Por Alejandra Rodenas *
Ya podemos medir en horas el tiempo que nos separa de uno de los actos más soberanos que argentinas y argentinos podemos realizar: el voto libre, universal, secreto y obligatorio. Todas y todos nos hemos ganado ese derecho y, a 40 años de haber recuperado la democracia, los valores que se ponen en juego en esta elección presidencial son tan importantes que merecen una reflexión.
Hace cuatro décadas salíamos de un período oscuro, en el que imperó el terror impuesto desde el propio Estado, un tiempo en el que la vida perdió su valor por decisión de quienes no habían sido elegidos por nadie pero tenían poder sobre todo. Puede que las generaciones más jóvenes aún deban terminar de dimensionar aquel horror. Pero es nuestra responsabilidad recordar, ejercitar la memoria, con la mirada puesta en el futuro pero construyendo desde la historia de nuestro Pueblo.
Como nunca antes se había visto en estos 40 años, surgieron debates que ya parecían superados y que encarnan el negacionismo más peligroso y pueril. Hemos tenido que reivindicar derechos tan elementales como la educación y la salud públicas gratuitas; rechazar la cosificación de las personas, que llega a proclamar la posibilidad de vender bebés u órganos; obligados a salir al cruce de quienes proponen –y desean con fervor– dejar en manos del mercado casi todas las actividades humanas; defender nuestra moneda contra los embates de individuos que resignan todo indicio de soberanía económica. No menos preocupante es el peligro que corren los derechos de las mujeres, ganados en las calles y refrendados por el Estado en estos últimos años.
Esto y muchas otras cuestiones están en juego en la inminente elección a presidente.
Nuestra provincia y nuestra Patria merecen un futuro sin esas sombras desplegándose sobre nuestro Pueblo. Un porvenir en el que el trabajo digno sea un derecho incuestionable, el acceso a la vivienda propia deje de ser una utopía, la posibilidad de acceder a la universidad no sea para unos pocos, y que la salud de todas y todos esté garantizada por un Estado presente y activo.
Esos valores hoy están en peligro. Y debo decir con orgullo y convicción que el peronismo es el único que puede garantizarlos. Porque una historia nos precede, porque muchos de esos derechos fueron puestos en valor por gobiernos peronistas. Y porque si algo ha caracterizado al peronismo es no haber quitado sino otorgado y garantizado derechos. Y esta es la hora de reconstruir, no de destruir.
Por eso, para quienes abrazamos las ideas que alguna vez llevaron a los hechos Juan y Eva Perón, el futuro se presenta como una oportunidad. Recordemos que en 2003, Néstor Kirchner vino a proponernos un sueño, donde el fortalecimiento del Estado y sus instituciones redundó en la mejora económica y social de trabajadores y trabajadoras, ampliando nuestros derechos y renovando la fe democrática. Esas mismas banderas fueron tomadas luego, y hasta ahora, por Cristina Kirchner, cuya capacidad de pensar y gestionar lo político la situaron en una zona de odios encarnizados, frente a los cuales sigue luchando desde la convicción de que Argentina se merece ser justa, libre y soberana. No es esta una lucha que se gane de una vez para siempre sino que debe ser refrendada cada día por quienes estamos en la gestión pública pero también por los ciudadanos y ciudadanas que, aún en un contexto difícil, saben que todo lo que hemos ganado debe ser preservado. Esa es la única manera de avanzar hacia un futuro donde gobierne el bien común.
Sergio Massa es quien corporiza ese futuro, quien en su doble rol de ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria ha sabido resistir la feroz ofensiva discursiva de una oposición que primero canceló el debate parlamentario, luego azuzó los fantasmas del pasado reivindicando incluso los horrores de la dictadura y terminó, en los últimos tiempos, por apelar a expresiones incendiarias con la intención de que estalle la economía, sin importarle el daño infligido a los sectores más vulnerables.
Massa llevó adelante, personalmente, delicadísimas gestiones ante el FMI para desactivar un endeudamiento que la Argentina había superado. De hecho, tuvo y tiene el temple para enfrentar una crisis que fue provocada por la irresponsabilidad de un gobierno que endeudó a la Argentina en forma suicida. Y a la vez, tiene la sensibilidad para pedir perdón a un Pueblo que no la está pasando bien. Así como nos desendeudamos en 2005, será gracias a la gestión responsable de Massa que lograremos atravesar este momento difícil para volver a una economía expansiva y soberana.
También es él quien logró que el Congreso reabra sus puertas y puedan debatirse iniciativas que devolvieron al menos una parte de todo lo perdido por millones de trabajadoras y trabajadores. En síntesis, es el dirigente que puede reencauzar a la Argentina hacia el camino de la producción con una justa distribución del ingreso.
Por todo esto y confiando en las decisiones de los jóvenes para que apuesten en quien no clausurará su futuro, de las mujeres y diversidades para no resignar ni retroceder en las conquistas logradas, de nuestros mayores para no poner en riesgo la protección obtenida y de los trabajadores para recuperar una historia de conquistas inscripta en nuestro ADN debemos recuperar la capacidad de proyectar nuestro futuro con esperanza y un alto grado de responsabilidad.
El domingo tenemos una obligación: ir a votar masivamente, celebrar estos 40 años de democracia en cada urna del país. Y también tenemos una oportunidad: optar por la fórmula Sergio Massa-Agustín Rossi y la lista de diputadas y diputados nacionales de nuestra provincia que los acompañan, apostando a un proyecto de desarrollo con justicia social, con todas y todos incluidos, reconstruyendo el tejido social que algunas y algunos han maltratado con una insensibilidad que le es ajena a nuestro Pueblo.
(*) Vicegobernadora de la provincia de Santa Fe