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Una historia de amor entre dos monjas, tras los abusos en un convento de San Lorenzo

Se conoce en los cines locales “Caminemos Valentina”, que retrata la dura historia de vida de Sandra Migliore y Valentina Rojas en el convento de las hermanas franciscanas de Cristo Rey de la ciudad cercana a Rosario, un drama que lleva la firma del consagrado realizador Alberto Lecchi

Una de las novedades cinematográfica de este jueves en los cines locales reviste la particularidad de estar basada en una historia real y muy cercana. Se trata de un pasaje de la vida de dos monjas que denunciaron abusos de la Madre Superiora del convento donde habían sido ordenadas, en la cercana ciudad de San Lorenzo, que tras dejar los hábitos se casaron y formaron una familia

El retrato de esta historia llegó al cine a través de Caminemos Valentina, que no es otra que la vida de Sandra Migliore y Valentina Rojas, un drama que lleva la firma del consagrado realizador Alberto Lecchi, basado en las memorias de las ex novicias que vieron muy de cerca  la peor cara y las peores contradicciones de la Iglesia Católica.

Sandra y Valentina fueron abusadas por la madre formadora cuando sólo tenían 16 años, y transitaban el aspirantado. “Es una historia que habla de la hipocresía, la impunidad y los entramados de complicidades para imponer el silencio hasta el día de hoy”, anuncia la sinopsis del film.

La película, que cuenta con las actuaciones de Paula Sartor y Roxana Naranjo Robles, plantea una denuncia entrelazada con una emotiva historia de amor entre dos mujeres que han sufrido las marcas del dolor durante su adolescencia, pero que aun así han podido reconstruir sus vidas.

Este drama argentino que cuenta con la participación de Jacinta Torres Molina, Sara Margot, Gabriela Robledo Azócar, Lidia Catalano y Víctor Laplace se podrá ver en Rosario en el complejo de cines Cinépolis.

Los abusos de menores en la Iglesia siguen siendo moneda corriente más allá del reciente mensaje del Papa Francisco. “Si sabemos que alguien está jugando mal que venga la denuncia y limpiamos, pero tolerancia cero, esa es la política de la Iglesia”, expresó la figura máxima del catolicismo.

La noticia más cercana de los 17 niños hipoacúsicos abusados en el Instituto Próvolo de Mendoza reavivó un tema complejo y sin solución a la vista que ahora suma otras voces: las de dos ex monjas argentinas, la referidas Sandra Migliore y Valentina Rojas, que vivieron en carne propia los abusos de la madre superiora de una congregación franciscana, y que a más de 30 años de dejar los hábitos se animaron a contar su historia en Caminemos Valentina.

“Todo empezó cuando era una adolescente que participaba de una parroquia. Había una monjita joven que nos hablaba de la vida de San Francisco de Asís y de los ideales de esa vida, de cómo servir a los demás, de entregarse a Dios y me gustó, me sentí impactada y dije: «Dios me llama para esta vocación». Aunque nadie de mi familia se opuso a pesar del dolor y la incertidumbre que les provocaba, dejé todo y me fui al convento para prepararme para ser religiosa con 16 años”, contó Sandra en el marco de un relato al sitio web El Destape donde habló sin vueltas acerca de cómo fue la terrible experiencia que atravesó en el convento de las hermanas franciscanas de Cristo Rey, en la vecina ciudad de San Lorenzo, en una etapa de su vida en la que creía que había descubierto su verdadera vocación.

En esa misma charla, Valentina, que hoy es su compañera de vida, se remontó a su familia religiosa y a la importancia que tuvo su paso por una escuela de orientación franciscana, aspectos que la movilizaron a “vivir como monja para estar al servicio de los demás” y así “construir un mundo mejor”.

Para Valentina, un franciscano es “alguien con una adhesión muy grande a la pobreza, a la simplicidad y a generar comunión con todos los demás seres sintientes”.

Pero Sandra remarcó: “La monja que tiene poder pisotea generalmente a las que están bajo su mandato. Está la monja que pide por favor que le compren un dentífrico y está la que se compra calzado muy caro y las mejores computadoras. Esa desigualdad la vimos nosotras en el convento”.

“El proceso de violencia es progresivo y lleva tiempo”, acotó Valentina. Algo que le pasó a Sandra con Bibiana, la Madre Superiora de la congregación de San Lorenzo, hoy fuera del país y con nombre cambiado: “Esta mujer me acosó y quiso abusar de mí solo una vez y yo, por mi temperamento, la empujé para sacármela de encima y la amenacé con que le iba a contar a la monja que me había llevado al convento. Me dijo que no abra la boca, que ella no se metía más conmigo. Yo podía percibir que a algunas de mis compañeras algo les pasaba pero no podíamos hablar de esto”.

Sandra y Valentina tuvieron que dejar los hábitos para confirmar lo que, internamente, ya sabían: no eran las únicas víctimas de Bibiana, aún sin comparecer ante la Justicia. “Ella se escapó de una denuncia, se fue y no tuvimos manera de ubicarla. Lo que sabemos es que se cambió el nombre y se fue a vivir a otro país, a trabajar en otra congregación con otro nombre y con una espiritualidad totalmente distinta. Se encarga del cuidado de ancianos y vive en el pueblo del Carrizal, en Venezuela”, enumeró Sandra a El Destape aportando detalles sobre una mujer que debe tener alrededor de 75 años y se hace llamar Victoria.

“Creo que lo que dice la Iglesia sobre los pederastas en el clero es todo un maquillaje. Me consta que las denuncias que nosotras hicimos fueron enviadas y no volvieron ni tuvimos respuesta. Y no creo que no le hayan llegado, porque hay gente que está muy cercana a él (por el Papa) y se las pudo haber entregado. De hecho, la Madre General está continuamente en contacto con él porque vive en Roma. Ya no espero ni me importa que la Iglesia Católica nos mande un papelito pidiéndonos perdón. Es más, cuando Valentina hizo su denuncia en el Arzobispado de Buenos Aires la atendió a alguien de la mesa chica de Bergoglio (hoy el Papa Francisco) y cajonearon el tema”, dijo Sandra finalmente sobre una historia abierta y sin justicia.

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