La familiar premisa de la humanidad versus las máquinas pone los pies en la tierra y se convierte en comentario social en Resistencia, la nueva y ambiciosa película de acción y ciencia ficción del cineasta británico Gareth Edwards que, en medio de un particular clima de relevancia temática, estrena este jueves en salas para indagar sobre “cómo naturalmente queremos desprendernos de quienes no tienen la misma mirada que uno sobre las cosas”.
“De eso se trata, cuando realmente conocés a una alguien y pasás tiempo con él, se convierte en tu amigo. Empezás a entenderlo, y no hay nada que temer”, ahondó Edwards, director de la muy elogiada Rogue One: Una historia de Star Wars (2016), en charla con Télam y respecto al mensaje detrás del cuarto film que ahora suma a su aún breve pero notable trayectoria en la industria.
Adepto a poner el ojo en las relaciones y emociones de sus personajes dentro de ambientes futuristas o en fantasiosas situaciones límite, el también realizador de Godzilla (2014) y de Monsters (2010) -su ópera prima- comenzó a dar forma a Resistencia tiempo antes del reciente boom de la inteligencia artificial (IA) al alcance de los usuarios digitales. Y si bien sabía cuál sería el núcleo narrativo, halló en esas intrigantes herramientas el vehículo ideal para ponerlo en funcionamiento.
Así, Edwards se lanzó a un terreno ya poblado por otras propuestas que llevaron a la pantalla el mentado choque con la tecnología: desde la pionera 2001: Odisea del espacio (1968) y la ineludible Terminator (1984) hasta la saga de Matrix, Yo, robot (2004), Avengers: Era de Ultrón (2015), Chappie (2015) o la animada La familia Mitchell vs. las máquinas (2021), el porvenir incierto de nuestra relación con esas invenciones virtuales se plasma en el séptimo arte con un variado abanico de supuestos y conclusiones.
Adornada con referencias a emblemas como Blade Runner (1982) o Akira (1988) -por nombrar sólo algunos-, Resistencia plantea un futuro no tan lejano en el que el avance de la IA y su interrelación con la actividad cotidiana desembocan en un ataque nuclear provocado por las máquinas, que divide al mundo y obliga a robots, androides y personas aliadas a esconderse y luchar por su supervivencia.
En ese marco, Joshua (John David Washington), un traumatizado exagente de las fuerzas especiales que sufre por la repentina desaparición de su esposa, es reclutado para encontrar y eliminar al Creador, el misterioso arquitecto de la IA más sofisticada que, se dice, desarrolló un arma capaz de ponerle fin a la contienda y a la humanidad misma. Reticente y determinado, el protagonista se embarcará en una misión a través de paisajes tan distantes como reconocibles con la compañía de Alfie (Madeleine Yuna Voyles), una pequeña e inocente autómata que podría ser clave en el devenir del conflicto y que lo hará cuestionar sus prejuicios y perspectivas sobre la realidad.
Con una distintiva puesta en escena que primero fue en busca de las locaciones reales para después incorporar la ciencia ficción mediante efectos visuales -y no al revés, como se acostumbra-, la película construye paisajes, aglomeraciones y espacios que resultan naturales y posibles; mientras reflexiona sobre la convivencia con la otredad y dialoga con un presente marcado por los debates sobre la IA.
En vísperas de su lanzamiento, Edwards conversó con la agencia de noticias nacional Telam sobre el concepto y la producción detrás de Resistencia, cuyo elenco se completa con la participación de Gemma Chan, Ken Watanabe, Sturgill Simpson, Allison Janney y Ralph Ineson, entre más.
“Mi objetivo no era explorar la inteligencia artificial, pero sí la usé como metáfora desde el vamos, para crear un mundo donde la mitad de sus habitantes fuesen diferentes a nosotros, con la idea de que tratamos al distinto como enemigo o con sospecha. Después sí, la idea de un conflicto global entre los humanos y la inteligencia artificial se sintió como un buen punto de partida para una historia de ciencia ficción, y surgió justo cuando estaba terminando de filmar otro proyecto y me encontré con una noticia sobre un tipo de Google que publicó una conversación secreta con una inteligencia artificial. Era increíblemente realista, se sentía como si hubiera una conciencia ahí. Y todo esto, que se suponía que iba a ser de una ciencia ficción muy lejana, con autos voladores o personas viviendo en la Luna, de pronto se sintió muy actual, porque está pasando ahora mismo”, contó Edwards.
A lo largo de la película hay referencias a otros títulos del género. “Porque no podés hacer este tipo de película y hacer como si no hubieras visto Terminator, Ex Machina o Star Wars. Quería usar esos escenarios y esas películas como base y construir desde ahí. De todos modos intentamos hacer algo muy diferente, y fuimos a ocho países diferentes para filmar, desde los Himalayas hasta junglas, comunidades flotantes y volcanes, para que tuviera una onda ultrarrealista”, aseguró.
Además y consultado sobre las películas de ciencia ficción también puede ayudar a entendernos mejor, el cineasta británico analizó: “La ciencia ficción lo que hace es tomar algo del mundo real y darlo vuelta. Tenés estas creencias sobre tu vida y sobre el mundo, y podés envejecer y nunca haberlas desafiado, podés creer en lo mismo toda tu vida, y lo que hace la ciencia ficción es decir ¿qué pasa si cambio esto? o si hago que esto sea diferente, ¿sigue siendo cierto lo que creés?. Te obliga a cuestionarte las cosas, y por eso la amo como género. Esta película usa la inteligencia artificial como su principal premisa, pero es realmente sobre personas que son diferentes, y sobre la idea de cómo naturalmente queremos desprendernos de quienes no tienen la misma mirada que uno sobre las cosas”.
La IA
Edwards aseguró que la inteligencia artificial no le da miedo. “Sí me parece rara, y es shockeante ver tantas aplicaciones diferentes. Para mí, la más interesante como director de cine es una llamada Midjourney, en la que básicamente tipeás alguna idea y crea imágenes, y algunas son realmente muy, muy buenas. Es difícil editarlas, pero es como tener a alguien en tu equipo que está medio chiflado, o que tomó mucho ácido en los 70, y que juega con ideas muy locas. Podría haber algo interesante ahí, creo que con el tiempo seguro pase el fervor, y no sé cómo va a ser el futuro, aunque personalmente me entusiasma. Cada vez que aparece algo que es revolucionario y disruptivo, yo me emociono. No sé qué va a pasar pero lo veo como una oportunidad, y me entusiasma por los directores más jóvenes, porque siento que van a tener la oportunidad de jugar con estas herramientas que podrían democratizar el cine”, concluyó.
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