Argentina cumple 40 años de democracia, El Ciudadano 25 años de periodismo. En este tiempo sufrió o impulsó cambios pero siempre sostuvo una definición: la cobertura de temas dentro del amplio universo de los derechos humanos.
El diario siguió el caso y el juicio por la desaparición de Franco Casco, el joven detenido en la comisaría 7ª hace diez años y que apareció sin vida en el río Paraná. Sigue las audiencias de los juicios de lesa humanidad que se reanudaron hace 17 años así como las efemérides y acciones de memoria vinculadas al último golpe militar. La tapa del diario gritó «Clandestino» cuando el Senado rechazó la ley de interrupción voluntaria del embarazo en 2018 y tituló «Todo legal» tras su aprobación dos años después.
Incorporó al 28 de junio, Día Internacional del Orgullo, como día de cobertura de la marcha que se hace en Rosario y toda Argentina contra los travesticidios. Vuelve tapa los despidos injustos de trabajadores en la ciudad y todo el cordón industrial. Narra las historias de las jugadoras de fútbol que forman parte de un sistema que no solo las ignoró durante décadas sino que también, en muchos casos, las violenta. Festeja cada vez que se consagra un derecho, como el primer casamiento gay en Rosario en 2010.
La enumeración peca de arbitrariedad pero tiene un hilo, el que muestra que para este medio los derechos humanos son transversales a nuestras secciones –Ciudad, Política, El Hincha, Policiales– e incluyen tanto la denuncia de la violación de ellos como la celebración cuando se cumplen y se amplían.
En este camino el diario de a poco talló y perfeccionó la manera de contar este universo que arroja noticias todos los días pero también se encuentra ante dos desafíos.
Por un lado, cómo ampliar los lectores, interpelar a quienes no se detienen habitualmente a leer este tipo de historias. Y por otro lado, aprender a narrar en formatos que nos eran ajenos como el audiovisual. Esta cronista le sigue llamando diario pero lo cierto es que El Ciudadano hoy escribe para el papel, escribe para la web, replica en redes sociales y produce contenidos específicamente para ellas. Así, inició este año en que se cumplen cuatro décadas desde la recuperación de la democracia con la publicación de una serie de videos que tuvieron como disparador el revuelo que generó la película Argentina, 1985.
¿Cómo se dio ese proceso en Rosario? fue la pregunta para contar la historia del lugar donde la Conadep (Comisión Nacional de la Desaparición de Personas) recepcionó las denuncias por las violaciones sufridas durante la dictadura, intentó generar un mapa que diera cuenta de los rastros del genocidio en la ciudad como la historia de La Vigil y su destrucción patrimonial, o la Escuela Maganasco (Zeballos y Ovidio Lagos) como lugar de secuestro y tortura, o el Robo a Tribunales en 1984 recién recuperada la democracia.
El diario publica con algunas premisas, como el hecho de que no todas nuestras audiencias conocen estos temas; que el genocidio se desplegó por todo el territorio, por calles que transitamos todos los días; que hablar de ese pasado es hablar de nuestro presente. Más en un año de elecciones donde parecen jugarse tantas cosas, sobre todo derechos.
El Ciudadano comprobó que aprender los nuevos lenguajes es tan necesario como confiar y trabajar en la narración de una historia. Así lo vio en su aterrizaje a plataformas como Tik Tok cuando se viralizó el secuestro de los militantes peronistas Eduardo Pereira Rossi y Osvaldo Cambiasso en pleno centro rosarino meses antes del regreso a las urnas en 1983.
Algunos de los contenidos se replican mucho y rápido, otros no. Es a prueba y error, como lo fue siempre.
“El futuro será nuestro por la prepotencia del trabajo”, escribió una vez el periodista, el escritor, Roberto Arlt. El Ciudadano cumple sus primeros 25, se mira a los ojos con lo publicado en este cuarto de siglo e intenta crear su porvenir bajo la consigna arltiana.