Con más de 60 películas animadas que marcaron a varias generaciones, un elenco de personajes icónicos, un negocio millonario y el desafío de competir en la era dorada de las plataformas y la corrección política, The Walt Disney Company celebrará este lunes su centenario con la presentación en Disney+ del corto Había una vez un estudio.
Escrita y dirigida por Dan Abraham y Trent Correy, este cortometraje en el que aparecen los más de 500 protagonistas animados de su factoría, se propone recorrer un siglo de historia del estudio que creó el primer dibujo animado con sonido sincronizado, el primer largometraje animado y la primera película animada generada por computadora, entre otros hitos.
Walter Elias Disney, el cofundador de la empresa de entretenimiento más exitosa del mundo, provenía de orígenes humildes. Nacido en Chicago, Illinois, el 5 de diciembre de 1901, el creador de Mickey Mouse descubrió su talento e interés por el dibujo cuando se mudó con su familia a una granja en Marceline, Missouri, y su tía le regaló lápices y pinturas.
En la adolescencia se alistó en el servicio militar y pasó un año como chofer de ambulancia en Francia, justo después del final de la Primera Guerra Mundial. Se dice que, en vez de camuflaje, su ambulancia estaba decorada con dibujos y caricaturas.
Después de la guerra, «Walt», como se lo conocía, regresó a Kansas y fundó su primera compañía de arte y animación, conocida como Laugh-O-gram Films. Los cortos, desarrollados con colaboradores como el animador Ub Iwerks, mostraron el potencial de combinar técnicas nuevas y clásicas. Pero el proyecto no daba dinero y, al borde de la bancarrota, tuvo que abandonarlo.
En el verano de 1923, usó sus últimos dólares para comprar un boleto de tren a Los Ángeles, donde él y su hermano Roy comenzaron haciendo películas animadas en el garaje de su tío y luego se mudaron a la parte trasera de una oficina de bienes raíces.
Cuando finalmente la distribuidora de dibujos animados, Margaret Winkler, aceptó financiar 12 episodios de los cortos conocidos como las Comedias de Alicia, los hermanos Walt y Roy fundaron Disney Brothers Cartoon Studio.
La aparición de un nuevo personaje en esa saga llamado «Julius el Gato» potenció la reputación de la incipiente compañía y le valió a los jóvenes hermanos un contrato con Universal Pictures para realizar cortometrajes protagonizados por «Oswald, el conejo afortunado» que se estrenó en 1927.
Al año siguiente, sucedió algo que cambió su historia y la de la animación para siempre. Walt y su esposa, Lillian, viajaron a Nueva York para renegociar el contrato de Oswald pero el productor de la serie se negó a ofrecer condiciones razonables para una renovación. En el tren de regreso a Los Ángeles, a Disney se le ocurrió reemplazar al conejo por un ratón al que apodaría Mortimer, pero su esposa consideró que era un nombre terrible y sugirió que lo llamaran Mickey.
El público conoció al ratón en 1928 con Willie y el barco de vapor, la primera caricatura del mundo con sonido totalmente sincronizado, y rápidamente se convirtió en un fenómeno internacional con cortos animados, una tira cómica y productos de consumo, al que no tardaron en sumarse Minnie, Pluto, Goofy y el Pato Donald.
En 1934, Walt recibió un premio Oscar por Mickey Mouse, el primero de los 32 galardones personales que recibiría de la Academia y de los 140 que se llevaría la compañía en los siguientes 90 años.
Ese fue sólo el puntapié: después de emplear por primera vez el sonido sincronizado, Disney introdujo el proceso technicolor de tres tonos con Árboles y flores en 1932 que le valió un segundo premio de la Academia, y otro más en 1933 para Los tres cerditos. El popular corto también presentó ¿Quién teme al lobo feroz?, la primera canción exitosa de la compañía, que explotó las ventas de partituras musicales.
Luego, Disney marcó otro hito en el corto El viejo molino, donde utilizó una cámara multiplano que le dio profundidad a la imagen y fue una prueba necesaria para su próximo gran proyecto: Blanca Nieves y los siete enanitos, la primera película animada de larga duración que se estrenó en diciembre de 1937 y se convirtió en un éxito sin precedentes.
Pronto siguieron Pinocho, Fantasía, Dumbo y Bambi, cuya producción duró cinco años antes de su lanzamiento en 1942.
La prolífica creación de títulos que se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, continuó luego con La Cenicienta (1950), Alicia en el país de las maravillas (1951) y Peter Pan (1953). Al mismo tiempo, el estudio se expandió hacia la producción de películas de acción real como La isla del tesoro (1950), Veinte mil leguas del viaje submarino (1954) y La familia Robinson (1960).
En 1955 abrió Disneyland en California, el primero de muchos parques que inauguraría alrededor del mundo donde ofrecía atracciones que buscaban transmitir emociones. Al mismo tiempo, cuando la televisión era considerada por los demás estudios de Hollywood como el enemigo, Disney creó en 1954 el programa Disneyland (más tarde El maravilloso mundo de Disney).
Este período también trajo una de las películas más populares en el primer siglo de la Compañía: Mary Poppins (1964), que resultó ganadora de un Oscar y que dejó un legado de canciones inolvidables.
El 15 de diciembre de 1966, Walt Disney falleció a los 65 años. El último largometraje animado que vio casi terminado fue El libro de la selva (1967), que fue seguido por más clásicos familiares como Cupido motorizado, Robin Hood y Travesuras de una bruja. Su hermano Roy murió en octubre de 1971.
Ya por entonces la incidencia del entretenimiento como herramienta de penetración cultural la puso en la mira con el exitoso libro Para leer al Pato Donald (1972), escrito por Ariel Dorfman y Armand Mattelart.
En la década del 80, cuando el boom de los videos hogareños apenas comenzaba, Disney lanzó Dumbo en VHS y dos años después creó Disney Channel, para llevar contenido directo a los hogares.
En 1989, con el estrenó de La sirenita y La bella y la bestia incorporó por primera vez algo de animación por computadora y dos años después firmó un acuerdo de distribución con una pequeña empresa de producción llamada Pixar.
En 1994 llegó El rey león, la película animada más taquillera de todos los tiempos y la película más popular de ese año. Le siguió Toy Story, generado por computadora de Disney y Pixar que encabezó la taquilla de 1995. En 2006, con la compra de Pixar Animation Studios, se lanzaron Cars y Ratatouille.
Luego, comenzó una etapa de expansión con la adquisición de grandes estudios. En 2009 incorporó Marvel Entertainment (incluyendo así el arsenal de superhéroes), en 2012 Lucasfilm y en 2019 la mayoría de los activos de 20th Century Fox, el estudio responsable de Avatar, seis películas de Star Wars y Titanic. Ese año, además, lanzó la plataforma de streaming Disney+.
En los últimos años, si bien continuó trabajando en guiones no adaptados, como Encanto y Raya y el último dragón, mirar hacia atrás para reciclar los tesoros de sus viejas épocas y acercarse a las nuevas generaciones fue ganando terreno en los planes de la compañía.
Así llegaron reversiones de La Bella y la Bestia (2017), Aladdín (2019) y la fotorrealista El Rey León (2019); entre otras versiones «live action» como Peter Pan y Wendy o La Sirenita, que tuvieron acercamientos disímiles por parte del público.
Algunas personas agradecieron poder volver a sus favoritos de la infancia, abiertos a las relecturas que Disney realiza en función de la representación racial y de género en sus historias, y otras contrarias a la repetición maquillada desde la corrección política al momento de replantear la identidad de sus protagonistas.