Por: Gastón Marote/ NA
Masten Milimu Wanjala fue un asesino serial que en Kenia mató a más de 10 niños y en varias ocasiones bebió la sangre de ellos, aunque tras ser detenido y luego escapado de prisión encontró el peor de sus finales.
Nacido en 2001, este sujeto se ganaba la confianza de sus víctimas en Nairobi al decirles que era entrenador de fútbol.
Wanjala admitió cuando fue detenido que narcotizaba, asesinaba y hasta bebía la sangre de los pequeños, aunque en algunos casos los retuvo con vida para pedir dinero por su rescate.
Los cuerpos de cuatro de los niños fueron recuperados por la Policía, luego de que el múltiple homicida diera el lugar preciso de donde los había dejado.
De estas víctimas, dos habían sido estranguladas y una tercera murió por heridas en la cabeza, mientras que del cuarto no se pudo establecer la causa de la muerte debido al avanzado estado de descomposición.
El 14 de julio de 2021 Wanjala fue detenido y alojado en la comisaría de Jogoo Road, pero antes de ser acusado por los crímenes escapó de prisión el 13 de octubre de ese año.
Los tres agentes de policía que estaban de servicio en ese momento fueron acusados de permitir y ayudar en su escape. Las excusas de los uniformados para justificar la fuga de este asesino serial fue que ese día hubo un corte en el suministro eléctrico en la seccional policial.
Dos días después de su escape, Wanjala tenía previsto esconderse en la casa de sus padres, pero al llegar al pueblo fue visto por varios habitantes del lugar, por lo que decidió esconderse en un domicilio cercano. La Policía no pudo explicar cómo arribo el asesino hasta ese lugar, ya que desde la cárcel hasta allí hay unos 400 kilómetros.
Los habitantes al verlo decidieron ir a buscarlo y lo sacaron de la vivienda para lincharlo hasta matarlo. Una vez que lograron el objetivo, decidieron avisar a la Policía por el crimen.