Muchas personas anhelan la fama, el dinero y viajar por el mundo. Esas tres condiciones serían la clave para lo que muchos denominan el “éxito”. Sin embargo, la historia de Lucas Kaká Caballero, un joven que a los 16 años dejó el colegio para ser artista, descubrió en ese proceso el famoso “Lado B” y llegó a la conclusión de que necesitaba renunciar a todo eso y buscar algo más allá para ser feliz.
Hoy, a diez años del mayor éxito que tuvieron Los Wachiturros, Lucas que fue uno de los seis miembros de la banda, a sus 29 años y en diálogo con Teleshow, reveló cómo es su vida actualmente siendo pastor en una iglesia cristiana, recuerda su caída en las adicciones y enfoca su presente en regresar a la música pero desde otro ámbito. El joven de Morón (zona oeste del conurbano bonaerense) que viajó por el mundo siendo menor de edad y no podía sentarse a comer con su familia sin ser reconocido por el público, cuenta su vida siguiendo a Dios.
Sobre su carrera en Wachiturros sostuvo que “fueron tres años a full”. “Llegué con 16 y estuve hasta mis 19. A la banda llegué por medio de un amigo, de Brian, yo lo veía por Facebook y le copié el paso que hacía, me gustó, me salió y cuando armaron el grupo me vino a buscar, hubo un casting y fui uno de los que quedé”, recordó.
A su vez, comentó por qué el apodo de Kaká: “Bueno primero obviamente porque soy morocho y cuando era chico jugaba a la pelota, era bastante bueno entonces me decían que era brasilero porque jugaba bien, y como tenía el número 7 que es el número que usaba Kaká me decían así en el club, en la escuela, en el barrio y cuando fuimos a la banda dijimos de ponernos un apodo o un nombre artístico, y como todos ya me conocían con ese sobrenombre quedó”.
Una nueva vida
El joven ahora pastor evangélico resumió esa etapa de su vida como “muy buena”. “Yo siempre comparto que nosotros marcamos un antes y un después en la movida tropical porque de repente salieron cuatro monos bailando y hubo un cambio en el estilo que se venía haciendo. Con los remixes de canciones y demás, ahora por ejemplo hay muchos cantantes que tomaron lo que nosotros hicimos por el 2012 y lo reversionaron”, sostuvo.
En tanto. Reconoció que había prejuicios sobre su manera de vestir y el vocabulario que usaban. “Sí había prejuicios. Viste que cuando alguien está pegado siempre le vas a caer mal a algún otro y va a tener algo que decir. Pero al mismo tiempo la misma gente que nos criticaba después nos contrataba para un evento. Lo que me di cuenta es que para una clase de la sociedad nosotros veníamos de barrios que según ellos son marginados y les parecía mal que usemos ropa de marca como, por ejemplo, Lacoste. Hubo un tiempo donde se nos criticó pero en general era más el apoyo y el cariño que el hate”, señaló.
Y agrego sobre su decisión de dejar el grupo: “En los tres años pasamos por muchas etapas, honestamente estaba un poco cansado del ambiente, yo venía emocionalmente cargando otras cosas y se me juntó todo. Dejé de disfrutar las giras, los viajes y en base a todo eso tomé la decisión de dar un paso al costado. Fueron tres años de furor, de bajar de un avión y subirse al otro, en el hotel mientras comíamos hacíamos notas, fue demasiado todo y eso llevó a un desgaste”.
A lo que agregó: “Cuando estás en la fama te perdés de cumpleaños, cosas con la familia que al principio no pasa nada porque estás feliz pero cuando pasa el tiempo te das cuenta de lo verdaderamente importante, al menos para mi. Quiero aclarar que no me fui ni por una pelea ni nada, al contrario ellos no querían que yo me vaya, me insistían que no iba a ser lo mismo si me iba pero yo ya lo tenía decidido”.
“En esa época teníamos manager que estaba siempre en todo y sí, al principio éramos menores de edad entonces nuestros padres se turnaban y nos acompañaban. En cada gira iba un padre, yo después cuando volvía, vivía con mi familia. Durante esos años tuvimos la posibilidad de visitar Chile, Perú, Ecuador y estuvimos dos meses sin ver a nuestros seres queridos. Acá lo más grande que hicimos fue Luna Park, Gran Rex, pero afuera llenábamos estadios, 190 mil personas metíamos. De verdad fue una locura”, recordó.
Por su parte, su vida tuvo un giro contundente: dedicarse a la religión evangélica. “Sí, yo tomé la decisión de bajarme del grupo porque buscaba ese sentido de propósito, estaba buscando esa paz, encontrarme de vuelta conmigo mismo porque estaba muy perdido mental y emocionalmente. Entonces empecé a buscar esa tranquilidad en amigos, seres queridos, en hacer deporte. Había probado con muchas cosas pero todo me hacía sentir vacío. Y un día mi mamá me dijo «hijo tenés que ir a la Iglesia». Ahí lo probé a Dios, no es que llegué y fue instantáneo, me acuerdo que fui a la primera reunión le pedí a Dios que necesitaba un cambio en mi vida y empezó un cambio progresivo. Me empecé a meter de a poco y encontré finalmente mi propósito”, relató y sostuvo que su familia siempre apoyó su decisión: “Creo que la familia es quien realmente nos conoce y notaron que yo no estaba cómodo en el último tiempo. Desde ya que estoy feliz y agradecido por todo lo que logramos pero la estaba pasando mal porque el último año tuve una recaída en las adicciones, eso fue un detonante en mi vida y ahí me di cuenta que ya no quiero eso para mi. Ahí toqué fondo y empezó todo ese revuelo para mi cabeza. Eso le pasa a la mayoría de los artistas que ahora lo están empezando a contar cada vez más. Que sufren de ataques de pánico y sentirse nada frente a la vida. Es complicado el ambiente, uno de afuera ve realizada a la persona, pero no es así, puertas adentro tiene su lado malo como todo en la vida”.
En la actualidad, Lucas tiene como objetivo profesar desde la religión evangélica para “influenciar a los jóvenes de este tiempo”: “Quiero inspirarlos con mi historias a través de mis errores y mis aciertos para que ellos puedan proyectar y buscar un futuro mejor. Trabajo hace siete años ya en la iglesia Jesús está aquí, de los pastores Alejandra y Marcelo D Emilio, en Castelar. Acompañamos a los jóvenes que están en rehabilitación, es como un trabajo social y bueno, busco eso, inspirar al cambio a través de la fe cristiana. Por ejemplo, yo estaba en la escuela y era muy chico cuando nos hicimos famosos con los Wachiturros entonces la tuve que dejar. Me acuerdo que hicimos un arreglo con el colegio que nos mandaban trabajos prácticos pero claro, como al toque llegó la fama, esa constancia escolar duró poco. Entonces cuando dejé el grupo y volví a la vida normal, terminé el secundario a mis 24 años y yo, una de las cosas que les comparto a los chicos como pastor es eso, que estudien, que se formen y demás”.
Su regreso a la música
Más allá de las herramientas adquiridas en el mundo de la música, Lucas retoma su pasión por ella, pero esta vez dentro del nuevo estilo de vida que lleva y, obviamente, con un mensaje esperanzador que busca transmitir un mensaje muy diferente al de su historia con Wachiturros. “Después de diez años estamos de vuelta con la música. Cuando yo renuncié a los Wachiturros y dejé todo me vinieron a buscar un montón de productores de todos lados, del ambiente cristiano y del rubro anterior también. Pero si tengo que ser sincero nunca me llamó la atención, era como que yo estaba saliendo de todo eso y sentía un rechazo con la música”.
“Pero hoy, diez años después –agregó- que estoy enfocado en esto de la fe, me parece que está bueno sumar una parte musical. Sería música cristiana pero con ritmo de reggaetón remixado, cumbia, o sea la línea que me dio mucho resultado durante la época de los wachiturros, pero combinado con lo que soy hoy. Sería un wachiturro católico. De todas formas falta, está previsto para el 2024 para el verano. Ahora también hago giras pero es gira cristiana, viajo por el país, voy a las provincias a dar charlas, conferencias en las escuelas. Y ahora a eso le vamos a sumar canciones”.