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Argentina post electoral: implosión, teléfonos al rojo vivo y velitas a los santos

El shock que supuso el resultado electoral desdibujó acuerdos frágiles, cada uno salió a prenderle velas a un santo diferente y Milei escondió la motosierra

Por Elisa Bearzotti

Después de varias semanas intensas –donde a los formales debates televisivos les siguió el desborde de feroces ataques en redes, imágenes de motosierras y vandalismos varios- muchos ansiábamos la llegada del “día después” con la ingenuidad salvífica de quien espera un milagro. Pero no, aún falta el ballotage y la presión sanguínea sigue por las nubes, si bien el shock que supuso el resultado, hizo bajar un poco los decibeles de la agresión permanente. Pero los rosarinos no nos dejamos engañar, porque esta calma expectante de hoy se asemeja demasiado al río marrón de nuestras costas, y todos sabemos que bajo su reposada superficie arrastra flora, fauna y deshechos de distinta índole. Algo así está ocurriendo con la política vernácula que por estos días mantiene al rojo vivo los teléfonos de operadores, punteros y demás meretrices de la política, que entretejen acuerdos y promesas varias apostando al triunfo de uno u otro candidato. Por lo pronto, el duro revés sufrido por Juntos por el Cambio desdibujó los frágiles acuerdos que se venían sosteniendo, y cada uno salió a prenderle velitas a un santo distinto. “No se pusieron de acuerdo para definir un candidato a presidente, difícil que se pongan de acuerdo en una postura sobre Milei o Massa”, dije, con ironía, un dirigente del PRO que prefirió mantener el anonimato. Si bien la cúpula del partido tenía previsto reunirse esta semana luego de la derrota nacional, Mauricio Macri y Patricia Bullrich mantuvieron conversaciones en privado, luego de las cuales salieron a brindar su apoyo al candidato libertario, dejando correligionarios indignados y “cadáveres políticos” por todos los rincones. Los ánimos se caldearon aún más cuando Bullrich habló con la prensa, provocando la reacción del actual presidente de la UCR, Gerardo Morales, quien expresó: “lo que hizo Patricia (Bullrich) es una falta de respeto hacia nosotros, que no perdonamos”, tras lo cual el Comité Nacional, reunido el miércoles, emitió un comunicado diciendo que no acompañará a ninguno de los candidatos porque “ninguno de los dos garantiza un futuro de progreso para la Argentina”, aunque advirtieron que “el extremismo demagógico de Javier Milei se encuentra en las antípodas de nuestro pensamiento. Su plataforma política y la violencia que se desprende de sus palabras y gestos, atentando siempre contra la convivencia, no tienen nada que ver con nuestro partido. Jamás podríamos tener nada que ver con su espacio”. También el GEN, el partido liderado por Margarita Stolbizer salió a criticar a algunos dirigentes que “adelantaron posiciones personales públicamente”, pidiendo una reunión para “debatir internamente” las distintas posturas.

Por su parte, el candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, se muestra abiertamente conciliador, insistiendo en que en caso de llegar a la presidencia, administrará un “gobierno de diálogo” y que convocará a opositores a formar parte de su gabinete. “El acuerdo de unidad nacional es sobre la base de convocar a los que creo son los mejores o a los que la sociedad valora como los mejores. Hay radicales, sectores peronistas vinculados al PRO, y sectores del mundo empresario que van a participar de mi gobierno, que van a ser funcionarios; también hay sectores del mundo del trabajo”, dijo recientemente, dejando la puerta abierta a futuros consensos. Todo un desafío el que tiene por delante Sergio Massa si llegara a ser ungido con la banda presidencial, porque si no resulta fácil administrar el diálogo con los propios, imagínense con los ajenos. Sin embargo, los acontecimientos recientes, en nuestro país y en el mundo, nos siguen demostrando que es el único camino, porque sin diálogo el odio acumulado, cual llaga purulenta, se expulsa siempre de manera violenta. Así,  las voces que claman por la paz son desoídas, y las naciones continúan el derrotero armamentista poniendo en vilo el futuro planetario.

Esta semana, por ejemplo, Rusia dio marcha atrás con su compromiso de no proliferación de armas nucleares, y su Parlamento aprobó por unanimidad revocar el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, en pleno conflicto en Ucrania y crisis con Occidente. Vladimir Putin se pronunció por la medida en respuesta a que Estados Unidos firmó el acuerdo con Moscú en 1996, pero nunca ratificó el texto en Washington. Desde el inicio del conflicto en Ucrania en febrero de 2022, Putin agita el tema nuclear y a mediados de 2023 desplegó armas tácticas en Bielorrusia, su aliado más estrecho. Lo más triste es que el despliegue de plumas de los líderes mundiales siempre deja un saldo entre los más vulnerables -las víctimas civiles- que, sin posibilidad de defenderse, pierden lo más preciado: sus vidas, las de sus seres queridos, afectos y posesiones. Muchos de ellos, para salvarse o comenzar de nuevo, deciden poner proa a la esperanza y comenzar a caminar. Según la ONU, hoy el número de  desplazados en el mundo bate récords y supera los 114 millones, sin incluir el impacto de la reciente escalada en Israel y Palestina. De acuerdo a un comunicado emitido por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), las principales causas de desplazamiento forzado de personas en la primera mitad de 2023 fueron los conflictos en Ucrania, Sudán, Myanmar y la República Democrática de Congo, la crisis humanitaria de Afganistán y una combinación de sequías, inundaciones e inseguridad en Somalia. “El número de personas desplazadas por guerra, persecución, violencia y violaciones de los derechos humanos continúa  incrementándose”, afirmó el jefe de Acnur, Filippo Grandi, indicando además que si bien ahora el mundo tiene sus ojos puestos en la catástrofe humanitaria de Gaza, hay “muchos otros conflictos que están proliferando o empeorando, devastando vidas inocentes y expulsando a la gente”.

Por todo esto, vale la pena recordar el pensamiento de uno de los mayores líderes de la paz, Martin Luther King, quien el 28 de agosto de 1963, hace ya sesenta años, pronunció su célebre discurso “Tengo un sueño” recordado como la cúspide del amor y el pacifismo. En él expresa todo su dolor al decir que “hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. A pesar de todo afirma: “He decidido apostar por el amor. El odio es una carga demasiado pesada”. Al igual que Martin Luther King me considero una idealista sin romanticismos, abocada al trabajo cotidiano de apostar por el amor, con la convicción de que algún día seremos capaces de vivir como hermanos… claro que para lograrlo, una condición indispensable es ir guardando las motosierras.

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