ¿Cómo fue la experiencia de la pseudoterapia que inventaron con Fernando Cervera?
— Hay una pseudociencia que fue la que le dio origen a toda ese experimento social que es el «biomagnetismo», que dice que te puede curar el cáncer usando imanes.
El creador es un mexicano que falleció hace poco, el doctor Isaac Goiz Durán y promete que cambia el PH del cuerpo utilizando imanes. Los que estudian física, química o bioquímica básica saben que no se puede cambiar el PH del cuerpo humano usando imanes y aunque se lograra eso no tiene por qué curar el cáncer. Esa terapia se expandió por todo el mundo hispanohablante, sobre todo en México y en España.
— ¿Cómo es posible identificar estas estafas?
— Es dificil pedirle a la gente que sepan de medicina para que no les estafen pero los patrones de estas falsas terapias pueden ayudar a reconocerlas. Primero, ver si te lo ofrecen tus médicos en el hospital, puede haber excepciones pero en general no sucede y estas pseudoterapias son ofrecidas en un local del barrio por personas sin formación en nada.
Otro punto es que si hablan de una conspiración de los médicos normalmente es mala señal.
Es importantísimo identificar la formación. Alguien que no tiene ninguna formación en nada, alguien que de repente se volvió un sabedor y recibió una especie de conocimiento de la nada y se volvió terapeuta de un día para el otro es para sospechar.
— ¿Cuál es la responsabilidad del Estado en que estas terapias sigan en aumento?
— Hay una responsabilidad del Estado de regular y prohibir, así como cuando tiene que auditar y autorizar determinados estándares de calidad en centros asistenciales. Las autoridades tienen el deber de protegernos y al mismo tiempo tienen que tomar precauciones. También hay una responsabilidad de los Colegios Médicos de advertir estas cosas.